Un buen plan

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Las pocas veces que Severus pudo dormir las noches siguientes fue víctima de incesantes pesadillas. En ellas se veía a sí mismo en un cementerio, frente a una lápida, pero no podía leer la inscripción. Detrás de él escuchaba la voz de Voldemort hablándole en susurros, tampoco entendía lo que decía. Sólo sentía que estaba a punto de morir y que no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Sostenía su varita con fuerza para contraatacar en cualquier momento. Una serpiente larga y enorme se arrastraba entre sus pies. De un momento a otro se veía las manos cubiertas de sangre. Sentía heridas lacerantes por todo el cuello. Poco a poco su vista se le iba nublando y sólo veía aquella solitaria lápida. Cuando estaba por descubrir lo que ésta decía, despertaba, sudando y con la respiración entrecortada.

Maldecía cada noche por no poder dormir tranquilo. Las pesadillas habían vuelto.

Durante una buena temporada, las veces que había podido conciliar el sueño, éste era apacible y nada sucedía dentro de su cabeza por unas horas.

En una ocasión estaba teniendo el mismo sueño de siempre, pero esa vez fue diferente. No despertó cuando su vida comenzaba a desvanecerse, sino que pudo distinguir entre la neblina y el dolor que el nombre escrito sobre el lúgubre trozo de mármol era... el suyo (se revolvió en la cama, inquieto). Alguien se posaba frente a él, le tomaba la cara con una delicadeza abrumadora. Lo miraba a los ojos con curiosidad, decía algo incomprensible. Él trataba con todas sus fuerzas de enfocar a la persona que le estaba arrebatando la oportunidad de morir ahí mismo. Solo. Oía un canto lejano, no estaba seguro. Perdía la consciencia nuevamente, pero tenía que saber de quién se trataba. Todo pasaba con rapidez, entre imágenes confusas de su pasado y circunstancias incoherentes que nunca ocurrieron. Hasta que lograba juntar las últimas fuerzas que le quedaban para mirar al frente. Eran verdes. Los ojos eran de un verde brillante. Era Potter. No. ¿Lily? Temblaba al contacto del desconocido. No, no eran verdes. Eran castaños. ¿Por qué los vio verdes? La persona hablaba nuevamente y le acariciaba la mejilla. ¿Quién? Le volvía la poca vida que le iba quedando. La niebla pasaba, aclarando el paisaje. Despejándole el alma y las dudas. Era Granger. Los ojos marrones de ella. Le sonreía y no paraba de decir cosas que él no llegaba a entender. Le empezaba a faltar el aire a causa del dolor que le causaban las heridas de Nagini. Se estaba cayendo de lado.

Despertó al igual que las noches anteriores, pero esta vez estaba más alterado que antes. ¿Por qué el sueño había cambiado? Cuando comenzaba a habituarse a él, a aprender a coexistir con esa pesadilla, resultaba que su subconsciente parecía obcecado en no dejarlo en paz ni siquiera cuando dormía.

Volvió a tirarse en la cama, con la extraña sensación de haber soñado con Granger. Estaba seguro que primero había visto los ojos verdes de Lily, pero pronto cambiaron a los de la chica. Era muy raro. ¿Qué hacía ella infiltrándose hasta en sus sueños? Parecía que había querido apaciguarlo antes de morir, sólo que en esa última pesadilla no había llegado a hacerlo. Había sentido cómo le volvía la vida, llenando sus pulmones de aire e hinchándole el corazón.

En el sueño en que estaba Granger, él no moría.

*****

A pesar de inventar mil excusas para no ir a La Madriguera durante las vacaciones, Hermione se vio obligada frente a la insistencia de Harry, Ginny y la señora Weasley. Así que pasó una tarde entera con la familia de su ex novio. No fue nada fuera de lo normal, fue una cena de lo más agradable. Los Weasley no se tomaron a mal su rompimiento, claramente estaban entristecidos, pero le tenían mucho cariño como para dejar que esa situación la alejase de ellos. Tuvo la oportunidad de acercarse un poco a Ron durante la velada, cruzaron un par de palabras por educación y, en el fuero interno de ambos, sabían que no necesitaban nada más para saber que volvían a ser amigos. Es más, para comprender que nunca habían dejado de serlo, que se querían demasiado como para imaginar una vida lejos del otro. Como amigos.

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