Limpio y sin rastros

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(Por: Kyle)


El comedor ya estaba completamente vacío y me apresuré con rapidez a la mesa buscando el famoso pastel de arándanos. Llené mis bolsillos de los chocolates que quedaban y tomé tanto pastel como pude cargar.

Sin embargo, cuando llegué al baño, Irina escupió el pastel a mis pies.

—Sabe horrible —logró decir.

Me dirigió una pequeña mirada de disculpa que deseché con un movimiento de mi mano.

—Es Beckendorf —dije como si fuera obvio—. Solo los chocolates valen la pena. Te traje algunos por si...

—No —dijo Em, que había querido probar la comida primero—. Sangre primero.

Esta vez James dejó que ella se acercara y todos apartamos la mirada mientras Irina tomaba de las bolsas. Esperaba que nunca me transformara en un vampiro, porque esas cosas lucían francamente espeluznantes. Irina tomó una detrás de otra hasta terminar todas las que Emmeline había traído. Era un espectáculo aterrador y nos pusimos manos a la obra para que no quedara rastro de ello. James y yo ocultamos los azulejos rotos en nuestra ropa para tirarlos de camino a nuestras habitaciones y Emmeline limpió el suelo con su propia toalla. Finalmente, el baño logró estar como antes, excepto por los azulejos que esperamos que nadie notara. Siendo Beckendorf, dudaba que alguien se diera cuenta.

El reloj del castillo anunció las dos de la mañana para cuando terminamos y se me escapó un bostezo.

—¿Estarás bien? —Preguntó James en un susurro.

Irina asintió. Después de la cuarta bolsa, había podido ponerse de pie y ya no se tambaleaba al caminar.

—Debo haber calculado mal mi alimentación. No volverá a pasar —prometió.

James intentó abrazarla pero solo consiguió pasarle un brazo por los hombros. Irina se lo sacudió de encima y salpicó un poco de sangre en el piso.

—Tienen que irse —nos apuró Emmeline—. Ella va a bañarse y los veremos mañana. Alguien podría venir.

James dudó un buen rato hasta que Irina le puso una mano en el brazo.

—Váyanse —dijo—. Y por favor no le digan a nadie sobre esto.

—Nunca —afirmó él con vehemencia.

—Por supuesto que no —confirmé yo—. Todo está limpio y sin rastros.

—Y esos azulejos se iban a caer de todos modos —añadió Emmeline.

Compartimos una sonrisa y James soltó un suspiro cansado.

—Está bien. Buenas noches.

—Perdón por el espectáculo —dijo Irina antes de que saliéramos.

—Al menos animaste un poco la noche —respondió James.

Ella sonrió, lo cual solo lo hizo peor porque podía ver la sangre en sus dientes. Tragué saliva. Esperaba que Rinolds también fuera a su casa por año nuevo.

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¡Hola a todos! 

Les dejo un capítulo extra porque el jueves estaré demasiado ocupada para colgar un capi. 

¡Nos vemos el próximo domingo! 

¡Besos y calma! 

Valeria

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora