Jett y Nora me recibieron entre ladridos y moviendo sus colas de un lado a otro, felices de verme otra vez. No eran muchas las veces que había estado en casa de Grant, pero definitivamente los perros me habían tomado cariño rápidamente. Ahora cada vez que llegaba se dirigían corriendo al sillón y esperaban a que vaya a acariciarlos. La que me había sorprendido era Nora, quien al principio parecía obstinada a demostrarme alguna pizca de afecto, pero que ahora rara vez se podía despegar de mi lado cuando los acariciaba. Grant me había dicho que de los dos, ella era la que menos afectiva era y que Jett era el que se ganaba el corazón de todos. Pero conmigo era una dulzura y eso me hizo sentir especial, eso y cómo me miraba Grant cada vez que me veía con sus perros, entre otras cosas.
-Así que... ¿Qué vamos a hacer hoy? –le pregunté. Era su día libre.
-No lo sé... quizás podamos sacar a pasear a estos pequeños –me dijo acercándose al sillón donde Jett y Nora aún se encontraban-. El día esta precioso, y días como este, siendo otoño, hay que aprovecharlos.
No tuvimos que pensarlo dos veces. A los diez minutos ya nos encontrábamos caminando por el parque que se encontraba a solo unas cuadras de su apartamento, junto al puerto. Nos pasamos toda la tarde recostados en el césped, con nuestros dedos entrelazados. Grant no dejaba de preguntarme acerca de mi mudanza, quería saber hasta el último detalle.
-Si hay algo en lo que pueda ayudarte, solo dime –me dijo mientras acariciaba el dorso de mi mano.
-Ya tengo todo arreglado –le contesté-. En una semana estoy volviendo a Nueva York para empacar todo y enviarlo hacia aquí.
-¿Cuánto tiempo vas a quedarte allí? –quiso saber.
-Dos semanas.
Grant pareció no estar muy contento con mi respuesta.
-¿Qué? No es mucho tiempo, te prometo que se pasará volando.
-No, no es eso, es que... esperaba que estuvieras aquí antes.
-¿Por qué? –pregunté, frunciendo el ceño.
-Porque voy a ir a Venice por unos días y quería que vinieras conmigo.
Su respuesta hizo que el corazón me dé un vuelco. No sabía que contestarle, porque recién comenzábamos a salir y prácticamente ya me estaba diciendo que quería irse de vacaciones conmigo. Y no pude sentirme más feliz ante su propuesta, pero tuve que decirle que no; no porque no quisiera, al contrario, me moría de ganas de decirle que sí, de poder estar con él esos días y compartir momentos juntos.
-Grant... -empecé-. No te das una idea de lo feliz que me hace que quieras que te acompañe a Venice, pero no puedo –le dije apenada.
-¿Estas segura que no puedes regresar una semana antes? –me preguntó, como queriendo convencerme.
-No, tonto –le dije con una risita-. Necesito quedarme las dos semanas. Lo siento, de verdad.
Grant se acercó y depositó un beso en mi nariz.
-No te preocupes, estoy seguro de que no nos va a faltar la oportunidad para poder hacer un viaje juntos.
Le sonreí y apoyé mi cabeza sobre su pecho.
-¿Tyler también va a ir? –le pregunté, siguiendo la conversación, solo para escuchar su voz.
-No, tampoco puede. Pero Kyle va a estar allí –me contestó-. Con respecto a Tyler, si quieres puedo decirle que te ayude con la mudanza.
-No, Grant, no hace falta. Ya te dije que tenia todo arreglado, además, mis amigos que viven allí ya se ofrecieron a ayudarme.
-Bien –dijo mientras me acariciaba el pelo. Su tacto me hacía estremecer, en el buen sentido-. Tyler va a ponerse triste cuando se entere que te mudas aquí. ¿Ya te dije que cada vez que hablo con él me pregunta por ti y me dice que quiere verte otra vez?
Nos reímos juntos, allí acostados sobre el césped, mirando al cielo, mi cabeza sobre su pecho, su brazo alrededor de mi cintura. No podía pedir nada más en el mundo.
Estiré un poco el cuello y lo miré. Y mirarlo era una de las cosas que más disfrutaba hacer, porque mirarlo implicaba saber que junto a él podía volver a ser feliz, que junto a él mis problemas pasaban a segundo plano; mirarlo me hacía recordar todo lo que vivimos juntos, las risas, los abrazos, las caricias, los besos; mirarlo significaba que lo tenía a mi lado, y eso, eso era lo que más me llenaba el alma. Tenerlo a mi lado.
Finalmente, Grant también me miro. Pude sentir como mi boca formaba una sonrisa.
-¿Qué? –me preguntó, también sonriendo.
-Nada –le dije negando con la cabeza-. Nada... Es solo...
Grant levantó sus cejas, esperando a que termine.
-Me haces feliz, muy feliz. Y por mucho tiempo pensé que no iba a poder volver a sentirme así, ¿sabes? Tengo mucha suerte de haberte conocido y no puedo evitar pensar en si te merezco... o incluso en si tú te mereces a alguien tan desastroso como yo, alguien tan impredecible... porque sí, ahora estoy bien, pero quizás mañana no lo este o...
-Liz –me cortó.
-Estoy empezando a balbucear, ¿cierto? -le dije con una mueca.
-Si –me contestó-. ¿Sabes que eres especialista en decir cosas sin sentido? –me dijo con una risita-. Pero hay algo en ti que, aunque digas un millón de tonterías, hace que me gustes cada vez más, y ni siquiera sé si eso es posible a este punto. –Lo abracé con mi brazo libre, con fuerza, y besé su pecho-. Tú también me haces feliz y también me hace feliz saber que yo te hago feliz. Así que por favor deja de pensar en si me mereces o si yo te merezco. Tú te mereces lo mejor del mundo, L*.
Grant acarició mi mejilla.
-L... me gusta –le dije con una sonrisa-. Tú eres lo mejor del mundo.
-Y tú eres mi mundo. – Y solo esas pocas palabras hicieron que todo mi ser se iluminara.
****
(*)Léase como: Elle.
Aaaaaaay, no se dan una idea de lo que amo a estos dos tortolos ♥♥♥♥
Y también amo a Grant y a LA, son tan goals, POSTA.
Y los amo a ustedes, por supuesto, porque sin ustedes yo no estaría acá escribiendo esto!
♥
ESTÁS LEYENDO
La luz en mi vida [Grant Gustin]
FanfictionPor primera vez desde que Liz llegó a Estados Unidos, sentía que era cien por ciento feliz. No más noches llorando, no más pensamientos negativos. Es increíble cómo puede cambiar tu estado de ánimo solo por conocer a una persona. #12 en Flash [27/0...