6. Humano.

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"(...) Entretanto, yo empezaba a rendirme a sus encantos. Con el tiempo me di cuenta de que sentía por ella algo que nunca había sentido por nadie. Aunque no habría podido definir ese sentimiento, tenía la vaga sospecha de que era atracción sexual. Sí lo era; sin lugar a dudas. Me sentía atraído por ella."
Mineko Iwasaki

La confusión era una constante en la vida del Soldado desde que "despertó". No tenía un nombre, o más bien no lo recordaba, y le costaba comprender su propósito en ese lugar. Sin embargo, como buen "soldado" que era, obedecía toda orden que se le daba. Tampoco era consciente del tiempo que llevaba recluido ni cuánto tiempo más permanecería ahí. En ocasiones, la ira se apoderaba de su cuerpo, apaciguándola en los combates contra Rumlow.

Conforme transcurrían los días, surgían cambios en él, cambios que lo hacían sentir mejor consigo mismo. De pronto las expresiones de su rostro se suavizaban, su voz ya no era tan monótona y las memorias, los recuerdos que se generaban en esa base de Sokovia permanecían ahí. Podía experimentar una sensación de paz y tranquilidad a ratos, pero la confusión era constante.

Cada entrenamiento con la chica Maximoff implicaba nuevas sensaciones. El calor que recorría su cuerpo al verla entrar a la sala de entrenamientos día tras día, las pulsaciones aceleradas al aproximarse a ella y una descarga eléctrica que recorría su columna vertebral en todo su extensión ante el mínimo contacto con la piel de la castaña, por mencionar algunas. Era como si de pronto se hubiera activado un interruptor en su cuerpo y eso lo hacía sentir vivo, lo hacía sentir ¿feliz?. Lo hacía sentir humano.

La belleza de esa mujer quedaba intacta en sus pupilas y aprovechaba cada momento para observar cada detalle de su cuerpo y mantenerlo en su memoria. Su cabello largo y castaño, la mayoría del tiempo peinado en una cola alta; sus cautivadores ojos verdes llenos de vida, enmarcados por unas cejas bien delineadas y unas pestañas largas, gruesas y rizadas, unas ojeras levemente marcadas. Pómulos definidos, mejillas con un poco de color sonrosado y una nariz fina y pequeña. Su piel aunque un poco pálida figuraba ser tersa como porcelana. Finalmente llegó a sus labios rosados, los cuales en últimas ocasiones tenía ganas de besar. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y prefirió darse la vuelta antes de hacer algo indebido.

Como siempre, la cerradura de la puerta mecánica se desactivó. La chica buscó la mirada del soldado y esbozó una sonrisa para posteriormente hacer un ademán con su mano a manera de despedida. La observó marcharse e inconscientemente sonrío.

Al llegar la noche tuvo que darse una ducha fría debido a los recuerdos de la muchacha y no pudo evitar imaginar su cuerpo debajo de la horrible ropa que tenía que vestir. Era innegable que la figura de esa mujer debía ser igual de hermosa que su rostro. De un momento a otro imágenes de ambos haciendo cosas indebidas surgieron en su mente. Súbitamente "algo" apareció: un enorme bulto en su entrepierna... y a partir de esa noche tuvo que aprender a "jugar" consigo mismo para calmar el deseo que experimentaba por la castaña.

M E M O R I A S   D E   S O K O V I ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora