La luz en mi vida [Grant Gustin]

1. The Flash

Estar en Vancouver se sentía bien, siempre me había agradado el clima frio y aquí no me podía quejar. Gracias a Dios no me tocaba grabar hasta dentro de dos días, ya que me habían dado el fin de semana para que terminara de acomodarme y repasara bien mis escenas. Sabía que The Flash estaba siendo grabada también allí y tenía muchas ganas de volver a ver a Danielle, con quién nos conocimos durante las grabaciones de Piraña 2; desde entonces nos hicimos muy amigas, pero en el último año habíamos perdido el contacto por diferentes razones. Había recibido un mensaje suyo durante la semana que decía que quería verme ni bien llegara, así que la estaba esperando en un café, sentada en una de las mesas.

La vi entrar, ella siempre con su sonrisa de oreja a oreja.

—¡Liz! ¡Qué alegría verte! –me dijo con un abrazo.

—¡Lo mismo digo! –le dije, también sonriendo.

Verla después de lo que parecía haber sido una eternidad me ponía muy feliz y, hasta ese momento, no había sido consciente de lo mucho que la extrañaba. Consideraba a Danielle una de mis mejores amigas allí en Norteamérica, hablar con ella me resultaba muy fácil, era de esas personas que sabían escuchar y qué decir en el momento correcto. Comprensiva, amable, solidaria y siempre atenta.

Empezamos a hablar de nuestro trabajo, ella me preguntó qué tal iban las grabaciones de la serie que estaba grabando allí y yo le pregunte por The Flash.

—Déjame decirte que soy gran fan de la serie. Todos hacen tan bien su papel... Tom, Carlos, Grant... También soy muy fan de Grant –agregué con una risa tímida.

—¿De verdad? – preguntó, más interesada que sorprendida.

—Si –le contesté—, creo que es un gran actor y un gran cantante. Cuando lo vi en Glee por primera vez quedé fascinada.

—Grant es una gran persona y es muy talentoso, es un placer trabajar con él –me dijo con orgullo—. Ustedes dos se llevarían muy bien, ahora que lo pienso.

—¿De verdad? Bueno, no me molestaría para nada conocerlo –dije sincera.

Danielle se quedó callada por un segundo y luego me preguntó de la nada:

—¿Estas saliendo con alguien?

Su pregunta me había tomado totalmente desprevenida.

—No —le respondí frunciendo el ceño, un poco confusa.

—Perfecto entonces, Grant también está soltero –dijo en tono de broma, o eso creí yo.

La tarde se pasó rapidísima. Nos la pasamos hablando de todo lo que no habíamos hablado en el tiempo que perdimos contacto. Chicos, familia, trabajo y cosas sin sentido. Cuando ya se hizo muy tarde, nos saludamos y prometimos volver a vernos mientras estuviésemos allí.

Cuando llegué a la tranquilidad de la casa que estaba rentando, llamé a mi mamá, para ver cómo iban las cosas por Argentina.

—Hola, hija –me saludó contenta—. ¿Cómo va todo?

—Bien ma, estoy en Vancouver, grabando la serie de la que te conté. Hoy vi a Danielle, ella está grabando también aquí, fue muy lindo volver a verla.

—Me alegro mucho, Liz, ¿hasta cuándo te quedas allí?

—Una semana más, después voy a estar en Nueva York, hasta que me llamen para grabar otra vez. ¿Cómo anda todo por allá?

—Tranquilo, como siempre –se rió—. Los tíos bien, yo bien, tú hermano también. Ayer hable con él, me dijo que está saliendo con alguien, amiga de un compañero de trabajo...