Vendetta

6K 699 29
                                    

(Por: Kyle)


Era viernes después del almuerzo y llegué a tiempo para mi clase de Zoología Mágica, con el señor Gentok.

Automáticamente, las cinco personas de la clase dieron un paso atrás. Bueno, solo cuatro. La única que no se movió fue la misma chica que había visto el martes en Ilusionismo, siendo la compañera de Víctor.

Me resistí a rodar los ojos y me presenté con el maestro. Había algo con los profesores que daban clases al aire libre que te hacía sentir relajado. El señor Gentok era un hombre de barba rala, mirada limpia y sonrisa franca.

—Sí, el alumno nuevo. Estamos estudiando los rastros de animales, ¿estás familiarizado con eso?

La última vez que había usado ese hechizo para que pudiéramos seguir a Irina todavía estaba clara en mi cabeza. Asentí mientras él revelaba una jaula llena de spockers. Los animales revoloteaban, chocando unos con otros en su alocada carrera. Mordían los barrotes a pesar de que era evidente que tenían un hechizo de reforzamiento.

El señor Gentok dio una palmada y los spockers se vieron libres de su prisión. Ni siquiera me sorprendí cuando salieron zumbando hacia los pantanos y se nos ordenó encontrar un primer signo que seguir. Había un spocker para cada uno.

Miré los pantanos con una mueca pero al menos el collar en mi cuello me daba ventaja. Empecé a correr para relajarme un poco.

Estábamos teniendo una semana movidita. Todo empezó cuando James intentó "defender" a Irina de los acosos de Víctor durante el almuerzo del miércoles.

Habíamos terminado de "comer" para poder salir al patio a conversar (y recibir algo de comida en serio), pero no llegamos demasiado lejos. Víctor y su pandilla pasaron cerca y le silbaron a Nina. Ella les gruñó en respuesta pero se mantuvo en sus trece. James, sin embargo, empezó a gritarles lo idiotas que eran.

Uno de los amigos de Víctor intentó responder pero este negó con la cabeza.

—No hablen con ellos —dijo sencillamente—. Que nadie hable con ellos.

—Como si me importara —replicó James.

—Te va a importar pronto —susurró Víctor—. Tu rubiecita no va a estar cerca todo el tiempo, la voy a tener conmigo cuando quiera.

Aquello hizo que James perdiera los estribos.

—¡No te atrevas a hablar de ella!

—¡Hago lo que me da la gana! —Respondió el otro.

James se enfrentó a la pared humana que acompañaba a Víctor pero este se adelantó. Sus rostros quedaron a pocos centímetros, cada uno bufando como un toro furioso. James apretaba los puños y cuando Víctor lo notó, le sonrió engreídamente.

—¿No te atreves a pegarme, cobarde?

James ni siquiera se preocupó por responderle, le encajó un puñetazo que le volteó la cara.

Después de eso no pude hacer mucho más.

Terminaron peleándose en el patio y separados por alumnos de octavo año, antes de que Rinolds llegara al lugar.

Las cosas no mejoraron cuando, esa misma tarde, nos tocó Ataque y Defensa. A diferencia de Diringher, en Beckendorf la clase incluía magia. James no se hizo de rogar y atacó a Víctor con todo lo que tenía. Incluso el profesor se dio cuenta y tuvo que contenerlos en una burbuja espacial antes de que destruyeran el gimnasio. El jueves había estado más calmado pero cuando Víctor y James se encontraban a menos de veinte metros, generaban suficiente tensión como para sentir que se te erizaban los cabellos de la nuca.

La señal del vampiro (Igereth #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora