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Jos

Recorrí cada uno de los pasillos, buscando entre ellos la entrada que me habían indicado. Leí uno de los pequeños carteles que se ubicaban en la parte superior de las puertas.

17. Odontología.

Negué con la cabeza, seguí adelante, buscando el número 24.

En el transcurso, me quité mi chaqueta. Al salir, en la mañana, un frío arrasador se colaba por las ventanas de mi casa, por lo que me abrigué respectivamente, con la mala suerte de que justo en ese momento, un calor no muy común en un miércoles de invierno se adueñaba de los corredores del hospital.

Me dirigía con pasos lentos, mirando a todos lados. Algunas jóvenes enfermeras caminaban y me veían cuando su hombro casi rozaba el mío.

Por primera vez, las pasé por alto.

Llegué a mi destino.

Puerta número veinticuatro. ¿Cancerología? Fruncí el ceño.

La entrada estaba entreabierta. Asomé mi cabeza, esperando que apareciera alguien que me recibiera. Volteé a la izquierda. Un pequeño escritorio con muchos papeles sobre él. Una silla vacía. Giré mi cabeza al otro lado. Unos asientos – como una sala de espera – también vacíos.

Me acomodé, dándole la espalda a la puerta. Bufé, pero no quería entrar así nada más.

Sentí que alguien tocó mi hombro. Me volví.

-¿Te puedo ayudar en algo? – inquirió la mujer.

Tenía unos cincuenta años, aproximadamente, aunque con una estatura casi igual a la mía. Tenía complexión delgada y me inspiró calidez. Asentí.

-Buenos días. Estoy buscando a Alan. – sonreí. - Alan Navarro. – agregué.

-¿Quién lo busca?

-Soy su novio.

Iba a soltar una pequeña risa, pero la contuve en una mueca suave.

Ella me mostró un rostro de perplejidad. Aun así, asintió levemente.

-Entra y espera aquí. Volveré en un segundo.

Giró sobre sus talones para caminar por otro pasillo, que tenía más puertas todavía.

Caminé alrededor de la sala de espera, miré mi reloj. 9:57.

Luego fui al escritorio. Había un libro de notas abierto. Siendo un poco entrometido, miré qué era.

Eran los registros de visitas y empleados del hospital, separados por nombre, fecha y hora.

De inmediato detecté el nombre de Alan. Era imposible no hacerlo con tanta rapidez.

Alan Omar Leyva N. 20/01/16. 7:45.

Con la caligrafía más bonita que he visto en toda mi vida. Sonreí.

De un segundo a otro, borré mi gesto, debido a lo que vi unos renglones más abajo. Tres nombres desconocidos seguido de otro, que me tensó.

Alonso Villalpando. 20/01/16. 8:16.

¿Qué hizo Alonso aquí?

Rodé los ojos y apreté mi mandíbula con fuerza. A veces siento que siempre está un paso delante de mí. Un sonido me hizo reaccionar.

-¿Ejem? – era la mujer.

Me alejé del escritorio, ágil. Puse ambas manos detrás de mi espalda, entrelazadas. Asentí solamente. Ella me sonrió, un poco forzado, y me pidió que la siguiera.

abreacción. - jnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora