CAPÍTULO 43.
Lo llevan llamando toda la semana. Su hermana Lottie le ha dado más de veinte mensajes de parte de Gemma, Niall, un tal doctor Cowell e incluso un psiquiatra cuyo nombre ya ni recuerda. Todos le piden que vaya a Londres, que llame a Harry, que le escriba, que le necesita… y qué hay de él? Quién se preocupa de lo que quiere o necesita él? Quién abandonó a quién?
Harry había salido huyendo como si se lo llevaran mil demonios y ahora….ahora qué? Louis nunca ha sido tan irracional en su vida, siempre ha sido una persona cabal y con los pies en la tierra, pero desde que se ha enamorado, no sabe donde tiene el norte, lo ha perdido completamente y duda. Duda porque está preocupado. Porque a pesar de sentir cierto resentimiento, cree que ya ha pasado su duelo por Harry.
La memoria es una mala aliada que tan sólo le deja ver lo bueno y pese a intentar frenarse a sí mismo sabe que en el fondo está deseando verlo, abrazarlo, saber cómo está.
Se impone ciertos límites y se jura a sí mismo no romperlos bajo ninguna circunstancia. Con esa idea en la cabeza y sin avisar a absolutamente nadie decide hacer la maleta y encaminarse a Londres.
Lo que Louis no sabe es que no está preparado para enfrentarse cara a cara con los peores fantasmas de Harry.
Siente las mejillas encarnadas por el intenso frío con el que le recibe la ciudad, las manos temblorosas por los nervios y el miedo. El cosquilleo de su estómago lo traiciona, la incertidumbre lo está consumiendo.
El edificio de apartamentos era realmente imponente. Llamó y alguien del servicio le contestó, intentó explicarle quien era, pero hasta que no escuchó la voz de Niall al otro lado no hubo manera de conseguir que le abrieran la puerta.
El irlandés lo recibió con los brazos abiertos, tenía unas marcadas ojeras y parecía que su eterna sonrisa había desaparecido de su aniñado rostro.
N: Gracias a Dios que has venido. - su gesto era desesperado y negaba continuamente con la cabeza, como si todo aquello no tuviese remedio – Está encerrado en su cuarto desde que vio a Nick la otra noche. Sólo deja que Gemma entre de vez en cuando y por las noches grita como si se hubiera vuelto completamente loco. Casi lo mata Louis, si no llego a darme cuenta de lo que estaba sucediendo…Nick no estaría vivo para contarlo…- El ruido de una puerta los interrumpe y detrás de ella aparecen los restos de lo que una vez fue Harry.
CAPÍTULO 44.
Nick lo ha convertido en un monstruo asqueroso y asexuado.
En la peor versión posible de sí mismo.
Sólo comprende que se siente mal y se quiere morir. Desea llorar hasta el desmayo o hasta que el interminable dolor de cabeza que lo tortura termine por fulminarlo. Tener tanto odio por uno mismo y por todo lo que representa…la vida le parece algo irreal.
La depresión y la locura lo han llevado al extremo. Le duele demasiado, sencillamente estar y piensa que lo único que puede hacer por sí mismo y por todos los que lo rodean es acabar con todo antes de continuar con esta lenta agonía.
No está dispuesto a esperar a oxidarse y pudrirse poco a poco para estar muerto. Él no es esa clase de persona.
Quiere aliviar el dolor que es insoportable, que jamás termina. Quiere ser valiente, hacer las cosas bien y por fin ser capaz de conseguir lo que lleva más de un año intentando.
Se deja caer en el suelo del baño de su habitación, resbalando por las frías baldosas, hasta que su cabeza queda encerrada entre sus rodillas. Nota como el corazón bombea a 1000 revoluciones por minuto, los latidos retumban en su cabeza, las manos frías temblándole por la desesperación.
Los cortes lo consumen y nota como cada vez que lo hace va arrancándose pedazos de su alma. La sangre que brota lo saca de su propio cuerpo y lo alivia como el más dulce de los narcóticos.
Mientras nota como cae poco a poco en la amable inconsciencia piensa en lo afortunado que ha sido en su miserable vida, por haber tenido la suerte de conocer a Louis y en su desvarío le parece oírlo hablar.
Se levanta, para seguir ese sonido, con la sensación de tener dormidos los pies y como si la cabeza y el cuerpo mismo le pesasen una tonelada; como el peor de los borrachos se arrastra por el pasillo dando tumbos hasta la entrada.
Es él…Siente una infinita alegría al verlo. Es como volver a casa. Sin pensarlo se arroja en sus brazos y le rodea el cuello, sabiendo que va a sostenerlo. Louis no va a dejarlo caer.
El corazón comienza a acelerársele y sus brazos se tornan inertes, dejándose caer sin remedio, mientras trata de tomar una bocanada de aire, perdiendo poco a poco la consciencia sobre el río de sangre que sale de sus venas.