¿Que me estas haciendo tú a mi?

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Pov Bella

¡Qué dolorrrrrrrrrrr!

Joder, el maldito dolor de cabeza no se me va y para colmo tengo que soportar las preguntas de Luis, María y Nata. Mierda, odio que me traten como inválida y lo peor es que odio que me miren con pena. Que no me estoy muriendo, es solo un puñetero dolor de cabeza.

Estoy sentada en mi habitación, Luis está con mis pies haciendo no sé qué, pero que relaja, pero no deja de mover la lengua, María está hablando por teléfono y Nata, Dios, Nata está muy nerviosa moviendo de un lado al otro. Mi paciencia tiene un límite y ahorita está al borde, casi revalsando.

—Ay, mi niña, tú no estás bien. Por Dios, vamos al hospital, no seas testaruda, mi hija —dice mi viejita. Entiendo que está preocupada, pero no es para tanto.

—Nata no es para tanto, es un simple dolor de cabeza —le digo tranquilamente, pero para variar no me hace caso.

—Y espero que el viejo se valla a la mierda, y me pague mis bocaditos que no me dejaron sacar rateros —dice una María sumamente alterada—. Linda, no te preocupes por nada, yo me las arreglaré. Ahora, quieres algo, necesitas algo, o no, mejor vamos al hospital, a que te hagan una revisión. —Dice y Nata le sigue.

—De acuerdo contigo, María, hay que llevarlo de inmediato al hospital. No me gusta nada cómo están esos ojitos tan bonitos de mi niña; es que ella trabaja mucho, no duerme bien, ni come bien. Mira lo delgada que estás, Bella—dice. O Dios, esto es insorportable.

—No te preocupes, yo le digo al Sr. Carlos que no podrás asistir al trabajo y que Malena te ayude con el hombre que tienes por jefe en el restaurante. - Esto es una mierda, no tienen idea cuanto odio esto, pero sé que lo hacen porque se preocupan y me quieren.

-No creo que .....-digo y mi siguen los tres

—También necesitarás reposo —dice María.

—Los tres nos turnaremos para cuidar de tí— dice Luis y ya estoy comenzando a amargarme, mierda, vamos Bella, respira, respira, jODERRR.

—Ya basta —digo fuerte y claro. No he gritado, pero tampoco voy a dejar que hagan lo que quieran. -

- Primero, mañana o en unas horas ya es domingo, descansaré todo el día, apuesto que con una aspirina problema resuelto. Segundo, NO VOY A FALTAR AL TRABAJO, no puedo dejar que me descuenten por los días que no estoy laborando y menos en el restaurante donde saco muy buenas propinas y, por último, saben que los amo, los adoro a los tres, pero por favor necesito descansar, ¿podría pedirles a todos que me dejen, sí? —les digo y ellos me miran con el ceño fruncido, ¡A NO ESO SI QUE NO!, agrandecan que no he gritado. —No me miren así, ¿acaso quieren que me amague? —les digo y los tres suspiran y claudican.

—Vale, mi niña contigo es imposible —dice Nata y se va. Mierda, está molesta. Mientras tanto Luis y María me miran con el ceño fruncido.

—En verdad que eres cabezota, tú no entiendes que estás mal, joder —me dice Luis ahora así cabreado, pero no me importa, lo que quiero es que me dejen sola, joder.

-¡Por favor, chicos! Dejadme sola —les digo mirando a Luis fijamente, dándole a entender todo lo confundida que estoy en estos momentos. No solo es el puñetero dolor, sino todo lo que me ha ocurrido en menos de un día. Esa gente, esa señora parecida a mí y el Sr. Zimmerman, sus ojos son iguales a los de mi sueño, hay algo dentro de mí que me dice que esto no está claro. ¿Por qué me ha de afectar la presencia de un grupo de desconocidos? ¿Por qué el chinito y el rubito me resultan familiares? ¿ por qué? Estoy tan sumergida en mis pensamientos que no siento que mi celular está sonando. Son las 23: 24 hrs., ¿quién mierda es? Veo la pantalla de mi viejo pero querido móvil y veo que es un número desconocido. Frunzo el ceño y repaso velozmente que no muchas personas tienen mi número telefónico, pero como la curiosidad me gana, contesto.

ZIMMERMAN'S&GREY'SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora