El principio del fin

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Siguió corriendo, ignorando el ardor de sus pulmones y las punzadas en sus piernas. Le sabía el aliento a sangre y sentía que en cualquier momento se iba a desvanecer, pero debía aguantar un poco más. Al llegar a la cima de la colina cayó exhausto, permitiéndose un segundo de respiro.

Creyó haber despistado a sus adversarios, pero unos ruidos entre los árboles a su espalda le hicieron ponerse alerta. Trató de levantarse, y maldijo al ver que sus piernas no respondían. Alcanzó una rama que había cerca de él, se incorporó levemente y se preparó para el peligro que saliera del pequeño bosque. Tras unos segundos, cuando vio quién salía de la maleza, respiró aliviado y se dejó caer, cerrando los ojos.

—¡Damon! Creí que te habían pillado, me has dado un susto de muerte—el chico rió negando como respuesta.

—¿Que te he dado un susto de muerte?—siguió riendo como un desquiciado—Deja de ser tan falsa y de fingir que te importo lo más mínimo, solo te preocupas porque sin mí no le tendrás de vuelta—la chica tragó saliva ante aquellas palabras.

—Damon, sé que me odias, pero no soy tan retorcida.

—Permíteme que lo dude—se alzó levemente para mirarla directamente a los ojos. De nuevo la chica tragó saliva ante el odio que destilaba aquel intenso azul.

—Sé que no he hecho méritos para ganarme tu confianza, pero...—un disparo la interrumpió y miró alarmada a su alrededor.

—Corre—Damon se levantó a duras penas y se acercó a ella—¡Corre!—la chica sin dudarlo salió despavorida. Un grupo de adolescentes salió del pequeño bosque y se acercó lentamente al vampiro.

—Bueno, bueno, americano. ¿Ya no eres tan chulito?—el líder fue acercándose con una estaca de madera en la mano. Damon no respondió, solo se puso en pose defensiva y esperó su ataque.

Esa misma mañana...

Después del desayuno Blake había decidido ir a pasar la mañana en el hospital, necesitaba sentir que su abuelo seguía con él. Mientras tanto, Damon fue a hablar con Enzo para ultimar los detalles de su plan.

—Gracias por venir—le saludó estrechando su mano cuando se acercó.

—Por mi sobrina lo que sea—Damon le tendió una copa de Bourbon y tomó un sorbo de la suya—¿Estás seguro de esto?

—Sé que me juego la vida, pero no hay otra manera—Enzo le miró unos segundos, buscando alguna señal de duda. En lugar de eso solo vio rabia y sed de venganza. Suspiró y tomó otro sorbo.

—Te ayudaré, pero si en algún momento la vida de Elena peligra...

—No lo hará, me he encargado de ello—le interrumpió.

—Solo quería que supieras que siempre elegiré salvarla a ella, tenlo presente—el ojiazul asintió conforme.

—Solo quiero que tenga una vida normal, que forme una familia y que sea feliz. No se merece todo por lo que está pasando—al terminar de hablar sintió que se había quitado un gran peso de encima.

—Eres consciente de que contigo en su vida eso es prácticamente imposible, ¿verdad?

—Lo sé—admitió cabizbajo.

—No quiero sonar cruel, solo quiero lo mejor para Elena.

—Cuando todo esto acabe me iré—sentenció tras unos segundos—me encargaré de que tenga todo lo que quiere y necesita para que sea feliz, pero no dejaré que lo eche a perder por mi culpa—Enzo no respondió, solo le miró. Notó el dolor en las palabras de Damon, y sabía lo destrozada que quedaría Elena cuando se fuera, pero coincidía con él.

El Doctor de Ojos Azules [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora