CAP 34 Y 35

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CAPÍTULO 34.

Lo estuvo buscando toda la tarde, se recorrió todo el hotel de arriba abajo, e incluso habló con las hermanas de Louis, no sabían dónde se había metido. Finalmente se acercó a la casa del acantilado.

La puerta estaba abierta y había luz en el interior. Louis estaba sentado junto a la gran ventana contemplando el mar, estaba realmente guapísimo, insoportablemente guapo.

Inconscientemente sintió aquel cosquilleo por primera vez, cuando vio los ojos azules y la sonrisa formándose en la cara del otro, diciéndole calladamente que sabía qué estaba mirando, aquella sensación de sentirse expuesto bajo la mirada penetrante de Lou.

En ese momento, no existía nada, no había nada, su mundo era una completa negación de la existencia de cualquier cosa ajena  a él.

Sin mediar palabra se sentó a su lado y tomó su mano con ansiedad. El aire que entraba era frío, pero le ayudaba a luchar contra esa sensación de mareo que se estaba apoderando de él cómo una especie de vértigo.

Con un sabor amargo en la boca comenzó su discurso.

H: El lunes me voy a Londres-el dolor le mordía las palabras.

L: Y cuándo vuelves?- dijo sin girarse a mirarlo, distraído por el paisaje oscuro.

H: No voy a volver Louis, tengo que marcharme y solucionar mi vida- estaba inquieto e intentaba no prestarle demasiada atención a su corazón que latía desbocado, necesitaba mantener la calma.

L: Entonces, vas a curarte?- curiosamente había esperanza en su voz.

H: Sabes de sobra que lo mío no tiene cura…- empezaba a faltarle el aliento.

L: Y tu sabes de sobra a qué me refiero. Vas a comenzar el tratamiento?- Louis resopló con suavidad, pero le pareció ver que sus ojos brillaban con afecto y preocupación.

Había tantas cosas que quería decirle…necesitaba justificarse, justificar su huida. Dejarle claro que aquello era un punto y final entre ellos dos.

H: No se trata de eso, me voy porque quiero alejarme, necesito poner tierra de por medio entre tú y yo. Esto no es justo para ninguno y la mejor manera de terminarlo es que yo me vaya.-ninguno dijo nada más y durante varios segundo un silencio sepulcral invadió la estancia. Cuando finalmente Louis lo miró, prefirió dirigir los ojos en otra dirección.

Sintió como se acercaba sin miedo, tomándolo por la barbilla y  besándolo con dulzura, una dulzura que dolía. Dolía su piel hirviendo sobre sus labios, dolían sus manos jugueteando con su cabello y dolía el cosquilleo incontrolable en sus venas, en su cuerpo entero.

Dolía aquel beso entero, porque sabía a despedida.

CAPÍTULO 35.

Se fijó en los ojos de Harry, en aquella mirada penetrante y se aferró a ellos como si su vida dependiera de ese instante. Louis abrió la boca, lo pensó mejor y volvió a cerrarla. Entonces girando sobre sus talones, salió cerrando de un portazo.

Sintió como la náusea crecía en su interior. Había oído todo lo que el menor tenía que decirle; asimilando las palabras, intentando atribuirles algún significado. En aquel momento nada parecía tener sentido.

De saber por Niall su historia y aceptar sus sentimientos y frustración a la confusión de una ¿ruptura? Se iba, se iba por su culpa, se iba a morir lo más lejos posible de él, pero por qué? Había sido amable y considerado, le había abierto su corazón y demostrado sus sentimientos, únicamente quería ayudarlo y acompañarlo en su camino y Harry se limitaba a rechazarlo sin excusas.

Su vida había sido un auténtico calvario los últimos diez años y parecía no querer que eso cambiara ni un ápice.  Sus ojos comenzaron a humedecerse, sentía que algo dentro de él no marchaba bien. Aquel adiós parecía no tener marcha atrás y se creía responsable de lo sucedido al cien por cien, sin ser realmente culpable de nada.

No sabía si estar enfadado o despechado, si volver a la casa y partirle la cara a ese maldito niñato que le había arruinado la vida o, abrazarlo y besarlo como un salvaje hasta poder convencerlo de que la solución a todos sus problemas era él y nadie más que él.

La vida le había cambiado 360 grados en poco más de una semana y se sentía como en una loca montaña rusa, que ahora se despeñaba cuesta abajo.

Tenía dos días de margen, dos días para tomar una decisión. Tenía que buscar la forma de hablar con Gemma, necesitaba otro punto de visto, ya sabía lo que opinaban Zayn y Niall, necesitaba la de  su hermana para completar el puzle y ser capaz de hacer algo, como el hombre que era.

Si ella le confirmaba que Harry lo quería, correría detrás de él hasta Londres si fuera necesario y lo obligaría a explicarle la razón de su estúpida e innecesaria separación y de toda esa absurda adicción al sufrimiento.

Quería respuestas y no se iba a quedar de brazos cruzados esperando por ellas. Nunca se había sentido intimidado en la vida, él era una persona de acción y si todo aquello lo sobrepasaba, sencillamente buscaría soluciones a sus problemas. Ponerse a llorar no lo llevaría a ninguna parte.

MY WRISTS ARE RIVERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora