Despertar

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    Un susurro marcó el despertar paulatino de Pietro. Aferró su cabeza con las manos y escuchó el canto cercano emitido desde un riachuelo que se hacía uno con el mar. Sonrió. Entreabrió sus ojos adormecidos y pudo corroborar como unas sombras se apostaban alrededor su lecho, entusiasmados por su despertar. Rafaela besaba sus ojos, su frente, sus labios... Le recordaba cuánto lo amaba y no cesaba en demostrar su cariño de mil y una formas.

A unos pasos de ahí, Halldora, con los ojos enrojecidos debido al llanto, observaba. Pietro se percató de su presencia y preguntó quién era.

- Es la mujer que te encontró a orillas de la playa, papá- respondió la pequeña Daniela-. Ha sido muy amable con todos. Nos ha dado medicinas, vendas, bálsamos... ¡De todo!

- Sí. Ha sido demasiado "amable"- expresó Rafaela con acritud.

- Entonces debemos corresponderles con amabilidad por su caridad hacia quienes lo necesitábamos- dijo Pietro en voz baja-. ¿Cuál es tu nombre y dónde nos encontramos?

- Nos encontramos en las Playas Grises, llamada así por mi clan. Ella se llama Halldora Olafson, nieta del jarl Olaf Ulfson, aquí presente. Disculpa su timidez pero tu esposa no ha - exclamó una voz desde las sombras.

A Pietro se le dificultó entender a su interlocutor, quien venía acompañado de Tiziano y de dos jóvenes tan altos que si acaso él les llegaría al pecho si pudiese mantenerse erguido. Pero la voz se le hacía conocida. En otra época. En otro cuerpo. Olaf expresó un breve monólogo el cual su huésped no pudo entender debido a sus gestos pero Tiziano se ofreció a traducir, con el perdón del caso ya que su conocimiento léxico de la lengua "spaki" era limitado.

- Mi gente viene desde las orillas del Lago Albo, dentro de territorios nórdicos. Mi nombre...

- Los amigos no deben presentarse, Olaf, hijo de Ulf Piel de Oso y la reina guerrera Jaddvor.

Olaf sonrió y abrazó a su amigo. Lloró de alegría, al ver cuán rápido se había recuperado. Hrafnkell habló por su jefe.

- Sabíamos por boca de nuestros allegados que ustedes se dirigían en búsqueda de un nuevo hogar en las Islas Esmeralda, invitados por el clan Cernunnos, motivo por el cual nos sorprendió ver tu nave cerca de estas costas. Los gitanos que se hospedan con mi gente en el campamento pronosticaron tu llegada, Pietro Acquaviva, descendiente del clan "Areíôn". Un descendiente de la raza del mar...sorprendente.- tradujo Tiziano, no con cierto dejo de admiración ante las palabras de Olaf.

Todos los presentes exclamaron un "¡oooh!" muy prolongado pues ni siquiera los más allegados a Pietro conocían su clan de origen, y la mayor sorpresa fue de Rafaela, ya que ambos descendían del mismo clan. Pietro no pudo disimular su malestar pero no por ese motivo dejó de interrogar a su anfitrión.

- Parece que has vivido más tiempo del que muchos han podido vanagloriarse. ¿Cómo sabes tanto de mí? Me inquietas- sonrió Pietro desde su lecho.

- Tu joyería- exclamó Hrafnkell mientras le devolvía el envoltorio encontrado por sus hombres- resulta muy rara y no cualquiera puede presumir de tal legado.

- No es un legado, sino una maldición- contestó en voz baja Pietro, inaudible para Olaf que pese a eso indujo el significado.

- Parece que deberás permanecer una temporada con nosotros, querido amigo- exclamó emocionado Olaf-. Acá no te faltará abrigo y alimento. No te prometo una embarcación ya que apenas contamos con los drakares imprescindibles para viajar ligeros, pero si deseas acompañarnos, quizás podamos resolver tu problema de transporte. Te desviaste cientos de leguas de tu ruta original.

Acquaviva: La Piedra del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora