cap 67 y 68

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CAPÍTULO 67.

Se siente febril, acaba de tomar una decisión definitiva. Si Nick lo obliga a marcharse con él a Londres no llegarán a destino. Le abruma pensar que no lo volverá a ver y las lágrimas se agolpan en sus ojos.

Nick: Está el niño bonito llorando? No puedo creerlo! – su voz es estridente y desagradable, la voz de alguien medio loco – No estés triste querido, lo vamos a pasar como nunca a cuenta del bueno de Harry. Déjate de sentimentalismos, seguro que cuando se la estés metiendo por todos los agujeros de su cuerpo no lloras. Verás que divertido – dice mientras gesticula con su arma.

Aprieta los dientes y le escupe.

Nick: Qué maleducado Louis! Como sigas portándote así no te voy a dejar jugar con nuestro muñeco, me lo quedaré para mí solo y te encerraré en el cuarto de los ratones – no sabe qué clase de psicopatía sufrirá Nick pero tiene claro que no dejará que contamine a Harry nuevamente, aunque tenga que dejarse su vida en ello.

La noche no puede ser más desapacible y fría. A empujones Nick lo sube al coche sin dejar de apuntarle con la pistola.

Nick: Conducirás como un buen chico mi precioso Mercedes y no apartarás la vista de la carretera en ningún momento, a menos que prefieras que te deje inconsciente y lo lleve yo – tenía la sonrisa de loco congelada en la cara y con ella daba más miedo que el peor de los monstruos.

Louis negó con la cabeza y se dispuso a arrancar. Sabía cuál era la curva perfecta, sabía que ese era  su adiós. Mientras maniobraba giró levemente la cabeza para despedirse de la casa y con ella de Harry. Despacio y con prudencia comenzó a avanzar.

Se sacrificaría, en una especie de última ofrenda a Harry en señal de homenaje a su amor a la vez que renunciaba a él. En una última y estúpida batalla él finalmente sería el perfecto héroe de aquella maldita historia.

La curva que daba al camino de la playa se aproximaba a la velocidad del rayo, pese a que el coche no iba muy deprisa. Con determinación y aplomo, Louis aceleró como un loco, pisando a fondo.

Se cubre la cara con los brazos y siente como cae, con una certeza de imposibilidad. Un grito feroz se ahoga entre sus labios. Todo se apaga.

CAPÍTULO 68.

Tumbado en la cama, Harry recupera la percepción de las cosas. Se ha quedado profundamente dormido y unos golpes lo sacan de su sueño. Es un regreso lento, porque no quiere despertar. Intuye que tendrá que enfrentarse a la realidad, hacerle frente…

El repiqueteo en la puerta de entrada termina de espabilarlo y como un zombie se acerca a abrir, mientras se frota los ojos. Una pareja de policías le espera al otro lado.

Policía 1: Buenas noches. Es este el domicilio del Sr. Tomlinson?

H: Si…

P1: Es usted familiar suyo?

H: Por qué. Le buscan?

P2: No exactamente. Hemos encontrado su documentación y su tarjeta de visita marcaba esta dirección. Ha habido un accidente cerca del acantilado.

H: Un accidente?

P1: En un coche, un Mercedes C350 negro, viajaban dos hombres. Uno está grave. El otro ha muerto.

Un Mercedes C350 negro, Nick tiene ese coche…dos hombres…Louis! Harry cae al suelo,  desplomado. Antes de perder la noción de la realidad siente que se le desmenuza la vida.

En los hospitales, el ritmo del tiempo se altera, transcurre de una forma singular. Los relojes no sirven de nada y los médicos parece que tampoco.

La espera es desesperante. No puede hacer nada, no puede identificar a nadie. No es padre, ni hijo, ni marido…solo le queda esperar.

Cuando Jay entra como un tornado Harry no sabe cómo reaccionar. Aquello es culpa suya de una forma muy retorcida y novelesca y aún no es consciente de hasta dónde llega esa responsabilidad, no sabe si Louis está vivo o muerto.

Sin apenas darse cuenta siente como los brazos de la madre de Louis lo estrechan con fuerza, como si necesitaran un soporte al que aferrarse para no hundirse en la angustia de no saber.

Detrás llegan las cuatro niñas Tomlinson y ambos adultos se ven en la obligación de contenerse para no alarmarlas más de lo que ya lo están. Harry se queda a cargo haciendo de tripas corazón mientras llevan a Jay a ver al paciente en primer lugar y luego…en caso de no reconocerlo…luego al muerto.

Todo sucedía a cámara lenta como distorsionado.

MY WRISTS ARE RIVERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora