Faltaban dos días para que el otoño llegara oficialmente a Vancouver. Los arboles habían empezado a mostrar sus hojas amarillas y naranjas y la temperatura iba disminuyendo lentamente. Pero ni siquiera el hecho de que estaba por empezar mi estación favorita del año hacía que ese día me sintiera mejor.
Lo que más me dolía desde que había empezado a vivir en Estados Unidos, era, obviamente, estar lejos de la gente que amaba, y dolía aún más cuando sabía que no iba a estar presente para sus cumpleaños, o para fechas importantes, como el día de la madre o el padre.
Al día siguiente era el cumpleaños de mi hermano y, aunque él siempre me hizo saber que me entendía por no estar allí para celebrarlo, no quería nada más en el mundo que estar con él y abrazarlo.
Grant trataba de animarme desde el otro lado del teléfono.
-Liz, no estés mal, tu hermano te ama y entiende la razón por la cual no puedes estar con él.
-Lo sé, pero no puedo evitar sentirme así, sentirme una mala persona por no estar allí.
-No te martirices, por favor. Lo último que eres es mala persona.
Sonreí. Grant siempre lograba sacarme una sonrisa cuando no me sentía bien.
-Mira, te llamaba para saber si hoy a la noche querías venir a mi casa. Van a venir algunos del elenco y de verdad creo que te vendría bien distraerte un poco.
Me alegró que me haya tenido en cuenta para sus planes, sin embargo, le dije:
-No lo sé, Grant... No quiero sentir que sobro o que piensen que estoy de más...
-¿Estás loca? Danielle va a estar presente y los chicos siempre preguntan por ti.– Me quedé en silencio, pensando en qué contestar-. Por favor, Liz. Además, quiero que conozcas a Jett y a Nora.
Al decir eso me terminó de convencer. Grant no paraba de decirme lo adorables que eran sus perros y, sinceramente, yo me moría de ganas por conocerlos. Así que ahí estaba yo, parada enfrente de su puerta. Como casi toda mujer, había estado horas y horas pensando que ponerme y arreglándome antes de salir. Había aceptado, tras una larga noche sin poder dormir, que Grant me gustaba, y aunque no quería que lo que sentía por él pasara a mayores, no podía evitar el querer impresionarlo.
Grant abrió la puerta con una sonrisa en su cara.
-Hola –lo saludé tímidamente.
-Hey –me dijo, dándome un abrazo-. Te ves bien, me gusta la chaqueta.
Bajé la mirada, avergonzada. Era la primera vez que me decía que lucía bien y no pude evitar que mis mejillas tomaran color. Recé para que Grant no lo notara.
Traía puesta mi chaqueta de jean, la que usé cuando salimos a tomar cerveza. Grant me había dicho que le había gustado porque se parecía a una que tenía el.
-Gracias –dije, tratando de recomponer la compostura-. A mí también me gusta esta chaqueta. –Le sonreí y me hizo pasar.
Cuando ambos estábamos en el interior pude verlo más atentamente. Llevaba puesta una remera blanca arremangada hasta sus codos y un jean oscuro. Grant tenía el don de hacer de algo simple, algo increíble, porque con solo eso que tenía puesto se veía increíblemente bien. Y para colmo, estaba usando unos lentes con marco negro que le quedaban increíblemente sexys.
-Tú también te ves muy bien, por cierto. –Pude notar como su timidez aparecía.
-Gracias.
-Sé que me dijiste que no hacía falta que trajera algo, pero no quería venir con las manos vacías, así que traje esto –le dije pasándole un pack de cervezas.
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La luz en mi vida [Grant Gustin]
FanfictionPor primera vez desde que Liz llegó a Estados Unidos, sentía que era cien por ciento feliz. No más noches llorando, no más pensamientos negativos. Es increíble cómo puede cambiar tu estado de ánimo solo por conocer a una persona. #12 en Flash [27/0...