Revelación

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"¡INESPERADO ROMANCE AL DESCUBIERTO!". Esas palabras encabezaban la primera plana de aquella condenada revista.

Hermione no podía despegar los ojos de la fotografía: ella estaba de puntillas, tomaba a Severus por los hombros y le daba un pequeño beso en los labios. No era algo tremendo tampoco, pero la naturalidad con la que el mago recibía el beso, además de su casi inapreciable sonrisa, demostraban que estaba más que complacido, y que eso ya era una costumbre

Estudió en detalle la imagen para determinar cuándo fue, que ni uno de los dos se percató. Ella vestía unos vaqueros oscuros y un suéter de lana café claro, y él, pantalones negros y el suéter que la chica le había regalado para su primera cita. El paisaje que apenas se veía detrás de ellos era de árboles y un cielo azul. Suspiró al recordarlo, fue un día en que pasearon por un parque cercano a su apartamento. Qué mala suerte, pensaba, había sido una caminata muy corta, ya que al poco tiempo se puso a llover y tuvieron que volver.

Cerró los ojos y respiró profundo. Ginny permanecía a su lado, de pie y en silencio. Hermione no se sentía en una posición demasiado digna para enfrentar aquello, era un hecho que estar en pijama, despeinada y recién despertada no la beneficiaban en nada. Sin embargo, ya estaba metida en ese embrollo, y ninguna justificación era válida ya.

Totalmente resignada, tomó aliento una vez más y reunió coraje para alzar la vista. Se dio de lleno con los ojos marrones de Ginny. A la castaña le asustó el enorme parecido a su madre que tenía en ese momento. Aquella mirada la había visto un millón de veces en la señora Weasley cuando regañaba a alguien, y debía admitir que siempre le pareció de lo más atemorizante.

—Ginny, perdón por no habértelo dicho, no te enfades— fue lo único que se le ocurrió decir. La pelirroja mantuvo su expresión de enfado por unos segundos, sin embargo, la fue suavizando poco a poco mientras bajaba los hombros y soltaba todo el aire de sus pulmones.

—No estoy enfadada, estoy... no sé. ¿Sorprendida? ¿En shock?— decía, moviendo los brazos, como buscando en el aire la palabra correcta que describiera lo que sentía—. Pero también estoy feliz— añadió y se sentó en la orilla de la cama mirando a Hermione. Ella se destapó y bajó los pies al suelo, sentándose también.

Sin saber qué decir a continuación, las chicas se quedaron mirando a los ojos por largos minutos.

Ginny se animó a hablar cuando notó lo absorta que estaba Hermione, la noticia la conmocionó mucho más de lo que había previsto.

—¿Por qué me mentiste?— preguntó la pelirroja, a sabiendas de que no era la forma más considerada de abordar el tema, pero necesitaba saberlo, necesitaba entender cómo pasó.

—No mentí, sólo... ¿omití?— La voz de Hermione se fue debilitando hasta ser apenas un susurro.

—Sí mentiste. Yo te pregunté si todavía sentías algo por él, y me dijiste que no.

—Sí, tienes razón— admitió finalmente, apoyando los brazos en las piernas y fijando la vista en la alfombra—. Mira, al principio no quise decirle a nadie porque... — suspiró para organizar sus pensamientos—. Porque no estaba segura de que esto realmente fuera a funcionar, ¿entiendes? No quería ser la típica loca que anda detrás de un hombre que nunca se va a fijar en ella. Me queda un poco de dignidad— declaró, mientras una sonrisa se asomaba en sus labios. Ginny le sonrió de vuelta.

—Bueno, al parecer, sí funcionó, ¿no es así? Y, de todos modos, no me dijiste.— Hermione captó en el acto el tono dolido en la voz de su amiga, y asintió con la cabeza. Ginny hizo una pausa y desvió la vista un momento antes de añadir: —. No, está bien. Después de todo, es tu vida... y conociendo a Snape, hiciste lo más lógico. Sólo me molestó haberme enterado así.

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