CAPÍTULO 39.
Se maldijo a sí mismo por todo lo que acababa de decir, quiso morirse por comportarse como un crío despechado con Harry. Se sentía estúpido, usado y extremadamente frágil. Había actuado como un adolescente con muchos pájaros en la cabeza que se creía invencible y había sido derrotado por la cruda realidad.
No sabía quién era ni en quién se había convertido. No quería ser esa persona lastimosa pero no podía evitarlo. Sólo como nunca lo veía todo negro como en un mundo colapsado y sin ningún sentido.
Se sentía como el perfecto inútil, que no sabe qué hacer consigo mismo ni con su propia vida. Tenía que encontrar la forma de tranquilizarse. Focalizar su enfado y su pesar en algún objetivo que lo distrajese.
Echó a andar sin rumbo fijo y sin darse cuenta sus pasos le llevaron hasta el acantilado. En el aire flotaba un olor extraño, como de marea baja y con cada paso que daba, todo a su alrededor se iba volviendo más oscuro. Todo silencio, solo roto por los árboles agitados por el borrascoso viento.
Cruzó la gran verja oxidada que daba acceso al camino de la finca y como un zombie entró hasta la amplia zona de la galería. Allí estaba olvidado su viejo cuaderno de piel. La melancolía que llevaba dentro rugió por salir y lo hizo en forma de palabras. Mientras tanto Harry daba vueltas y más vueltas en su cabeza como una peonza que no deja de girar frenética y acelerada.
Escribir es una forma de exorcizar todos sus demonios, de sacarse parte de la amargura que lleva dentro, vomitando cada frase, cada sílaba.
Un escalofrío lo recorre al caracterizar a Harry como el perfecto héroe de su novela, un héroe que se corta y auto mutila como un verdadero valiente. La ironía siempre ha sido su fuerte y el amor no puede con el resentimiento.
El recuerdo de lo poco que habían tenido es frágil pero intenso. Escribir sobre él es una forma de conservarlo para que no desaparezca cuando se marche. Intenta fotografiar sensaciones, convirtiéndolas en palabras y dejando que las horas pasen sobre él como un torpe y lento caracol.
Comienza a amanecer, la habitación está helada y sólo se da cuenta cuando comienzan a castañearle los dientes a causa del frío y por qué no decirlo, de la rabia…
CAPÍTULO 40.
Gemma no es una pusilánime, no es frágil ni manejable y le hace frente como un verdadero muro. Si, está en una relación con Niall y qué? Qué hay con eso? Qué tiene de malo? Acaso el irlandés no sigue siendo su mejor amigo, acaso no es la única persona que no los ha dejado de lado en todas su penurias, el único que ha sido incondicional?
Le echa en cara toda la mierda que ha tenido que sufrir por él durante años, todas las penas y sin sabores. Porque ella también es persona, ella lo quiere como no lo querrá nadie en su vida y ve totalmente injusto que se esté comportando como un niño consentido y malcriado por algo que en realidad tendría que hacerlo feliz.
Qué puede haber mejor que emparentar con tu único amigo en el mundo porque se ha enamorado de tu hermana. Porque algo debía quedarle claro, lo suyo con el rubio era algo serio y de verdad. No era ni mucho menos una conquista más, era amor verdadero y ella estaba completamente segura de eso.
Harry se contrae como si cada palabra fuera un golpe, sin darse cuenta se topa con una realidad que desconocía, ve la pena de Gemma como algo que está ahí y que ha estado soportando durante más de 10 años. Ve su egoísmo reflejado en un espejo que le dice la verdad sin adornos.
Se queda sin argumentos e intenta pedir perdón sin más lágrimas, está cansado de tanto llorar y su hermana está cansada de tanto drama, debe encontrar la manera de conseguir ser más fuerte, por él y por los que le rodean.
Se abrazan sin rencores, pero la mayor aún no ha acabado…
G: Qué ha sido eso que acabo de ver con Louis? – le pregunta sin rodeos – has sido cruel y tú no eres esa clase de persona, qué pretendías.
H: Sólo quería que se marchase…no lo quiero a mi lado- decirlo en voz alta hacía que la sangre se le congelara en las venas.
G: Por qué?
H: Porque me he enamorado de él y no puedo permitirme tan si quiera decirlo en voz alta. Porque estoy roto y no quiero romperlo a él. Mi camino ya está definido y tiene una meta claramente marcada y no voy a dejar que lo recorra conmigo. No quiero tener que sentirme culpable de mi propia muerte.
G: Elige vivir.