FLASHBACK by HARRY
No puedes hacerte una idea de lo loco que estaba por Nick, era sencillamente perfecto para mí. Era mi amigo, mi compañero, mi amante….y acabó siendo mi dueño. Pero la adoración es peligrosa y yo ni sabía ni quería darme cuenta de la persona en la que me estaba convirtiendo por su culpa.
El abuso físico comenzó enseguida, me dominaba completamente a través de los golpes, la humillación y del sexo. El sometimiento es un arte como otro cualquiera y yo, con todas las inseguridades que traía a cuestas, era el blanco perfecto.
Un día al salir de uno de los locales de Niall, Nick con la borrachera que llevaba tropezó de la forma más estúpida que puedas imaginar y sin darme cuenta comencé a reírme como un loco. Me preguntó de qué me reía, me agarró una mano súbitamente y tiró de mí. Al notar nuestros labios tan cerca, pensé que me besaría y cerré los ojos, ansioso, pero en lugar de sentir su boca, su mano se hundió en mi pelo y presionó hacia abajo hasta hacerme caer. Me tenía aprisionado, pataleé a causa de la sorpresa e intenté quitármelo de encima con todas mis fuerzas.
Por un momento pensé que quería pegarme, pero estábamos en público y Nick es más listo que todo eso, así que como en un esfuerzo por ayudarme, volvió a tirar de mi pelo hacia arriba hasta que no pude soportar el dolor y me levanté.
Empecé a hiperventilar. Se acercó y gruñó contra mi oído mientras me mordía como una bestia salvaje marcando su territorio. Me hizo estremecer y encoger el cuello.
Nick: Me tienes hasta las pelotas, Harry, me has oído? Quién te crees que eres para reírte de mí?- Apretó los dientes y vi como su cara estaba llena de soberbia.
Contraje el cuerpo y cerré los ojos dejándome hacer como el perfecto masoquista en el que empezaba a convertirme. Me arrastró hasta el coche y allí ignorando mi indecisión y mi miedo me arañó y golpeó hasta que hizo conmigo todo lo que quiso.
Y esa comenzó a ser nuestra rutina.
Al día siguiente, de buena mañana, Nick apareció en mi casa con la cesta de dulces más grande que puedas imaginar y mil besos en forma de disculpa. El abuso no había nada más que comenzaba y yo no le exigí ni la más mínima de las explicaciones. Lo perdoné como el desgraciado que era y acepté mi papel de sumiso en aquella relación, aunque en realidad no era sumisión sino maltrato.
CAPÍTULO 51.
Hay historias que cuando se han contado, parecen menos terribles. Cuando se concretan y toman forma no nos asustan tanto. Pero está claro que este no era el caso. La terrible realidad le ha golpeado con una bofetada de pesimismo.
Después de aquel relato qué podía esperar de Harry? Cuando decía que estaba roto sin remedio, nunca hubiera imaginado hasta qué punto aquella afirmación era completamente cierta.
Se siente como el único puerto de abrigo en medio de una tempestad, pero si algo tiene claro es que no piensa dejar partir a ese barco a la deriva. Harry vencerá su miedo aunque eso sea lo último que Louis pueda conseguir en toda su vida. De pié en medio de la marea, se apoyarán el uno en el otro: la cabeza del menor inclinada sobre su hombro mientras lo rodea por la cintura para sostenerlo.
La realidad ahora eran ellos, capaces de convertir una casa en ruinas en un paraíso, en un refugio.
Y así se pasan la noche, abrazados, hablando en voz baja con temor a que alguien más que las paredes los escuche. Haciendo proyectos y promesas con la impaciencia propia de los que comienzan algo. La boca de Harry moviéndose lentamente acompaña sus palabras y en las comisuras de sus labios asoma una tímida sonrisa que captura la atención de Louis sin remedio.
Se queda quieto sin despegar los ojos del otro. Pasa su lengua suavemente por los labios y la proximidad desata el resto. Le es difícil dejar de tocarlo y sin pensarlo siguen besándose por horas, descubriendo lo complicado que es el cuerpo humano y cuantas partes que parecen inútiles se revelan en cambio como hechas precisamente para ser rozadas por la boca de otra persona. Encajan tan bien juntos, como dos piezas del mismo puzle, la respiración acompasada y las manos unidas como atadas por una cuerda.
Louis se esconde tras el muro de disimulo que le ofrecen los besos inocentes, porque no sabe cómo reaccionar. Es incapaz de mirar a Harry mientras este le devuelve la mirada. Aguantar la pasión de aquellos ojos verdes le resulta imposible, porque no se corresponde con los actos que los acompañan, con su rechazo. Ve como el miedo a la pérdida y a la humillación se impone en el menor incluso, antes de vivir el encuentro.
El camino será largo y tortuoso, pero lo recorrerán juntos.