ZIMMERMAN'S&GREY'S

Delirio

Pov Bella

Es casi medio día y ya tengo que partir a mi otro trabajo, a pesar de que el lunes había algo de jaleo en la panadería.

—Bella, anda a cambiarte, que después estás que corres como loca por llegar al restaurante; yo te cubro —me dice Sarita que todo el día ha estado rara... Yo la miro y sonrío.

-Gracias-ella asiente- Sara que ocurre?- le pregunto y ella niega

—Ahora no, ¿vale? —comenta seria, signo de que de verdad no quiere hablar. Ahora la miro preocupada y ella lo nota.

—Porfi, porfi, no te preocupes por mí, ¿sí? Prometo que te lo diré, pero ahorita no puedo, ¿sí? —me dice y yo asiento.

—Vale, pero si me entero que el bomboncito ese es el culpable, se las verá conmigo —le digo y ella ríe, al fin una sonrisa en todo el día.

Me cambio y veo que me quedan 23 minutos, mmm, ¡¡¡nada mal!!! Me suelto el pelo, me lo peino y listo. Agarro mi bolso y salgo del vestidor para despedirme.

—Ya me voy, nos vemos mañana —le digo al Sr. Carlo y, ups, creo que está hablando por teléfono y me haces unas señas que no entiendo nada... Volteo y veo a mi mariposita limpiando no sé qué cosa.

—Ya me voy— le digo y él me sonríe.

—Vale, bonita, cuidate, me llamas cuando llegas, ahh, verdad, he conseguido entradas para un disco muyyyyy exclusivo gracias a María, ¿vamos? —me dice y pones los ojos de borreguito.

-Ehh yoo no lo se, recien a sucedido lo de Nata y.....y

—Y sé que hay que guardarle luto, bella. Sabes que para mí ella fue también como una madre, pero a tí te ha pasado tanto en tan poco que una salidita no te saldría mal y sé que a Nata no le importaría —me dice y yo suspiro.

—¿Te confirmo, vale? —él asiente y me da un beso en la frente.

Salgo y, gracias a que he salido a tiempo, no tengo que correr como una loca, bien por mí. Camino en dirección al restaurante, hace 3 días que no voy, igual Malena me ha ayudado mucho y ya informo el porque no he ido a trabajar.

Suspiro, solo espero que el idiota de mi jefe sea considerado por una vez en su vida. Pienso mientras camino, y cuando cruzó la calle, me chocó con alguien, jodiendo mi brazo. Siento que me sujetan por la cintura para que no me caiga. Un hombre alto, rubio que parece albino, ojos celestes. Me miran fijamente, haciendo que un temblor recorra mi cuerpo y la angustia me invada.

—¿Está bien, señorita? —preguntó cortés

Me alejó de él rápidamente y afirmó con la cabeza un gracias, es lo único que musitó, para continuar mi camino rápidamente a pesar de que él no me quita el ojo de encima... Eso fue extraño... Mmmmm, esa sensación, vamos, creo que me estoy poniendo paranoica. Mejor lo olvido; todo lo que me ha pasado últimamente no es que sea normal precisamente.

Al llegar al restaurante y entrar por la puerta de servicio, veo todo tranquilo. Saludo a los chicos de servicio y ellos a las justas me responden un hola. Ni me atrevo a pasar por la cocina; soy un verdadero caso y lo más probable es que me lo coma todo.

Llego al vestidor de chicas y empiezo a cambiarme. Falda, blusa, mandil y tacos. En eso consiste mi uniforme negro con guinda, muy pijo.

Mi momento de tranquilidad se disipa cuando alguien entra como una tomba.

—Aisss, que me meoooo— dice mi pelirroja y mejor amiga.

—Hola, guapa —a penas dice y entra al baño.