CAP 75 Y Epílogo

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CAPÍTULO 75.

Harry guarda silencio, esperando la contestación con una chispa de diversión en los ojos. Las pupilas de sus ojos dilatadas de modo que el verde de su iris se hace más y más profundo. Aquello era lo último que Louis esperaba y eso él lo sabía.

Se detiene a sí mismo antes de dar una respuesta precipitada; intentando calmar sus músculos faciales, tal y como le había aconsejado su fisioterapeuta y acompasando la respiración. Cuando se siente lo más sereno posible, en semejantes circunstancias, da un paso tambaleante e inseguro poniéndose en pié y fija su mirada en la de Harry.

L: Nada podía apetecerme más que vivir contigo entre estas cuatro paredes – Harry se sonroja como un niño, Louis avanza lentamente y levanta el rostro, inclinándolo hasta capturar los labios de su alto compañero y aferrarse a él.

El beso fue diferente a los de siempre. Necesitado, apremiante. No quieren despegarse. Sin apenas ser conscientes del momento, sus manos descienden del rostro de Harry hasta situarse en sus caderas, acercándolo más a su cuerpo. Harry pone las manos en su cuello para profundizar más el beso, sin dejar de sostenerlo.

Se siente desesperado, como temiendo que se alejase de él, como si fuese a desaparecer. El calor de dos meses de besos y caricias se hace presente en la habitación como un huracán. Les es imposible dejar de tocarse.

Sus manos recorren su cuerpo perdidas bajo su camisa, rozando su vientre y su sus piernas.

Hay urgencia las respiraciones irregulares de ambos los delatan.

Harry mece su rostro y besa su cuello mientras el propio aliento se detiene tratando de ignorar el calor que se acumulaba sin remedio en su abdomen, mientras no puede evitar sentirse abrumado como un adolescente. Los besos siguen la línea de su mandíbula. Él gime, haciendo un esfuerzo para alzarse, para que así los labios acaricien su cuello. Harry reprime una sonrisa y hunde sus dientes en la piel caliente del otro. Mordiendo, reclamando.

H: Lou… -Tiene una voz ronca que hace que desee acariciarle la garganta. Su boca audaz, abierta y anhelante, su aliento absorbente y aquella risa espontánea. Un sinfín de pequeños resquicios, pliegues y enigmas que besar.

Se miran con una sonrisa cómplice, que hace que cuando llegan, uno en brazos del otro, al dormitorio del fondo, no haya nada más que decir.

Se enredan en las sábanas, tocándose, besándose, desnudándose.

EPÍLOGO.

Hay encuentros que nos cambian la vida. Hay personas que llegan en el momento preciso, como si surgieran por un encantamiento. Curan viejas heridas y nos reconcilian con nosotros mismos.

Ahora Louis y Harry se aman como se ama la vida. Con ese latido en el corazón que nos estalla en el pecho.

Han construido un mundo lleno de historias y pequeñas complicidades, un universo a su medida, lleno de palabras y gestos de amor. Pronto se han dado cuenta de que poseen una inusual capacidad de entenderse sin hablar, de adivinar deseos y miedos. Cualquier nimiedad está escrita en las pupilas del otro…

 Tan sencillo como perderse en las páginas de un libro.

“ A Harry : Tengo todas las palabras del mundo para hacerte entender que te quiero”

My wrists are rivers

My fingers are words

MY WRISTS ARE RIVERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora