EN EL ASCENSOR

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Pov Phoebe

Me encuentro en el ascensor con Eric; ninguno ha dicho ni una palabra. Y el ambiente aquí es más tenso. Lo miro de reojo y veo que mira fijamente a la puerta del ascensor. Madre mía, con disimulo miro su perfil, es tan atractivo. Y sobre todo con ese traje.

—¿Ves algo que te guste, pequeña?—me dice y yo volteo la cara, joder, joder, joder, menuda pillada. Siento mi cara arder.

—Joder, pequeña, no te muerdas el labio —me dice y yo frunzo el ceño.

—Pero si yo no... —no puedo terminar; él me ha apresado contra la pared y su lengua invade mi boca. O Dios, cómo me gusta que me bese. Yo lo rodeo del cuello y tímidamente empiezo a jugar con su lengua. Estas se entrelazan y comienzan una intensa batalla. Él me levanta y yo enredo sus piernas en su cintura como autoreflejo; él me observa y dice.

—Eres hermosa, pequeña— me jala el pelo y vuelve a introducir su lengua; joder, yo toco todo lo que está a mi alcance; es que este muchacho tiene más músculo; paso mis manos por sus hombros, espalada, no puedo dejar de tocarlo, a la par un fuego en mi interior crece y crece; siento que mis bragas están muy pero muy húmedas, joder. Gimo, porque su boca ataca mi cuello.

Aun cargada por él, veo que se acerca al tablero y se detiene en ascensor. Me mira buscando mi aceptación, con esos ojos azules tan bonitos que tiene. Yo lo agarro de la camisa y lo vuelvo acercar a mí para que continué lo que estaba haciendo. Me apoyo a una de las paredes del ascensor.

—Enreda bien tus piernas —me dice y yo le hago caso.

—Ahora tiene sus dos manos libres, me besa y empieza a recorrer mi cuerpo. Me pasa las manos por mi espalda baja hasta el fin de mi camiseta y posa sus manos ahí. Mi piel se eriza y un escalofrío me invade la columna. Se siente muy bien.

Él agarra la camiseta y me la levanta, sin ningún rastro de nerviosismo; yo estiro los brazos para que me lo quiten. Mis pechos estaban ahí y yo más roja no podría estar. Son hermosos, me dice y yo sonrío tímidamente. Él me abraza.

—Dime si quieres seguir. Pho nunca haría nada de lo que tú no quisieras —me dice en mi oído. Yo lo miro y lo beso. Joder, joder, sé que esto no está bien, sé que no soy una chica como Bella, tan determinada y fuerte. Lo único que sé es que lo deseo ahora en el ascensor.

Nuestro baile de lenguas sigue, y sus manos vuelan hasta mis pechos. Los masajea y siento que mis pezones son muy duros, como piedra. Yo gimo, muy fuerte —Eric...— digo y él me mira con una sonrisa. Lo miro a los ojos, sus pupilas están dilatadas y los dos estamos con la respiración entrecortada.

Me besa en los labios, en la frente, en los cachetes, un poco más en los ojos, creo, pero ya no con la misma intensidad.

—Aunque me encantaría hacerte mía en este ascensor. Este no es el momento ni el lugar pequeña —me dice y yo siento ganas de llorar ¿por qué? ¿Acaso no me desea? O soy el peor ligue que ha tenido.

Yo me bajo de inmediato y recojo mi camiseta sin mirarlo; no puedo.

—Eh —me dice y yo no lo miro; siento que mis ojos están aguados, pero me niego a llorar. Respiro más veces de la que puedo. Saca tu carácter grey.

—Pho. Escucha—me dice.

—No digas nada, Eric, ya dijiste todo lo que tenías que decir —le digo aun sin mirarlo y sé que mi voz suena molesta.

—¿Pero qué tienes? —me dice y yo lo ignoro; me acerco a la tableta y hago que el ascensor siga su curso.

—Phoebe, mírame, pequeña— me dice y yo estoy preparada para afrontar su mirada. - SI, eric?

—No es justo para ti que suceda en un ascensor —me dice yo, asiento, pero mi cara me delata que estoy cabreada.

—¿Qué tienes? —me dice y yo lo miro, miro y sigo mirando—. Pho, si me hablas esto no va a funcionar.

-Funcionar que?. Joder, Eric, esto es lo que es, un ligue, un polvo. —Si mi mamá o papá escuchara, no creerían que soy su hija.

- ¡No hables así, Pho! —me dice serio, hasta creo que medio molesto.

—Yo hablo como a mí da la gana, Zimmerman, y si no sé que tanto te preocupas del ambiente. Sí, los dos sabemos que esto. Sin reproches, sin nada - ni yo misma sé lo que estoy diciendo, ni siquiera lo siento, pero no quiero que el alemán me vea sufrir; me niego a demostrar mi debilidad.

—De qué estás hablando, Pho— me dice y cabreado, no ha gritado, pero ese tono de voz asusta a cualquiera. JA, lo siento, amigo, mi padre es Christian Grey; ya estoy acostumbrada.

—De lo que es Eric, no me trates diferente por ser la hermanita de Ted. Sé que se mantiene oculto, pero es porque mi hermano se ha esforzado mucho por el negocio. Nuestras familias se llevan bien. Y tanto tú como yo somos mayorcitos para saber que es esto. En 3 meses y medio yo me iré a Seatle y tú a Alemania. Ni tú eres el caballero con armadura ni yo la princesa enamorada, comprendes.

—O sea, me estas diciendo que hubieras dejado que te folle en este ascensor —me dice sorprendido.

Mierda, mierda, no lo sé. Pero ¿cómo quiero seguir con mi papel independiente y segura de mí misma?

—Dos cosas, Zimmerman. Yo no soy como tus amigas y la otra, que te jodan por imbécil. —Le digo y por suerte para mí las puertas del ascensor se abren y salgo de ahí con la dignidad hasta el tope... Me siento bien, he dejado a Eric Zimmerman con la palabra en la boca. ¿Estas cabreada con él?, dice mi conciencia. JA, no te equivocas, y porque exactamente, y yo me freno, es seco.

¿Por qué? ¿Por qué? Porque no me desea, porque no termino lo que empezamos o porque solo me quedan tres meses cerca de él. 

ZIMMERMAN'S&GREY'SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora