CAPÍTULO 36.
Cerró los ojos y se dejó llevar a la deriva por el llanto. Su respiración era entrecortada y su corazón latía en cada parte de su cuerpo al mismo tiempo. Lo había hecho, había conseguido alejar a Louis, ahora sólo le tocaba volver a Londres con el corazón más roto que nunca.
Intentando lavar las lágrimas y ser mínimamente razonable, comenzó a pensar en lo que había hecho con su vida en el último año y se dio cuenta que la única cosa cabal en ella era haberse ido de Londres. La compra del caserón había sido un acierto, un nuevo proyecto, algo estimulante que le había dado esperanzas y si a esa ecuación le sumabas la presencia de Louis no podía negar que todo aquello había sido bueno para él.
Sin duda la razonabilidad no era lo suyo, pensó mientras una absurda sonrisa le cruzaba la cara. Se había cortado como nunca, de hecho había tenido que estar hospitalizado! Y sentía el corazón en mil pedazos. Si aquello era bueno para él, que viniera Dios y lo viera. A veces resultaba ridículo.
¿Por qué siempre le salían las cosas del revés? Tenía todo para ser feliz, una casa nueva, un cambio de aires y un amor. Sólo podía maldecirse a sí mismo por ser el culpable de todo aquello. El drama y él eran uno y tenía que asumirlo como algo inevitable en su vida.
Con ganas de poder vivir en un sueño aunque sólo fuese por unas horas decidió volver al hotel y encerrarse en su habitación con un buen montón de somníferos, pero sus planes se vieron trastocados incluso antes de llegar a Old Quay House.
Niall lo vio desde el vestíbulo y salió a su encuentro como una flecha. Su actitud despreocupada y sonriente siempre ayudaba cuando todo estaba roto a su alrededor. Lo tomó por los hombros y comenzó a bromear sin sentido sobre el amor y un puñado de cursilerías del estilo. Harry no entendía nada.
N: ¿Deberíamos hacer una cena a cuatro, no sería estupendo?- siguió con su perorata – un restaurante bonito, con velas, buen vino…- tuvo que cortarlo no sabía de qué estaba hablando, aunque comenzaba a hacerse una ligera idea.
H: En serio Niall, de qué cuatro estás hablando
N: Gemma, Louis, tu y yo, ¿qué cuatro si no?- aclaró como si aquello fuera lo más normal del mundo. La sonrisa imborrable.
De repente cae en la cuenta… Gemma y Niall… no! Trata de controlarse, pero sólo escucha una especie de zumbido. Empuja bruscamente al irlandés apartándolo de su camino. Necesita hablar con su hermana en ese preciso instante.
FLASHBACK by GEMMA
Llevaba meses quedando con Niall casi a diario, todo lo que le estaba pasando a mi hermano me tenía bajo presión las 24 horas del día. Si no era un corte, era una desaparición o una borrachera épica. Harry había perdido el norte por completo y sola no era capaz de manejarlo.
Siempre que tenía un problema en casa lo llamaba a él, siempre estaba ahí para mí, para consolarme, para acompañarme y sobre todo para ayudar a Hazz.
Ellos dos se conocían desde pequeños y al igual que conmigo, era uno más de la familia. Juntos en fiestas y celebraciones, en juergas y dramas y daba gracias a Dios porque pese a todo lo ocurrido recientemente siguiera al lado de ambos.
Yo no era la persona más alegre y sociable del mundo en esa época y Niall trabajaba muchísimo. Se había hecho cargo de parte del imperio inmobiliario de su padre y había creado el suyo propio, con una red de locales y discotecas exclusivas y pese a todo siempre había tenido tiempo para nosotros, para mí.
En más de una ocasión intenté acercarme a él de otra manera, pero desde el minuto uno, él me dejó claro que aquella no era la mejor de las ideas. Si no salía bien acabaríamos de destrozar a Harry con nuestra pelea. Y nuestra amistad continuó inamovible por meses.
Pero cada día que pasaba era más complicado. Necesitaba a alguien que me protegiese y que se hiciera cargo de mí. Llevaba siendo la madre de Hazz desde los 17 años, además de la dueña y gestora de un holding de miles de millones de libras. Necesitaba un poco de consuelo y protección y sólo él me lo daba.
A todo esto se unía que físicamente éramos tremendamente cariñosos. Una cosa llevó a la otra y como no podía ser de otra forma al final el roce hizo el cariño y lo inevitable sucedió una noche en casa.
Mi hermano la había emprendido a golpes contra sí mismo de una forma tan brutal que lo habíamos tenido que hospitalizar en la unidad de psiquiatría. Me sentía devastada, no era capaz de ayudarlo, era un completo desastre cuidándolo.
G: Ojalá pudiera estar en su lugar para dejar de verlo sufrir Niall- Dije mientras sollozaba arrullada entre sus brazos.
N: Eres la tabla de salvación de Harry, no dudes de ti misma…Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida- las caricias se apresuraron poco a poco y no supimos ni quisimos pararlas. Nuestro tiempo de amistad había tocado su fin.