16. Lo correcto

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La semana no pudo pasarse más lenta, parecía que cada segundo duraba una hora. Los días de grabación, por más placenteros que fueran, se me hacían interminables. Si tuviese que describirme a mí misma, no dudaría en decir que soy una persona muy impaciente, que quiere que todas las cosas se hagan ya. Pensaba que cuando llegase el día sería un alivio, pero fue todo lo contrario. El jueves por la noche apenas pude dormir y durante toda la tarde del viernes, en las grabaciones, me la pasé pensando en que ponerme y en si todo iba a salir bien. Mis nervios podían notarse a la distancia y no sabía qué hacer para calmarme. Decidí llamar a Danielle, en un intento de conseguir información.

-D, creo que voy a explotar de los nervios.

-Tranquila, Liz, respira –me dijo mientras reía.

-¡No puedo estar tranquila! ¿Qué pasa si todo sale mal? ¿Y si dejo de gustarle a Grant? –le había contado a Danielle lo que había pasado en casa de Tyler y lo que él me había dicho.

-¿Por qué piensas eso? Liz, Grant está loco por ti, todo va a salir más que bien.

Traté de tranquilizarme y respiré hondo.

-¿Tienes idea de a donde me va a llevar? Me dijo que me ponga algo bonito.

-Lo siento, pero tengo prohibido decírtelo. Es más, Grant me está amenazando con la mirada en este mismo momento.

Me reí al imaginarlo haciéndolo.

-Algo no tan formal, pero tampoco muy sport. Ponte un lindo vestido. Corto. Tengo que dejarte, nos llaman para grabar. Relájate, ya conoces a Grant y él te conoce a ti, eso hace las cosas más fáciles. ¡Pásenla lindo!

-Gracias, D. Hablamos luego.

Al llegar a mi casa me dirigí directamente a mi dormitorio. Podía sentir que el pánico me invadía. ¿De dónde iba a sacar un vestido? Toda mi ropa se encontraba en Nueva York y allí en Vancouver solo tenía ropa informal, para los días de grabaciones y demás. Mi cabeza empezó a maquinar a mil por hora; la desesperación empezaba a notarse cada vez más a medida que mi dormitorio se iba llenando de prendas por todas partes. Toda mi ropa terminó desparramada por el suelo y la cama. Sabía que no lograba nada poniéndome así, pero no podía evitarlo. Tomé un vaso con agua de la cocina para tranquilizarme y regresé a mi habitación, no podía dejar que esta tontería arruinase todo. Empecé a recoger toda mi ropa, doblándola una por una y, como por un milagro, encontré un par de vestidos entre todo el caos. No eran de mis mejores, pero definitivamente me acababan de salvar la noche. Tomé una ducha, dejando que el agua se llevara cada uno de mis nervios.

Me decidí por un vestido color rojo vino, maquillaje natural y el perfume que le gustaba a Grant, mi favorito. Faltaban diez minutos para las ocho y podía sentir como los nervios aparecían de nuevo, concentrándose en mi estómago. La ansiedad crecía a cada segundo y no podía dejar de caminar de un lado a otro.

El timbre sonó y mi corazón dio un vuelco. Me dirigí hacia la puerta y abrí. Ahí estaba él, tan lindo como siempre y con esa sonrisa que te derretía el alma. Llevaba un saco sport negro con una remera gris y sus anteojos que tan bien le quedaban.

-Wow –me dijo, inmóvil en su lugar.

-¿Es lo suficientemente bonito? –le pregunté, pasando las manos por el vestido y bajando la mirada para echarme un vistazo.

-Es hermoso, tú eres hermosa. –Nunca me iba a acostumbrar a que Grant me dijese este tipo de cosas.

Se acercó y me dio un abrazo. Pude sentir su perfume al respirar y quise quedarme en sus brazos para toda la eternidad.

La luz en mi vida [Grant Gustin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora