La comitiva de bienvenida

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(Por: Kyle)


Estábamos solo a unos metros de la fuente sin agua que había señalado nuestro guía.

Un grupo de gente nos esperaba allí y recordé el día que James había llegado. Nunca pensé que algo como esto pasaría alguna vez.

James había gritado que teníamos compañía y eso los hizo acercarse. Eran alrededor de veinte personas.

Uno de ellos se adelantó. Tenía el cabello cortado casi al rape y en su rostro destacaban unos extraños ojos miel. Digo extraños porque el color estaba más cerca al dorado que al marrón. Tenía varias cicatrices a pesar de que, al igual que los demás, la única parte visible era su rostro.

Nos examinó sin mucho interés y exclamó con desdén:

—Mira, nuevas adquisiciones.

El tipo me dio mala espina. Su sonrisa torcida y su expresión ávida hacían que deseara conjurar un escudo. El grupo que lo secundaba tampoco me inspiraba confianza. Beckendorf se había ganado bien su reputación.

El que había hablado se adelantó, seguido por un chico que tenía la nariz torcida y otro alto y fornido. No me gustó la forma en que este último recorrió a Emmeline de pies a cabeza. Lo fulminé con la mirada y él sonrió. Se detuvieron a un par de metros y preguntaron:

—¿Cómo les va?

—¿Tu nombre? —James pronunció cada letra con cuidado.

—Víctor —anunció el chico de ojos dorados como si se tratara del rey—. Y estos son Christopher y Walter. Bienvenidos a Beckendorf, novatos.

Todos los demás se rieron suavemente.

—¿Sus nombres?

James dudó el tiempo suficiente para que se escucharan varias carcajadas. Sin embargo, él me sorprendió, riendo también.

—¿Me reciben con una comitiva y ni siquiera se han colado en los archivos para saber mi nombre?

La sonrisa de Víctor se amplió con aprobación.

—Ilumínanos.

—James —lo hizo sonar como si viniera a desafiarlo por el trono. No estaba seguro de aprobar su actitud—. El conserje nos espera, ya nos veremos.

Víctor no hizo ningún comentario, solo empezó a fijarse con más detenimiento en cada uno de nosotros. Le sostuve la mirada tratando de lucir aburrido, no quería problemas todavía. Tuve éxito porque se desvió hacia Irina. La mirada con la que la recorrió hizo que incluso yo quisiera golpearlo.

El clima arreciaba y todos íbamos cubiertos con un abrigo de piel. Irina, al no tener que preocuparse por el clima, llevaba un sencillo jersey de cuello alto que resaltaba su figura.

Víctor le silbó con aprecio.

—Una chica que sabe cómo lucirse —exclamó—. Aquí sabemos apreciar este tipo de tesoros, linda. ¿Quieres venir con nosotros después de instalarte?

Irina le dirigió una mirada desdeñosa y empezó a caminar. Víctor se movió para cerrarle el paso.

—Te estoy hablando —le dijo, luciendo cada vez más molesto.

—Aléjate de ella —advirtió James.

Víctor le sonrió con el peligro brillando en sus pupilas.

—No quiero —dijo maliciosamente.

James avanzó hasta él y lo enfrentó.

—Déjala en paz, idiota.

Víctor era casi tan alto como él y le plantó cara.

—Nadie me llama idiota.

—Tal vez no en tu cara.

La tensión entre los dos se hizo casi palpable. Vi a James fruncir el ceño, como si estuviera considerando qué hacer. Finalmente, chasqueó los dedos. Nada pasó.

—¿Qué diablos?

Todos estallaron en carcajadas a nuestro alrededor. Finalmente lo comprendí, James intentaba hechizarlo.

Clavé mi mirada en una piedra en el suelo, intentando hacerla levitar sin éxito.

El líder de la pandilla me dio la respuesta un segundo después:

—En Beckendorf no hay magia, genio.

—¿No hay magia? —susurró Emmeline en un tono que hizo que deseara abrazarla.

—Hay encantamientos de control por toda la academia. No podrás hacer ningún hechizo...

¿Cómo estudiaban magia sin practicarla? ¡Ningún libro mencionaba esto!

James no se dejó amilanar.

—Me las vas a pagar de todos modos. Ándate con cuidado —lo amenazó.

Víctor ni siquiera se inmutó.

—Pues a ver qué tal te va.

James lo esquivó y se abrió paso entre la gente. Irina lo siguió hasta que los cuatro salimos y dejamos atrás el círculo. Pero Víctor no había terminado con nosotros.

—Nos veremos, guapa —le gritó.

Irina se movió en un solo parpadeo y quedó a dos centímetros de su rostro. Sus colmillos ya le llegaban a la altura de la barbilla.

—No necesito magia para matarte —le informó.

Incluso los chicos rudos de Beckendorf se quedaron en silencio, aunque estaba seguro de que no duraría mucho. Si Víctor decía otra estupidez y ella decidía atacarlo, ¿debía detenerla?

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Hola a todos!

Espero que estén bien y felices de que al fin haya empezado a publicar la secuela :)

He estado publicando todo desordenadamente, pero creo que podemos quedar en que publicaré los Jueves y Domingos.

En fin, me voy, tengo que seguir escribiendo Prohibido tener citas antes de que me manden un mensaje bomba.

¡Los quiero!

Valeria

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora