Me mentiste

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Damon contemplaba el crepitar de las llamas en la chimenea, meditando. La había cagado una vez más, y no sabía cómo arreglarlo. Todo por culpa de esa zorra de Andie. Sabía que no tenía que habérselo ocultado, iba a contárselo todo a Elena para hacer las cosas bien, pero no había encontrado el momento. Y ahora le había explotado todo en la cara. Furioso, lanzó el vaso de bourbon que estaba bebiendo, haciendo que las llamas aumentaran frenéticamente sus movimientos.

—¡Damon! ¿Qué haces?

—Vete, Ric. Necesito estar solo.

—No me iré—desde que se conocieron eran inseparables, habían conectado desde el primer minuto en que se vieron. Gracias a Damon Ric logró ganarse el corazón de Jenna, algo que le agradecía enormemente—Me he enterado de que Andie está de vuelta y sé lo que significa para ti: muchos problemas.

Damon no respondió. Ric se acercó y se situó a su lado.

—¿No tienes que guardar reposo?

—Bah, solo tengo un par de rasguños y el brazo roto, sobreviviré. Además, Jenna está centrada en la universidad, ni notará que no estoy. Ahora, ¿quieres contarme qué ha pasado para que pueda ayudarte a encontrar una solución relativamente pacífica?

Damon soltó una pequeña risa, pero su semblante siguió serio. Lo cierto es que agradecía que su amigo estuviera allí, nadie le entendía como él. En momentos como ese maldecía y agradecía al mismo tiempo su cabezonería. Suspiró y se dispuso a contarle el motivo de su angustia.

—Damon, dime que no vas a ir.

—Tengo que hacerlo. Si no voy será peor.

—Pero es peligroso—repuso angustiada—Andie es muy retorcida, podría ser una trampa—al ver que no respondía le tomó de las mejillas, obligándole a mirarla a los ojos—Pues iré contigo.

—Ni hablar—reaccionó endureciendo el semblante.

—Damon, no voy a permitir que te haga nada.

—Sé defenderme solito—ella hizo una mueca—Tú te quedas aquí, no voy a arriesgarme a que te ponga la mano encima, porque entonces esto acabará de una forma muy poco pacífica—Elena soltó una breve risa pero en seguida volvió a endurecer su expresión. Sabiendo que no convencería a Damon, se separó para servirse un poco de bourbon. El chico gruñó cuando dejó de sentir la calidez de Elena, pero se limitó a seguirla y a coger la botella de la chica para beber.

Tras unos minutos alguien llamó a la puerta.

—Elena, tienes visita—gritó Damon desde la entrada. La chica se acercó a ver. Cuando vio quién entraba en la casa, corrió a lanzarse a sus brazos.

—¡Nik! Creí que habías vuelto a Nueva York.

—Lo hice, pero al llegar recordé que debía una visita a mi hermanita pequeña—respondió cuando Elena aflojó su abrazo y le dejó respirar.

—Pues llegas en el momento perfecto. Yo tengo que salir un rato, ¿me la cuidas mientras tanto? Gracias—dijo Damon mientras salía por la puerta, sin darle la oportunidad de responder.

—Bueno, mientras tu médico particular atiende esos asuntos, nosotros podemos hablar. ¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, gracias. ¿Whiskey?—le dijo ofreciéndole la botella. La aceptó encantado.

—Me he enterado de que mi querida réplica ha vuelto a las andadas.

—¿Klaus ha vuelto?—Elena no sabía nada, pero dedujo que no sería nada bueno.

El Doctor de Ojos Azules [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora