22. Darse cuenta

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Dos semanas en Nueva York, lejos de él. Dos semanas en donde lo único que esperaba en el día era escuchar su voz por la noche. Habíamos pasado los días hablando por teléfono cada segundo que podíamos, la mayoría eran llamadas de pocos minutos ya que Grant grababa casi todo el tiempo, y a la noche era el único momento que teníamos para hablar sin interrupciones, así que hablábamos sin parar hasta que alguno de los se quedaba dormido. Siempre me encontraba hablando sola (Grant era el primero en dormirse) y me quedaba escuchando su respiración. Ese sonido, ese simple sonido, me hacía la persona más feliz del mundo.

Y una noche, escuchando su respiración pacifica, caí en la cuenta de algo. Algo que siempre había sentido pero que no había sido capaz de descifrarlo hasta el momento. Quizás el estar tan lejos de él me había hecho dar cuenta de cuanto lo necesitaba, cuanto necesitaba verlo, escucharlo, besarlo... Todo esto que sentía por él ya iba más allá de una atracción o de un simple afecto, todo esto que sentía por él... era amor, amor puro. Y mientras me daba cuenta de cuan enamorada estaba de Grant, de saber que no había vuelta atrás, sabiendo que nada podía hacer para cambiar lo que sentía, lagrimas caían por mis mejillas. No podía evitarlo. No estaba muy segura de por qué lloraba, pero no podía parar de hacerlo. ¿Por qué, sabiendo que Grant me hacía bien, sabiendo que me hacía completamente feliz, estaba llorando? Y entonces el miedo se apoderó de mí una vez más, y empecé a temblar. Y también entendí por qué lloraba. Lloraba porque sentía que no era justo para Grant que alguien como yo se enamorara de él, lloraba porque no sabía qué hacer con estos sentimientos, lloraba porque no sabía que iba a pasar conmigo, ni con mi relación con él, y no saberlo, no saber si las cosas iban a salir bien entre nosotros, me generaba una gran angustia en el pecho. Mi parte racional sabía que estaba pensando de más toda la situación, sabía que todo este desvarió era totalmente innecesario, pero otra vez, no podía evitarlo. Y a su vez, también lloraba porque estar enamorada de Grant era una de las cosas más lindas que me habían pasado. Empecé a pensar en él, en su manera de mirarme, en sus caricias, en su risa, en sus brazos alrededor mío, esos brazos que me brindaban toda la seguridad que necesitaba... y eventualmente, me tranquilice por completo.


La mayoría de mis pertenencias ya se encontraban en viaje a Vancouver. Como mi casa de Nueva York no iba a ser vendida o rentada (ya que aún iba a tener que volver de vez en cuando por trabajos), dejé las cosas básicas que me iban a ser de utilidad cuando volviera: cocina, heladera, mesa, cama, etc. Grant estaba dispuesto a ayudarme a toda costa, por lo que le pedí que se encargara de buscar la llave de la casa por mí y de recibir las cosas que había comprado para amueblarla.

A pesar de todo el caos de la mudanza, pude reunirme con Will, mi representante, que me dijo que las grabaciones de mi nueva película comenzarían en Marzo del año próximo; me puse al día con mis amigos, quienes estaban tristes por mi partida pero a la vez muy felices por mí; y también pude verlo a Tyler, el cual estaba muy contento de verme.

>> -Así que... Grant me dijo que están saliendo –comentó Tyler después de haber recibido nuestros cafés.

-Si... -le contesté, algo tímida-, así es...

Tyler me miraba y asentía mientras caminábamos por las calles de Nueva York.

-Estoy feliz por ustedes, chicos, de verdad. Lo escuché decir, sincero.

Lo miré y le sonreí, sus palabras eran importantes para mí.

-Gracias, Tyler –le dije, tomando su brazo.

Tyler me miró sorprendido ante mi agarre y mi repentina confianza, pero eso era lo que él me generaba. Había algo en él que me hacía recordar a mi hermano, y eso, de alguna manera, me hacía sentir segura.

-Si no fuera por ti, creo que aun estaría esperando a que Grant me pidiera el salir con él.

Nos reímos juntos y seguimos nuestro camino, hablando como si fuésemos dos amigos que se conocían hace años.<<

Después de varias cuadras caminando, me encontré contándole a Tyler cosas personales que solo sabía la gente más cercana a mí. Como dije, Tyler me generaba confianza.

Esa noche Grant me llamó preocupado, ya que después de subir una foto junto a su hermano en mi Instagram, empezaron a insultarme y a decir cosas sin sentido en los comentarios.

-Hey, babe -me saludó-. ¿Cómo estás?

-Bien, como dije, de verdad que no me importa lo que digan de mí, yo sé cómo son las cosas -le contesté, tratando de tranquilizarlo.

-Todo lo que dijeron, nada de eso es verdad -me dijo refiriéndose a los que me llamaron «puta».

-Ya lo sé, Grant. Lo digo en serio, no me importa lo que piensen, estoy muy segura de lo que soy, probablemente es una de las únicas cosas en las que soy segura, así que no tienes que preocuparte.

-Bien... solo quería saber cómo estabas, escuchar tu voz... -Lo escuché suspirar desde el otro lado de la línea.

-Estoy bien. Lo único que me molesta es haber arrastrado a Tyler en esto, no era mi intención.

-Créeme que él lo sabe, L.

Me quedé en silencio, solo escuchando mi respiración y la suya.

-Te extraño -le dije, casi sin darme cuenta.

-Yo también, mucho.

Esta vez fui yo la que se quedó dormida primero y a la mañana cuando desperté, tenía un mensaje de Grant que decía: «Dulces sueños, mi hermosa L».


Mi última noche en Nueva York la pasé con mi grupo cercano de amigas, quienes aguantaron cada uno de mis ralles en los últimos detalles de la mudanza. Al final, terminamos todas llorando como si nunca más nos volviésemos a ver (después de haberles repetido una y otra vez que iba a volver a la ciudad más veces de las que se pudieran imaginar). Al otro día me acompañaron al aeropuerto y nos despedimos por última vez; allí me esperaba un grupo de paparazis que no dejaba de hacerme preguntas. Traté de contestar lo más que pude y seguí mi camino. La mayoría me preguntaba por Grant, como era de esperarse, y yo muy divertida las respondía.

-Liz, Liz –me llamaba uno-. Todos los fans se están volviendo locos porque llamaste a Grant «bae» en una de tus publicaciones en Instagram...

-Bueno, el es un «bae», ¿has visto su cara? Quiero decir... -le contesté interrumpiéndolo, antes de que pudiera decir algo más.

-¿Pero él es tu «bae»? –siguió.

-Él es el «bae» de todos –le contesté, esquivando su pregunta-. Lo siento chicos, pero estoy apurada –les dije, apretando el paso.

Cuando me subí al avión, le mandé un mensaje a Grant.

> Ya estoy arriba del avión, no puedo esperar a verte.

>> Que tengas un buen vuelo, baby, yo tampoco puedo esperar! Te extraño!

Apagué mi celular y me recosté sobre el asiento, ansiosa por volverlo a ver.


***

Ayyyyyyyyyyyyy, Liz e.e

Miles de gracias a los que me siguen leyendo, votan y comentan, los amo con toda mi alma ♥

Nos leemos pronto!

La luz en mi vida [Grant Gustin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora