Búsqueda infructuosa

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(Por: Emmeline)

Fuimos en dirección al bosque e intentamos buscar huellas para ver si conseguíamos seguir el rastro: sabíamos que Irina no podía dejar los límites de Beckendorf. James seguía corriendo sin rumbo entre los árboles y yo tenía la sensación de que no estábamos en el lugar correcto. Odiaba no saber qué estaba pasando. Estuvimos una hora recorriendo el bosque de punta a punta y me di cuenta de lo terrible que era adentrarnos allí sin la protección de la magia. ¿Qué hacíamos si algo nos atacaba? Sin magia...solo éramos humanos.

Con cada rama partida, mi corazón saltaba en mi pecho y el pulso se me disparaba. Aunque los chicos no dijeran nada, estaba segura de que les pasaba lo mismo.

Cuando las campanadas anunciaron la una de la madrugada nos dimos cuenta de las implicancias de nuestra salida. A lo lejos se escuchó un coro de aullidos.

—Gingoc —susurró Kyle con premura—. Tenemos que volver al castillo.

—¡No! —Exclamó James. Tenía la cara contorsionada en una expresión de pánico—. Irina tiene que estar por aquí.

—Deberíamos irnos—dije tomándolo del brazo para evitar que se adentrara aún más en la oscuridad—. Si Nina se fue, y es peligroso, solo seremos un estorbo. No tenemos la magia a nuestro favor. Y ella va a intentar protegernos.

—Pero Irina...

—Es imposible que la encontremos ahora —me apoyó Kyle—. El bosque se vuelve más oscuro y sin poder convocar luz o un hechizo para ver en la oscuridad...somos un blanco fácil. Y los gingoc están de camino, deben haber detectado que estamos aquí.

—Tal vez podríamos avisar a un profesor o...

—No —me adelanté—. Nina sabe cómo manejarse, no querría ningún profesor involucrado.

Tomó todas nuestras fuerzas y una manada de gingoc a treinta metros rugiendo en nuestra dirección que pudiéramos arrastrar a James de vuelta al castillo. Los gingoc solo nos dejaron en paz cuando pusimos un pie en la escalinata que llevaba al castillo.

James se sentó en lo alto de las escaleras y miró a la manada destrozar un arbusto.

—Al menos cubren nuestras huellas —dijo Kyle, colocándose a su lado.

—Lástima que Irina no haya dejado ninguna —murmuré mirando hacia el bosque. La preocupación me daba ganas de vomitar. Mi mejor amiga podía estar allí fuera y yo no tenía magia para ayudarla. Me sentía impotente.

James me miró confundido.

—Es verdad —dijo con el tono de quien acaba de descubrir un misterio—. ¿Por qué no encontramos huellas? Tiene que haber salido por aquí. La luz del castillo ilumina todo y no vimos nada.

Entendí lo que quería decir al instante.

—Ella no salió del castillo.

James asintió y al segundo siguiente los tres estábamos corriendo como locos de vuelta al comedor. Sin embargo, allí solo quedaba el profesor , que seguía roncando. La niña probablemente se había ido a dormir.
Me adelanté al tercer piso pero Nina no estaba en su habitación ni en la mía.

Cuando atravesé el cuadro de vuelta, James caminaba de un lado a otro del pasillo enumerando posibles lugares y decidiendo si valía la pena volver al bosque en caso de que Nina hubiera dado un salto tan alto y rápido que no hubiera dejado huellas.

—¿A dónde van las chicas cuando quieren esconderse?—se preguntó Kyle en voz alta.

—Eso no servirá—dijo James—Irina no...

—El baño —dije yo automáticamente, volviendo a meterme al cuadro. James y Kyle me siguieron sin importarles lo que pasaría si nos descubrían. Ni siquiera la señora Cobatt parecía seguir en la academia por año nuevo.

Me estremecí cuando capté los primeros sonidos, al final del pasillo. Bingo.

—En el fondo, James, Irina también es una chica. Recuérdalo si vas a seguir intentando conquistarla —dije mientras empezaba a correr.

Abrí al puerta rápidamente y me quedé de piedra ante la escena. James y Kyle patinaron detrás de mí.

Nina estaba tirada en el suelo, apoyada sobre la pared y casi abrazada al inodoro más cercado a la pared de la izquierda.
Su peinado estaba arruinado, una parte de su blusa estaba rasgada. Volteó a vernos cuando entramos y soltó un gruñido.

—Fuera de aquí —dijo con la voz más ronca de lo usual.

Tenía los ojos negros y los colmillos empezaban a asomarle. Lucía como un vampiro a punto de atacar.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora