Traición

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La calma reinaba en el bosque, no se oía un solo ruido, ni el susurro de la leve brisa entre los árboles. La luz del amanecer inundaba tímidamente cada rincón de la frondosidad que rodeaba al lago, ni siquiera los animales salían a disfrutar de las suaves caricias mañaneras. Tal vez era por el peligro que acechaba entre las sombras, o tal vez era por el grito desgarrador que rompió la calma que reinaba minutos atrás.

—¡Damon! ¿Puedes oírme? Vamos, tío, no puedes dejarme así—Alaric zarandeó a Damon unas cuantas veces mientras gritaba su nombre. Poco a poco el chico fue recobrando la conciencia. Entre quejidos y gruñidos, se incorporó levemente y Ric suspiró aliviado al ver cómo sus heridas se iban curando poco a poco.

—¿Dónde está ese hijo de puta?—gruñó removiéndose—Lo voy a matar.

—¿Quién?

—Aaron—escupió con odio—ese malnacido nunca murió, y si lo hizo halló una manera de volver él solito—Alaric palideció al oír aquel nombre. Jamás pensó que haría algo tan arriesgado como exponerse de aquella manera—No te sorprendes.

—¿Qué?—cuando pudo reaccionar vio que Damon ya estaba de pie, mirándole con aquellos tímpanos de hielo que tenía por ojos. En cuanto vio aquella expresión supo que estaba perdido. El vampiro no era tonto, y pecaba de suspicaz.

—Lo sabías—le bastaron unos segundos de duda para confirmar su suposición. Empezó a reír como un loco—Por supuesto, claro que lo sabías.

—Damon, no es lo que crees.

—¿Lo que creo? ¿Sabes lo que creo? Que durante todo este tiempo nos has estado engañando a Elena, a Bonnie y a mí. Creo que siempre supiste que Aaron estaba vivo, lo que me lleva a pensar: ¿por qué ocultarías algo así a la sobrina de tu novia?—Ric tragó duro, se le había formado un nudo enorme en la garganta—Yo te diré por qué: ese hijo de perra trama algo, y para ello necesita tu ayuda. Lo que me lleva a cuestionarme si en todo este tiempo has sido realmente quien aparentabas ser o si simplemente has fingido para acercarte a nosotros.

Se quedaron unos minutos en silencio, la tensión se podía cortar con solo una hoja de papel. Ninguno se atrevía a romper aquella atmósfera.

—No te atrevas a intentar volver a acercarte a Elena—le amenazó acercándose lentamente—o será lo último que hagas.

Y con esas últimas palabras se fue, dejando a Ric destrozado en el claro de aquel pequeño bosque. Podría haberle explicado su alianza con Klaus, pero eso solo complicaría las cosas. Sabía de antemano que en algún momento aquella burbuja reventaría y tendría que enfrentarse a su amigo, era algo con lo que contaba, pero no había previsto que fuera en esas circunstancias. Meditando sobre qué hacer ahora, volvió a su casa.

Damon, por su parte, volvió a la cabaña del lago. Habían pasado unas horas desde que se fue, Elena estaría preocupada, pero no quería encontrarse con la chica con esa rabia contenida porque acabaría pagándola con ella. Decidió dar un buen paseo por el bosque para despejarse y liberar aquella ira. En el camino meditó acerca de lo ocurrido en el bosque antes de que llegara Ric.

—Aaron.

—Cuánto tiempo.

—Demasiado—soltó una pequeña risa en respuesta—¿Qué haces aquí? Mejor dicho, ¿desde cuándo estás aquí?

—Me alegra ver que sigues igual—respondió evitando la pregunta. Se acercó lentamente al pelinegro hasta tenerlo a un par de palmos—Solo pasaba para decirte que dejéis de buscarme, no os necesito—Damon necesitó algunos segundos para asimilar aquellas palabras. Miró fijamente a Aaron, buscando algún indicio de aquel chiquillo joven, alocado y divertido que recordaba, aquel que había conseguido ganarse el corazón de Elena en poco tiempo. Solo halló vacío. Un gran e inmenso vacío. Su sonrisa solo adornaba aquel rostro consumido por la sed de venganza, totalmente carente de significado. Sus ojos eran dos piedras muertas en lo que antes se podía apreciar un mar de energías y sentimientos.

El Doctor de Ojos Azules [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora