Un regalo de navidad

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(Por: Emmeline)

—Buenos días.

Recordaba a esta mujer. Se llamaba Nadia Gakhel. Nos había interrogado duramente los días siguientes a lo de Driggers.

Era pequeña y delgada. Podrías decir que lucía sorprendentemente frágil pero había algo en su ceño fruncido que me recordaba a la subdirectora Harewood. Además, siempre vestía abrigos negros, botas de combate y podías ver un látigo colgando de su cinturón. El collar azul desentonaba terriblemente.

Le devolvimos el saludo y nos acomodamos en el largo sillón en el recibidor de las oficinas de la dirección. Irina y James ocuparon extremos opuestos, de modo que Kyle y yo nos colocamos entre los dos.

—Estoy aquí para hablarles de la navidad.

James soltó una risa baja.

—Lamento que haya viajado tanto en vano, sabemos que Papa Noel no existe.

Ella ni se inmutó.

—La Cofradía desea notificarles que su día de citación ha sido ratificado. El 19 de febrero deberán presentarse en esta oficina a las nueve de la mañana, para ser llevados a Hidalye a una audiencia con la comisión asignada por el Departamento para el Control de Misiones.

—Eso no tiene que ver con la navidad —interrumpió James—. Y si lo es, puedo decirle que he tenido mejores regalos que un viaje a la capital para una audiencia con la Cofradía.

—Espero que llegue a tener regalos, señor Sandler.

—¿Bromea? —dijo James—. ¿Sabe quiénes son mis padres?

— Jonathan y Adelaida Sandler —respondió Nadia Ghakel como si no saber eso fuera estúpido.

—Entonces sabrá que...

—Usted nos iba a decir algo sobre la navidad —interrumpió Irina en tono cortante—. ¿Va a decirlo o puedo retirarme a seguir disfrutando de mi único día de libertad en esta Academia?

Nadie Gakhel se la quedó mirando y yo quise reírme. Finalmente, ella decidió que Nina tenía razón y retomó la seriedad.

—En Beckendorf, los alumnos se ganan el derecho de salida solo si tienen un buen comportamiento. A los que no consiguen salir, pueden visitarlos. La Cofradía ha decidido autorizarlos a recibir visitas pero no pueden dejar la Academia. Sus familias, si así lo desean, podrán trasladarse para celebrar con ustedes en la sala común.

Por alguna razón, James se puso tan blanco que la hechicera alzó una ceja. Era evidente que intentaba contener una sonrisa de suficiencia.

—¿Se encuentra bien?

Él asintió y me preocupó que no fuera capaz de hablar. ¿Qué le pasaba?

—¿Bajo qué sustento? —dijo Irina de repente. Sonaba desinteresada, pero podía ver que sus dedos estaban jugueteando con el borde de su abrigo.

—El reglamento de Beckendorf...

—Establece que un alumno regular no puede salir de la Academia si no ha logrado el pase de buen comportamiento. Nosotros no llevamos mucho tiempo aquí y estoy segura que cualquiera le puede decir...

—Que son no-graduados en espera de una audiencia con la Cofradía y, por tanto, sujetos a cualquier dictamen que la comisión establecida por el Departamento para el Control de Misiones dicte para ustedes, debido a que su caso aún está abierto, señorita Britt.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora