El libro de cuentos

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(Por: Emmeline)

Estaba cansada. Cansada de leer sobre viejos ministros. Cansada de las conversaciones misteriosas entre James e Irina. Cansada de sus miradas cómplices cuando creían que Kyle y yo no los estábamos viendo. Cansada de ser dejada de lado por mi mejor amiga por el tipo que ella supuestamente odiaba. Bueno, vale, ella merecía ser feliz y todo eso, pero se suponía que intentábamos curarla.

Lo de averiguar cuáles eran las principales conspiraciones contra la Cofradía en los últimos cien años me estaba dejando echa polvo.

Lo peor era esa sensación que habíamos sentido antes con Driggers, la de que alguien nos vigilaba constantemente.

Unos días después, me di por vencida y fui a la biblioteca para algo diferente. Quería un libro relajante, algo sin complicaciones y elegí cuentos para niños.

Pasé varios minutos por la sección hasta que algo me nubló la mente. No tengo idea de cómo pasó, pero debo haberme quedado dormida mientras iba repasando libros. Cuando desperté, elegí los dos que habían caído sobre mi regazo.

Si había una biblioteca antigua bien conservada, pertenecía a Beckendorf. Aquellos libros debían tener más de dos mil años, pero no aparentaba más de cincuenta.


Cuentos infantiles de la última era por Benedicto Caspett.

La carta oscura por Anónimo.

Decidí ir por los cuentos. No podía ser tan terrible, ¿verdad?

Volví a mi habitación y afortunadamente Candace no estaba. Pasé historias de campesinos y señores feudales, de princesas y plebeyos, de príncipes y doncellas. Era casi hora de cenar cuando llegué a la última historia. Se titulaba "La princesa de Belgiria". Era bastante simple cuando empecé a leerlo. Una princesa que se enamoraba de un joven desconocido. Al mismo tiempo su padre intentaba exterminar un grupo de rebeldes científicos que, en su opinión, querían destruir el reino. Se producía un ataque al castillo para retar al rey, donde la princesa descubría que su apuesto caballero era en realidad parte de los rebeldes.

Sin embargo, algo que hubiera destruido todas la posibilidades en la vida real, se convertía en un amor imposible en este libro. Lisander y Alicia. Un amor que crecía a base de encuentros clandestinos y un galán que dejaba ver cada vez más lo dispuesto que estaba a renunciar a todo por su princesa.

El clímax del relato llegaba cuando los rebeldes se enteraban de los encuentros con la princesa y expulsaban al protagonista del grupo. En su convicción de que los científicos estaban en un error al querer destruir el reino, Lisander, robaba los planos que guiaban a la comunidad científica en sus planes y se los entregaba al rey, con lo que gana su aprobación y es digno de solicitar la mano de la princesa, pues acababa de librar al reino de una gran amenaza. Así fue que Lisander y la princesa consiguieron casarse.

Fin.

Terminé la historia con una sonrisa, aunque sabía que al estar leyendo cuentos infantiles era casi seguro que obtendría un final feliz.

Dejé el libro y corrí hacia el comedor, donde Irina y James habían vuelto a sus conversaciones secretas. Sin embargo, cuidadosamente observado, jugaban una guerra de comida. Kyle estaba concentrado en una tarea de Ilusionismo y tampoco dijo nada. Parecía otro día normal en Beckendorf. Hasta que fue hora de ir a la cama.

¿Saben de ese momento en el que intentas dormir pero tu cerebro empieza a pensar en diez cosas distintas y darte ideas que no necesitas?

Bueno, el mío decidió hacerlo.

Una pregunta saltó de repente mientras recordaba el cuento: ¿Y los científicos? ¿Qué había sido de los científicos? ¿Por qué no los mencionaban más en el cuento? ¿El rey se había quedado tranquilo con tener la información robada y creyó que no atacarían? ¿O la usó y los destruyó, y se suponía que yo tenía que deducirlo?

Intenté dormir pero esa tonta duda comparada con todo lo que nos estaba pasando, no me dejó conciliar el sueño.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora