Me dirigí hacia él, sonriendo. Se levantó de su asiento y me dio un pequeño y cálido abrazo, cargado de un agradable aroma a perfume.
—Qué lindo verte –me dijo sentándose y haciéndome una seña para que me sentara también.
—Lo mismo digo –le dije sacándome mi abrigo y dejándolo a un lado.
Antes de que pudiéramos decir algo más, se acercó una mujer mayor, con una gran sonrisa.
—¿No vas a saludarme, kiddo? –dijo mientras miraba a Grant.
Este, sorprendido, la vio y le dio un abrazo.
—¡Lupe! Perdón –le dijo apenado—, no te había visto.
De repente me sentí incomoda, no sabía qué hacer ni que decir. La mujer pareció percatarse de esto y le dijo a Grant:
—¿Me vas a presentar a tu amiga?
—¡Sí! Lo siento... Lupe, ella es Liz. Liz, Guadalupe, la dueña de este bello lugar.
—Un placer –dije, tendiendo mi mano, pero Lupe la miro, negó con la cabeza y me saludó con un beso.
—Lupe, Liz es de Argentina –le dijo y luego se giró hacia mí—. Lupe es de Venezuela, se vino a vivir aquí cuando tenía... ¿cuantos eran? ¿Veinticinco?
—Así es –dijo Lupe—. ¡Qué agradable conocer a otra hermana latinoamericana! —me dijo en su español con acento venezolano.
—Lo es –le contesté—. Nunca pensé que me encontraría con alguien de por allí recién llegada a Vancouver. ¡Se siente bien poder hablar algo de español! –agregué sonriendo.
A todo esto, Grant nos miraba asombrado, sin entender ni medio.
—Entonces, ¿lo mismo de siempre para ti, Grant? —le preguntó Lupe.
—Sabes que sí.
—¿Y para ti, linda?
—Liz recién llega –le hizo saber Grant—, pero aquí hacen los mejores waffles en todo Vancouver –dijo, esta vez dirigiéndose a mí.
—Te voy a dejar el menú para que veas las opciones, ¿sí? Vengo en cinco minutos.
—¿Qué es lo que pediste tú? –le pregunté a Grant.
—Waffle bañado en salsa de chocolate y jarabe de arce y una malteada de frutilla.
Miré el menú, tratando de decidir que pedir. Había todo tipo de waffles: comunes, rellenos, saborizados, lo que hacía más difícil la elección, pero opté por algo no tan fuera de lo común y fui a lo seguro: un waffle con jarabe de arce, un poco de crema y frutos rojos y una malteada de vainilla.
Al cabo de un minuto, Lupe regresó a tomar mi pedido.
—Excelente elección, niña. Enseguida les traigo todo.
Miré una vez más a mí alrededor, pensando en la persona que tenía en frente, que me miraba curioso.
—¿Y?... ¿Te gusta el lugar?
—Sí –le contesté, asintiendo—. Es muy acogedor.
—Me pareció adecuado, además, quería que conocieras a Lupe.
—Es muy agradable y se nota que te tiene mucho aprecio.
—Y yo a ella. Vengo aquí desde que empecé con las grabaciones de The Flash, adoro este lugar y el ambiente cálido y familiar que tiene.
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La luz en mi vida [Grant Gustin]
FanficPor primera vez desde que Liz llegó a Estados Unidos, sentía que era cien por ciento feliz. No más noches llorando, no más pensamientos negativos. Es increíble cómo puede cambiar tu estado de ánimo solo por conocer a una persona. #12 en Flash [27/0...