Presente de oportunidad

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-¿Seguro no lo imaginaste?- preguntó Ginny, notoriamente shockeada.

Estaba en su habitación con Hermione, quien, entre lágrimas, le había contado con detalle lo sucedido con Ron, a lo que la pelirroja se mostró comprensiva, diciéndole que se veía venir y que sería mejor para los dos. Pero lo que más la impactó había sido la parte en que Snape consoló a Hermione... ¡abrazándola!

Tenía la seguridad de que su amiga no recordaba bien por haber bebido tanto. Era imposible que ese tipo... no... ni siquiera lo podía concebir.

-Ginny, sí pasó- insistó Hermione. Había logrado dejar de llorar luego de horas interminables conversando con su amiga. Sentía los ojos hinchados.

La chica la escrutó como si tuviera una enfermedad rara e intratable.

-¡Rayos, Hermione! ¿Y cómo fue que pasó?

-La verdad... no tengo ni idea- confesó. Aunque había repasado un centenar de veces la escena en su mente, todo se tornaba confuso. El rompimiento con Ron la había alterado demasiado como para poder recordarlo con claridad-. Sólo recuerdo que... Snape llegó, me dijo que dejara de actuar como una niña inmadura y...- Se vio interrumpida por un súbito recuerdo. Ginny no le quitaba la vista de encima, desesperada por escuchar lo que venía.

-¿Y? ¡Vamos, cuenta!

-Bueno... me dijo que yo era... más que eso. Me sentía muy mal, Ginny, así que sólo lo abracé... y me abrazó- explicó en tono de disculpa. Tenía la mirada perdida en un punto inexacto-. Sólo eso.

Su amiga tenía los ojos como platos.

Hermione, sin saber por qué, se ruborizó. Había pasado por alto las palabras de Snape al sentirse tan terriblemente devastada. Sólo había querido desahogarse.

Sí recordaba muy bien que el profesor la había alejado de él repentinamente mirando hacia los lados, como temiendo que alguien los hubiera visto. La envió de vuelta a su sala común y, claro, le restó cinco puntos a Gryffindor.

Había sido sumamente extraño, y la cara de Ginny era la mejor expresión de ello.

Recordó la delicadeza de sus brazos y cómo la había estrechado contra él casi con... ternura. Sonrió al ver que sus especulaciones eran ciertas: él sí los quería.

*****

Snape se reprochó a sí mismo hasta el cansancio. Era de madrugada y sus pasos resonaban por todo el castillo. ¿Qué se suponía que acababa de hacer? ¿Estaba loco o qué?

Pero es que no pudo no sentir lástima por ella. Estaba desquiciado.

Veía dejar atrás las armaduras raudamente por el rabillo del ojo por la velocidad a la que movía sus piernas, deseando destruir todas y cada una de ellas a patadas.

Se estaba ablandando. No. Granger lo estaba ablandando con su ridículo trato y estúpido llanto. ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué había nacido dentro de él para cometer aquella locura?

Por fin decidió volver a su despacho. Había sido mucho para una sola noche.

Al llegar, consideró seriamente en acabar con las clases particulares que le daba a la chica.

"No son clases particulares", se dijo, enfadándose aún más.

¿Por qué estaba tan fuera de sí?

Se tiró en la cama sin siquiera quitarse su larga capa negra.

Cerró los ojos... pero no fue la mejor de las decisiones. Sólo podía verse a sí mismo aferrando el cuerpo de ella, volviendo a sentir su aroma, tocando su cabello. Podía verla en un vestido rojo. Podía verla convertida en una mujer.

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