CAPÍTULO 32.
Una cama vacía le da la bienvenida esa mañana. Hace un día bonito, tan claro y brillante que parece haber sido creado expresamente como tormento para su soledad. La certeza de que Louis se ha marchado le envenena la sangre y se pasa la mañana ovillado bajo las sábanas, sorbiendo su propio llanto.
Recuerda las palabras de su hermana cuando le explicó lo desesperado que estaba, cuando intentó aclararle cómo se sentía perseguido por su pasado y cómo el recuerdo de Nick y la enfermedad no lo dejaba avanzar con Louis.
“El miedo te hace dudar, perder oportunidades, no te deja vivir ni sentir. No temas y aprovecha cada momento. Encontrarás la manera de hacerlo”.
No, no iba a encontrar la manera de hacerlo, no iba utilizar a Louis como lo habían utilizado a él. No podía ponerlo en riesgo por un minuto de placer o un momento de lujuria. No estaba dispuesto a convertirse en una persona tan despreciable.
Se levantó con prisas, alejaría a Louis si eso era lo que tenía que hacer, estaba decidido y no pensaba flaquear al respecto. Lo apartaría como si se tratase del mismísimo demonio y luego se marcharía de aquel maldito pueblo. Huiría, tal y como llevaba haciendo el último año, volvería a Londres si eso era necesario y se refugiaría en Gemma, eso era lo único que necesitaba. Si permanecía cerca, más cerca querría estar y eso sería irremediablemente la perdición de ambos.
Cortarse le sirve para desahogar el dolor. Ese dolor tan hondo y profundo como una lanza atravesándole el estómago, ese dolor que forma parte de su rutina, es lo primero de lo que tiene que deshacerse antes de meterse en la ducha. Conoce perfectamente el escalofrío que le produce ese momento, como se le cierra el pecho y una extraña ansiedad le pide acercar la navaja a su piel. . Le invade una descarga que le deja nublado, ciego, somnoliento y destartalado.
Las suyas siempre habían sido batallas perdidas y el destino no hacía más que demostrárselo una y otra vez, pero en esta ocasión su derrota estaba estrechamente relacionada con la victoria de Louis. Huir era lo mejor para él y eso era lo único que importaba, aunque implícitamente significara perder lo único que había vuelto a hacerlo feliz y le había dado esperanzas en mucho tiempo.
CAPÍTULO 33.
Louis se despertó con la sensación de que un tren le había pasado por encima. Oía un timbre agudo y constante que no dejaba de sonar. Cuando consiguió abrir los ojos y moverse hacia la mesilla de noche, sintió como mil agujas atravesándole las corneas. Respondió perezoso, con apenas un hilo de voz, creyendo que iba a morirse de un momento a otro.
N: Hola! Louis!...Hay alguien?- era la voz cantarina de Niall la que lo trajo a la realidad como si esta le hubiera dado un puñetazo en el estómago, despertándolo completamente.
L: Ho..Hola Niall, buenos días.
N: Siento molestarte si estabas durmiendo, pero una de tus hermanas me facilitó tu teléfono en cuanto le dije que tenía que hablar contigo urgentemente – sonaba terriblemente alegre y aquello le resultaba especialmente molesto.
L: Urgente? Le ha pasado algo a Harry? – preguntó sin sentido, deducía por la voz del irlandés que nada malo sucedía, pero no podía evitar demostrar su interés por él, aunque eso le resultase especialmente doloroso esa mañana.
N: No, no te preocupes. Tan sólo quería invitarte a comer, en compensación, por todo lo que has hecho esta última semana por nosotros, bueno en realidad por Harry-hizo una pausa- Me han hablado de un lugar muy bueno, un auténtico restaurante italiano, que no está muy lejos ¿Te gusta la pasta? – sólo de pensar en ingerir cualquier clase de alimento le entraban unas náuseas horribles, pero quería ser amable y no perdía nada por un poco de charla intranscendente.
L: Si.
El restaurante se hallaba en una callejuela demasiado estrecha y empinada en la zona de Tower Park. En la entrada colgaba una cortina pesada y en cada mesa había una jarrita de vino. En todo el local no habría más de seis mesas. Era el lugar perfecto para una cita romántico, pensó absurdamente.
El camarero tomó su pedido y rellenó ambos vasos con el líquido granate. Niall lo observó mientras tomaba un sorbo ofreciéndole una sonrisa.
N: Creo que tengo las respuestas a muchas de tus preguntas, puedo ayudarte y de paso ayudar a Harry- aquel chico transmitía confianza y seguridad y Louis no pudo más que hacer un gesto de asentimiento con la cabeza.
Nunca le había costado tanto concentrarse. Todos los nervios de su cuerpo parecían en guardia. Intentó sonreír, pero le lanzó una mirada que en realidad hablaba de preocupación.