Más y más enredos

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—¿Crees que Elena estará bien?

—Cálmate—dijo sin dejar de trocear la verdura—Está con Damon, seguro que no les pasa nada.

—Más vale, o mataré a Damon con mis propias manos—Ric rió al imaginarse a Jenna matando lenta y dolorosamente a su mejor amigo—Por cierto, ¿sabes dónde están? He llamado a Elena, pero no me lo coge.

—Creo que iban a pasar el fin de semana a la casa del lago, necesitaban relajarse un poco.

—¿Lo sabe Klaus?

—Sí, se lo dije en cuanto lo supe.

—Les protegerá, ¿verdad?—preguntó Jenna tras un breve silencio.

—Estoy seguro de que lo hará, nunca falta a su palabra—ambos suspiraron, intentando deshacer el nudo que tenían en el estómago. Les dolía mentir a Elena y a sus amigos, pero no había otra forma de protegerles. Alaric ya sabía de primera mano las consecuencias de ir en contra de Klaus, aquel brazo inmovilizado se lo llevaba recordando unos días. Lo que no sabían era el precio que había pedido a cambio de proteger a Elena y sus seres queridos. Cuando se quisieran dar cuenta, ya sería demasiado tarde.

Mientras tanto, en la casa del lago la pareja estaba disfrutando de un fin de semana sin ningún imprevisto. La tarde del sábado, Elena fue a darse un baño al lago mientras Damon iba a cazar algún animalito por los alrededores. Odiaba no alimentarse de sangre humana, pero no había nadie en bastantes kilómetros a la redonda.

La chica aún seguía pensando en el incidente con Klaus. Casi perdía a Damon delante de sus ojos por no haber sabido guardar un secreto, jamás se lo habría perdonado. De pronto sintió cómo unos fuertes brazos la envolvían. Sonrió acomodándose en su pecho.

—Estás temblando, ¿estás bien?—Elena no se había dado cuenta de que su cuerpo parecía un flan. Sabía que no era por el frío, que ya se empezaba a hacer notable.

—Sí, tranquilo. Estaba pensando en mis cosas y me quedé fría—Damon no se lo creyó del todo, pero no quiso darle más vueltas. Hundió su rostro en la curva del cuello de la castaña, dejando pequeños besos por su garganta. La chica se estremeció por el contacto y se dejó llevar, permitiéndose unos momentos de felicidad.

Después de un buen rato jugando y disfrutando en el agua, se dispusieron a salir para preparar la cena.

—Esto me suena de algo—comentó la castaña cuando entraron en la cocina.

—¿A sí? No sé de qué—respondió inocente, aunque Elena sabía que mentía descaradamente.

—¿No? ¿Seguro?-cogió un poco de harina y se la mostró—¿Esto no te dice nada?—cuando Damon iba a responder, recibió una dosis de harina en la cara. En cuanto pudo reaccionar comenzó a perseguir a la castaña. Entre risas continuaron corriendo por toda la casa, y cuando a Damon se le agotó la paciencia, aprisionó a Elena en el sofá, haciéndola caer debajo de él.

Ambos se miraron intentando normalizar sus respiraciones y se fueron aproximando lentamente hasta quedar a escasos centímetros, sintiendo el aliento del otro.

—La otra vez no pasó exactamente así, ¿verdad?—susurró Elena algo agitada.

—No, pero se parece bastante—respondió con una media sonrisa. No pudo resistirse más y se lanzó a besarla ferozmente.

—Ansioso—se burló cuando se separaron para respirar.

—Si me miras así no puedo contenerme—replicó contra sus labios.

El Doctor de Ojos Azules [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora