Génesis

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Al principio, todo era confusión y caos en la Ciudad de Ki. Las tinieblas comenzaron a caer en aquellas tierras desérticas y Ki se dio cuenta, de nuevo, que el hombre se dejó llevar por la tentación y cayó al abismo insondable del Pecado.

Ki reunió a todos los niños, mujeres y varones puros, sopló en las narices de cada uno y les enfundó el ánimo para seguirle y reconocerle como Madre. Muchas preguntas nacieron de las bocas de los suyos y consultaron respecto a los pecados que conocieron y debían conocer.

Ki dispuso de las etapas que debían seguir en su trajinar, según recordó de los relatos contados por sus antepasados, y fijó el recorrido hacia el noroeste. Comenzó a numerar a todos los varones que hubiesen dejado atrás su pubertad y los reunió en linajes según su parentesco. Asignó a cada tribu los huérfanos, viudas y ancianos sobrevivientes y les indicó que debían evitar los errores de sus semejantes.

Ki formó un Concejo con los hombres y mujeres sabios de cada una de las doce tribus que eligieron a sus voceros, aquellos que recibían en sueños a los emisarios del Divino, quien les decía cómo comportarse y solicitaba respeto hacia su Madre Ki. Antes de su partida, todos se congregaron alrededor de Ki y los miembros del Concejo, ante quienes juraron que de ahí en adelante "todos serían la misma carne y los mismos huesos" y emitieron el juramento eterno.

A partir de esa fecha, olvidada en los anaqueles de la Biblioteca del Viento, dio el nacimiento al eterno y unánime deseo de toda raza homínida: encontrar un ser ante quien inclinarse y ante cuyo nombre, cual fuerza incontestable, se pudiera congregar a todos en una religión común. De esta forma, mediante el temor se evitarían las atrocidades cometidas e inducidas por los habitantes de las dunas. Ki y los suyos se preguntaba, ¿de qué te sirvió el conocer esa verdad? Libre albedrío. Simples conjeturas, que exponía los límites de la fuerza de voluntad del hombre. Conocieron el dolor.


  "¿Hay muchos seres semejantes a los tuyos?- le preguntaron a Ki. ¿Verteremos lágrimas otra vez? ¿Crecerá nuestra desdicha?

Acquaviva: La Piedra del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora