Día 100

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Me desperté y tenía este dibujo pegado en la ventana.

No se si romperlo, quemarlo, tirarlo a la basura... o guardarlo en mi escritorio como hice con los otros.

Todos los días de este último mes, y sin excepción me despertaba con un dibujo pegado en mi ventana. No entiendo porqué hace eso, ¿no es más fácil tocar el timbre de casa, y tener una charla como hacen todas las personas?

Me reí ante esta idea, porque las palabras que dijo Max resonaron en mi cabeza, "hagamos lo que hagamos, dudo siquiera llegue a ser normal".

No puedo entender... cómo es que...
Algo esta mal. Max no puede ser el malo y Tom el bueno. Por definición Tom era el malo. Las cosas que me hizo... mejor no recordarlo.

Max siempre fue dulce, siempre me respetó, siempre me trató como se debe tratar a una chica. Algo esta mal.

¿Será que los dibujos están haciendo efecto en mí? ¿Será que me estoy ablandando? ¿O, será que me cegué ante la verdad y no quise escuchar a Max?

Ellie, ¿qué vas a hacer?

Hablar con Sam. Mi hermana siempre sabía ver más allá de los hechos, incluso más allá de lo que yo podía.

Me dijo que dejara de sobreanalizar las cosas, que no me ayudaba en lo más mínimo. Me reconoció que habló un par de veces con Max, que él la llamaba para preguntarle cómo estaba y demás.

"Esta muy triste, Ell. Lo digo en serio, como si...".

"Sam, no me asustes".

"Ell, habla con él. Y escuchalo, o mejor, trata de entenderlo. Yo se que él te entiende, y tal vez eso sea porque vos no tenés problemas con las palabras. Max en cambio, dibuja mejor de lo que habla. Se que te mandó dibujos, el muy tarado me golpea la ventana cada vez que los cuelga. Creo que algo te quiere decir con esos dibujos, más allá de lo que esta dibujado".

"Sam, sos un maldito genio".

"Ya lo se, hermana. Si querés te puedo ayudar a decodificarlos".

"Mmm, bueno dale".

La idea de Sam era buena, en teoría. Llevarla a la práctica era mucho más complicado, y un poco vergonzoso.

Después de media hora de analizar los dibujos, Sam se dio cuenta de algo.

"Ell, el perro con la flor".

"Sí, ¿qué pasa?".

"Ell, ¿en serio no te acordás de Gato?".

"¿Gato? No puede ser, pero si Max nunca...".

Y de repente me acordé.

Estábamos en la plaza, yo tendría tres o cuatro años. Y estaba en las hamacas, mi juego preferido. Mis papás estaban sentados en unos bancos, jugando con Gato, nuestro perro.
A lo lejos veo que un nene estaba jugando con otros chicos, pero los otros nenes no parecían ser sus amigos. Lo estaban empujando.
Salté de la hamaca y fui corriendo a ayudarlo. Empujé a los otros nenes y les dije "¡qué divertido es empujar nenes!", acto seguido todos se fueron.
"Hola".
"Hola, soy Ellie".
"Max, estem... gracias".
"De nada, ¿querés ir a las hamacas?".
"Mmm, bueno".

"Ell, ¿hola?".

"Amm, me tengo que ir"

Agarré el dibujo de Gato y me fui corriendo a la casa de Max. Me caí un par de veces, porque a pesar de estar apurada mi torpeza era inquebrantable.

Todo este tiempo creyendo que Max me conocía solamente hace dos años. Sabía que el perro me resultaba familiar, ¿cómo no me di cuenta antes?

Cuando estuve en la puerta de Max me detuve. No quería tocar la puerta y tener que hablar con los padres de Max, no quería que pusieran excusas como "no, no esta. Salió", "esta durmiendo, pero le diremos que viniste". Opté por la opción B, entrar por el jardín.

Ahí estaba, sentado en la galería, arrancando pastitos con la mirada perdida.

"¿Esos nenes, te están molestando otra vez? ¿Tengo que empujar a alguien?".

Levantó la vista y sonrió. Dios, cómo lo extrañaba.

"Con que te acordaste".

"Mmm sí, Sam me ayudó".

"Y pensar que le gustan los Trix".

"Jajaja, y pensar que a vos las Zucaritas".

"Ya no tanto, una chica me hizo cambiar por los aritos de miel. Creo que están empezando a gustarme".

"¿En serio? Mira vos, ¿y esta chica, es tu novia?".

"Es complicado".

"Decime, tal vez te puedo ayudar".

"La verdad es, que ya no quiero que sea mi novia".

Se me retorció el estómago, creí que esta conversación iba exactamente para el lado contrario. ¿Max ya no me quería?

"Ah, bueno... es una lástima", ya había empezado a caminar cuando Max me agarró de la mano evitando que siguiera avanzando.

"Creo que no me entendiste, no quiero que seas mi novia monstruito. Quiero que seas más que eso".

"Máx, no".

"Pero si no te pregunté absolutamente nada. Dije que es lo que quiero, nunca especifiqué el cuando".

"Odio que siempre digas las palabras correctas".

"Mentira, me amas por eso".

"Mmm, puede ser. Pero también te odio un poquito".

"¿Por qué?".

"Porque siempre me haces caminar a mí, ¿por qué no fuiste vos? ¿Por qué siempre esperás a que sea yo la que venga hasta acá?".

"Porque Ell, yo también fui a tu casa. Todo un mes, ¿no viste mis dibujos? No soy bueno con las palabras, siempre te lo dije".

"Mmm, si puede ser. Igual estoy un poco enojada".

"Sí, yo también".

"¿Y eso?".

"Enojado porque esperaste un mes para venir a casa".

"Estaba tratando de hacerte sufrir un poquito. Por no haberme contado toda la verdad. Odio los secretos, sobretodo cuando alguien más puede contármelos".

"Lo se, por eso te pido perdón".

"Sólo si me prometés una cosa".

"Lo que sea".

"Nunca me dejes de llamar monstruito".

"Jajajaja, hecho".

Me tuviste con un "Hola"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora