Se acercan!

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Mientras escuchaban desde su escondrijo, azuzados por la curiosidad, diversas reacciones abrumaron a Kenny y Remy una vez que la conversación avanzaba: primero, asombro al conocer su origen; temor ante la presencia de los extraños emisarios; tristeza al enterarse de la supuesta muerte de su tío Ronald; pánico al saber quiénes eran sus supuestos enemigos; resignación, al conocer que debían marcharse de aquella ciudad la cual ya llamaban hogar.

Dos golpes quedos contra la puerta principal alertaron a los chicos. Robbie Mac Farlen entró de prisa en la habitación y custodió a los chicos. Atenea apagó las luces y llamó a la señorita Kavanagh. A pesar de que hablaba en un tono cordial, era patente ese instinto autoritario por lo cual todos escuchaban con respeto y obedecían con sumisión, incluso Pesaj. Para los Le Fey resultaba un consuelo contar con los miembros del Concejo en medio de la oscuridad. Susurros incomprensibles llegaban a sus oídos. Conversaron todavía un rato hasta que Kenny preguntó con timidez:

- ¿Dónde está Marc?

- Afuera- respondió con parquedad Atenea.

En su rostro de madera no se movía un músculo y los ojos vacíos seguían fijos en el exterior. Segundos después, Marc retornó a la estancia.

- Pictos.

- ¿Cuántos?- preguntó Atenea.

- Al menos seis. Los mismos del parque. Los encabeza el tipo de nariz dilatada. Y traen mascota. Un "fomoré".

- Aprecian la mano de obra local- interrumpió Susana con sorna.

- ¿Qué tipo de "fomoré"?- preguntó Atenea, obviando la intromisión.

- ¡Uno muy grande! De un lindo color turquesa y cuernos añil - respondió Marc-. Y ni siquiera contamos con un "druida" para contrarrestarlo.

- Yo puedo entretenerlo, pero no derrotarlo- comentó la señorita Kavanagh-. Para tal hazaña se requiere un poco más que simples hechizos "aos".

- ¿De qué hablan? – exclamó asustado Remy.

- Nada de qué preocuparse. Dos o tres batallones de "Verndari" y lo controlamos- respondió Marc con su infaltable humor

- ¿Y contamos con ellos?- preguntó Ted.

- No. Pero no entrarán a este sitio. Saben que los custodiamos, pero por dicha no saben cuántos somos. Si no, ya hubiesen venido a darnos el réquiem y sin sermón de por medio.

Atenea se reunió con Pesaj, Marc, Ted y la señorita Kavanagh. El "boggart" salió de la habitación para rondar la casa en compañía de los tres "korreds" que dieron el aviso a Marc.

- Cuando estoy solo y percibo este silencio me dan ganas de llorar o de cantar, pero solo sé canciones obscenas o relato mis aventuras en los bosques- comentó Marc para iniciar conversación.

- O sea: hablas de lo mismo. Pero en este caso no nos atañe hablar de tus deseos depravados como merodeador de doncellas- exclamó Pesaj.

- ¡No digan más y escúchenme!- ordenó Atenea- . ¡Maldición! Nunca vimos al "fomoré" durante nuestras rondas de vigilancia. Los pictos lograron captar nuestra atención ya que cercaban a los Le Fey.

- No te culpes Atenea. El Concejo solo envió a ocho de nosotros para vigilar todo Dublín. En mi opinión, solo podíamos controlar el perímetro y dejar que los "korreds" se encargaran de capturar o neutralizar a algunos "Carroñeros" y otras alimañas- recordó Pesaj con seriedad-. Y no nos atrevimos a eliminarlos en su totalidad porque deseábamos ver cuáles eran sus verdaderos planes.

- ¡Traer a ese demonio! Debemos evitarlo y sacar a los Le Fey de aquí. Ellos saben que las tablillas iban a llegar a esta casa porque solo Ted podía traducirlas y saben del niño.

Todos se miraron entre sí. Los pictos no se interesaban en el doctor. Venían por los chicos.

- ¿Cuán peligroso es ese monigote que acompaña a los Carroñeros?- exclamó Susana con rabia, al notar el silencio de sus acompañantes-. Todos hablan y nadie quiere enfrentarse con él. Pesaj mide tres metros, Robbie se puede transformar en cualquier ser que desee, los "korreds" pueden mover monolitos de cinco toneladas... ¿No son suficientes?

- Debemos evitar las confrontaciones. Podrían atacar a los Efímeros, no debemos exponerlos a ser masacrados.

- Podemos usar la piedra de canje de Marc- comentó Ted.

- No soy el genio de Aladino ni mi piedra de canje un autobús escolar, querido amigo- contestó burlón el "korred"-. Te afecta darle seguimiento a las series cinematográficas de ciencia ficción.

Una tonada en gaélico interrumpió la conversación.

- ¡Teléfono celular! ¡Ya no te comunicas con balidos o con luces intermitentes a la luz de la luna, borrego! ¿Cómo puedes escribir con tus pezuñas? No sabía que el Concejo los adaptaba a las necesidades de sus empleados. Me cuesta mucho escribir en mi e-mail con estos dedos del tamaño de una zanahoria- exclamó divertido Pesaj.

- Alisten todos su PSP, un buen libro y golosinas para camino. Mis hombres traen refuerzos y medio de transporte. Nos vamos de aquí.

Acquaviva: La Piedra del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora