01 de Septiembre, 2014.
Número 9 de la avenida Nutgrove, Brístol.
Un hombre alto, delgado y de cabello negro y lacio que le llegaba apenas a la mitad del cuello, salía de su casa a primera hora de la mañana para recoger el correo. Llevaba una humeante taza de café en la mano. Vestía un traje negro, corbata verde oscura y camisa blanca. Sus zapatos lustrados brillaban a la luz del sol naciente.
Caminó hasta el buzón en la verja blanca que indicaba el límite de su hogar, lo abrió y sacó un par de cartas y un periódico, el cual desdobló con su mano libre. Leyó rápidamente el insípido encabezado: nada que le llamara la atención. En silencio continuó el recorrido visual y, de pronto, su rostro se contorsionó en una mueca de disgusto.
"Severus Snape, nuevo subdirector de la Academia de Pocionistas.
Durante las últimas horas se dio a conocer la información de que el aclamado exprofesor de Pociones de Hogwarts, y héroe de nuestro mundo, el señor Severus Snape, fue nombrado subdirector de la Academia de Pocionistas, la más prestigiosa institución..."
—Bah...— murmuró Severus con fastidio, al tiempo que volvía a doblar el periódico, y junto con las cartas, se lo ponía bajo el brazo.
No había girado el cuerpo para regresar al interior de su casa cuando escuchó una voz a sus espaldas.
—¡Ah, señor Snape!— decía efusivamente un anciano. Su cabello plateado parecía brillar aún más a esas horas del día, mientras salía de su propia vivienda, la que colindaba con la de Snape, cojeando y apoyado en un bastón. Tenía puestos unos lentes que agrandaban de forma considerable sus ojos celestes y envejecidos. Sin embargo, la sonrisa amable discordaba con la dificultad de sus movimientos—. ¡Muy buenos días!— Severus se dio la vuelta para mirarlo y le dirigió una sonrisa escueta pero sincera.
—Buenos días, señor Derricks, ¿cómo amaneció de su cadera?— preguntó Snape con la cortesía a la que sus vecinos estaban acostumbrados.
El anciano avanzó trabajosamente hasta el buzón, haciendo un ademán con la mano, como queriendo decir que no había remedio.
—Igual que ayer y antes de ayer y el día anterior— rezongó, jadeando y apoyándose en el cerco de ladrillos que separaba ambas casas—. Para colmo, esta mujer no me da descanso— añadió a modo de chiste.
Snape sonrió un poco más.
—Así son las mujeres— comentó el profesor despreocupadamente, provocando una breve risa en su interlocutor.
—Hoy es el gran día, ¿no?— inquirió el viejo, clavando sus ojos claros en la casa de Severus, quien también miró en esa dirección, suspiró y asintió con la cabeza.
—Así es— confirmó en un susurro, con un pequeño deje de tristeza.
Justo en ese momento, una señora de avanzada edad apareció bajo el dintel de la puerta de la casa del señor Derricks. Su pelo era igual de blanco que el del hombre, rizado y muy corto, llevaba puesto un delantal de cocina y zapatillas de dormir. Era enjuta, pero su postura desafiante, con las manos apoyadas en las caderas, le daban un aspecto fuerte y ligeramente intimidante.
—¡Edgar!— bramó la mujer—. ¡Te estás enfriando allá afuera! ¡No quiero que vayas a pescar otro resfriado, ya mucho tengo con mis propios problemas!— Edgar le lanzó una mirada resignada a Severus—. ¡Tienes que tomarte tu medicamento!
—Sí, mujer, lo sé, ya voy— contestó de mala gana el anciano, volviéndose y avanzando con la misma dificultad que antes—. Sólo estaba platicando un poco con el señor Snape, ¿acaso estás tan vieja que olvidaste qué día es hoy?

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Sentir
FanfictionLa guerra ha terminado. Pero vivir no es lo mismo que sentirse vivo y Severus Snape lo sabe a la perfección. Mientras Harry, Ron y Hermione deciden terminar sus estudios, el reencuentro pareciera ser la única forma de salvarlo. El mundo de Harry P...