CAPÍTULO 20.
Remordimientos, eso era lo que sentía ahora, junto con un temor inquietante a que acabara esa noche, a despertar en un día de luz fría.
Se había pasado la noche en duermevela, suspirando, sin acabar de creerse que lo tenía al lado, soñando con él. Ahora descansaba abrazado a Louis mientras olisqueaba su pelo y se estremecía de placer, no podía ser más ridículo.
Toda aquella situación imposible no deja de desgarrarle, de destruirle, de aniquilarle, de hacerle sufrir, pero como el perfecto masoquista que es no puede evitar disfrutar del momento, ahogando las inmensas ganas de gritar que lo abordan.
Nota las variaciones en la respiración del mayor, está agitado, a punto de amanecer.
Qué será de ellos?
H: Buenos días- dice con la voz aun adormecida y separándose lentamente
L: Buenos días- su saludo le provoca una punzada en el estómago. Se gira y se le queda mirando con el gesto torcido, a medias entre el dolor y la tristeza. Harry puede escuchar su propia respiración acelerada.
Pese a todos los miedos le tiende la mano compasivo; Louis se aferra a ella y la sujeta agónicamente. La noche no ha reparado ni calmado nada. Necesitan espacio aunque les duela alejarse.
Se despiden sin tocarse, sin prometerse nada, como apenas dos completos desconocidos. Necesita un par de somníferos, desconectar, no está preparado para pensar en ellos como en un todo.
Sólo de imaginarse lejos de él, hace que vuelvan todas las dudas, la amargura y la hiel. El gusto rancio de un sueño destrozado antes incluso de comenzar.
Se acuerda de Londres de Niall y Liam, y de cómo los necesita ahora mismo. Piensa en su hermana Gemma que siempre lo abraza cuando se siente roto por culpa de algún desamor. Ese hilo inevitablemente le lleva a Nick, que lo usó y dañó dejándolo completamente inservible para cualquier relación futura, le lleva a hospitales y análisis y a las consecuentes malas noticias, que le destrozaron la vida.
Cómo había podido ser tan incauto, tan infantil? El que se creía un hombre de mundo y se había dejado engañar como el más estúpido de los niñatos. Y por culpa de todo eso ahora se veía obligado a alejar a Louis.
CAPÍTULO 21.
En los últimos días, la vida de Louis se había visto completamente trastornada por aquel chico, ya ni siquiera se reconocía a sí mismo. No sabe que debe hacer, no sabe en quien se ha convertido.
Será posible que ahora le gusten los hombres? O es sólo Harry? O es la situación?
Por qué se siente rechazado? no cree que estén en sintonía, pero ha sido Harry quien le ha pedido que pasaran la noche juntos, aunque, en realidad, eso no significa nada, únicamente se sentía solo… Lleva toda la mañana y parte de la tarde esperando una llamada, saber que no ha dado señales de vida lo preocupa.
No tenía por qué esperar que él apareciera, que contactara, pero el hecho de haberlo creído, aunque por poco tiempo, hace inevitable el desengaño.
En el fondo sólo han dormido abrazados, nada más, vuelve a repetirse como si esa frase lo pudiera apartar de la realidad. El miedo lo está taladrando porque lo que siente no es ni más ni menos que amor, sencillamente se había enamorado sin remedio.
Sus mejillas de pronto se volvieron completamente rojas al ser consciente de la verdad, esta avergonzado ante su descubrimiento. Su corazón late al ritmo de tambores en guerra.
Sigue allí sentado, como el perfecto recepcionista, con la mirada perdida y las manos sudorosas, decide hacer el primer movimiento. Si Harry no tenía el valor de aclarar las cosas, el lo haría. Marcó el 310 en el teléfono sin saber aún que iba a decir.
Un tono, dos, tres…no contesta. Vuelve a insistir. Maldita sea! Piensa y como una exhalación sube al tercer piso. Nunca le habían valido las excusas y aquella no iba a ser la primera vez. Se enfrentaría a todo aquello fuera como fuese.
Llamó con urgencia a la puerta y cuando ya estaba pensando en utilizar la llave maestra, vio como giraba el pomo. Sintió como una furia lo abordaba y nublaba su consciencia por completo. Las palabras que quería decir le taladraban la mente, relajó sus puños cerrados por el ímpetu y atrajo a Harry hacia sí, abrazándolo estrechamente. Hundió la cabeza en su pelo, aspirando aquel reconfortante aroma, intentando perderse en él, narcotizarse para no tener que hablar.
Acarició suave la frente con la punta de la nariz y jugueteó con sus labios sin saber. Acercó la mano a su garganta y le acarició la áspera mandíbula con el pulgar. Al final sus labios se juntaron sucumbiendo uno al cuerpo del otro mientras se le ponía la piel de gallina y unas fuertes ráfagas de excitación sexual le invadían todo el cuerpo. No recordaba experimentar unas sensaciones semejantes.
Abrió la boca para que la lengua de Harry acariciara la suya. Los labios del menor eran suaves y cálidos y su aliento sabía a menta fresca y aire puro.