1. El despertar del Soldado.

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Las alarmas se activaron y todas las puertas se cerraron. El laboratorio principal se había vuelto un caos. El Soldado del Invierno golpeaba y lanzaba a todo aquel que intentara detenerlo. Rumlow lo atacó por la espalda, haciendo que este último se girará y lo empujara directo contra una pared propinándole severos golpes en cara y abdomen; sin embargo, Rumlow se defendía logrando que su puño hiciera contacto con la mandíbula de su agresor. Esto incrementó su ira, por lo que en menos de un segundo tomó a Rumlow por el cuello con su brazo metálico y apretando lentamente lo elevó por los aires para posteriormente impactarlo contra el suelo.

El Soldado continuó caminando cuando de pronto se paralizó y sus orbes se abrieron desmesuradamente, un dolor sordo provenía de su muslo derecho: no podía moverse.

—Tranquilo soldado— Amenazó Pierce, y todo se volvió oscuro.

***

Una hora después el efecto del inmovilizador eléctrico se había acabado por lo que su cuerpo lentamente fue recuperando el movimiento. Todo era muy confuso, no sabía en dónde estaba ni su propósito en ese lugar. Escuchó pasos acercándose a él. Pronto tensó su mandíbula y cerró sus puños, preparándose para dar un golpe si era necesario. Abrió los ojos y vio un rostro que reconoció inmediatamente.

—Has despertado...— El Soldado se sentó y observó al hombre frente a él. No estaba sólo, lo acompañaban dos hombres y reconoció a uno de ellos —Bien, ha pasado algún tiempo que no tienes ninguna misión pero por ahora solo entrenarás y recuperarás tus fuerzas— exclamó Alexander Pierce.

»Cuando estés listo habrá un misión para ti, y si tienes suerte, ya no será necesario regresar a la cámara criogénica— el doble agente apoyo su mano sobre la unión entre el brazo metálico y la piel humana.

—Si gustas puedo mostrarles las instalaciones Alexander— pronunció el científico con un acento germánico muy marcado.

—Muy bien, gracias Wolfgang— Pierce se acercó a su colega y agregó —Soldado, te presento al Dr. Wolfgang von Strucker, líder de esta base. Estarás a su cargo junto con el agente Rumlow— Este último sonrío maliciosamente —... vístete Soldado, nos acompañarás— El aludido sólo asintió.

Ya estando solo comenzó a inspeccionar la pequeña habitación: paredes puramente de cemento, una vieja cama, un lavamanos con jabón, un rastrillo y una toalla a un lado,  y también un espejo de cuerpo completo en una pared lateral. Junto a ese espejo había una silla con ropa y unas botas.  Se dirigió hacia ese espejo y visualizó su reflejo. Un hombre alto, músculos marcados, sólo vestía pantalón. Enfocó su vista al brazo de metal con la estrella roja y comenzó ha ver movimientos con éste. Observó su rostro, y lo tomó entre sus manos, sintiendo la abundante barba que veía en su reflejo.  Tomó el jabón y comenzó a hacer espuma, aplicándola en su barba y poco a poco fue rasurándola. Enjuagó bien su rostro, acomodó su cabello, se calzó las botas y se puso una remera. Volvió a observarse en el espejo sin ninguna expresión en su rostro. Tenía la mente en blanco, no recordaba nada, solamente que debía mucho agradecimiento a HYDRA aunque no recordara la razón.

Unos minutos más tarde se encontraba recorriendo la base junto con Pierce y los otros dos hombres. Laboratorios contiguos, salas de entrenamiento, salas de equipamiento militar y "habitaciones" para los voluntarios.

—Muy bien, entren silenciosamente. Les presentaré a mis obras maestras— Exclamó Strucker con un ápice de emoción en sus palabras. Los hombres entraron a un laboratorio contiguo, que en su interior contaba con una cámara de Gesell —,el Dr. List ha estado trabajando arduamente con ellos.

En el interior de la cámara se podía observar al Dr. List con un cronómetro en una mano y una carpeta en otra. Un joven de cabello castaño corría a gran velocidad en una caminadora.

—Vas bien Pietro, tu velocidad se incrementa pero te fatigas muy rápido— se podía escuchar la voz del Dr. List recriminando al castaño, quien solo tomaba aire con dificultad.

El Soldado se percató de la presencia de otra persona, más específicamente, una chica. Posó sus orbes sobre la castaña que estaba del otro lado. Sentada en posición india y espalda recta, piel clara, cabello castaño oscuro, no distinguía claramente sus rasgos, sin embargo algo en su interior se activó, sin duda era muy hermosa. Pronto pudo ver como los ojos de la gemela se ponían ¿rojos?... y pequeños objetos a su alrededor levitaban unos centímetros del piso durante escasos segundos para después volver a su posición original.

—Los gemelos Maximoff: Pietro y Wanda. Velocidad y telequinesia. Son pocos los progresos pero con el tiempo habremos logrado grandes avances— afirmaba Strucker a sus acompañantes

—Espero estar presente cuando eso ocurra Wolfgang— lo desafiaba Alexander Pierce

El Soldado no podía despegar la vista de la chica cuando pronto ella fijó la vista en él. ¿Era posible que lo viera? Inmediatamente el bajó la vista y ella esbozó una pequeña sonrisa.

M E M O R I A S   D E   S O K O V I ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora