Capítulo 1

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Zara

Me echaba algo de perfume cuando escuché un gran portazo de la habitación de al lado, la habitación de Jane. Suspiré mirando el reloj, Malia aún debía estar en casa. Caminé a la habitación de mi amiga y toqué la puerta esperando que ella abriera, pero sólo recibí un gruñido de su parte, abrí la puerta y me moví a tiempo antes de que una enciclopedia se estrellara con mi cara.

- ¡Vete! - Gruñó y vi sus ojos brillando de aquel intenso amarillo característico de los betas.

- ¿Qué te pasa? - Me tiré en su cama y ella volvió a gruñir lanzando otro de sus libros por la habitación. - ¿Cassandra?

- ¡Pues no le entiendo! - Se tiró a mi lado gruñendo, solía gruñir mucho cuando estaba enfadada. - Sabes que hemos salido hoy, llevamos todo el maldito verano saliendo y hoy intenté besarle.

- ¿Y te rechazó?

- Si, bueno no completamente. - Ella tenía una mirada confundida mientras sus ojos volvían a su color natural. - Primero lo aceptó y luego sólo se separó y me dijo que no podía y se marchó, ¿Qué significa eso, Zara?

- Quizás sólo está asustada. - Me encogí de hombros. - No sé si porque le guste una chica, o quizás porque le teme al amor, ¿No me dijiste que le había afectado bastante la separación de sus padres? - Ella asintió.

- ¿Qué debería hacer?

- Dale espacio, supongo que es lo mejor. - Sonreí inmensamente al ver a Malia apoyada en la puerta. ¿Cómo podía verse tan hermosa? - Cassandra tiene sus mecanismos de defensa y le conozco lo suficiente para saber que ella necesita pensar las cosas, la última vez que tuvo un novio no le fue nada bien, y luego está el divorcio de sus padres... - Ella no pudo terminar pues había saltado sobre ella en un abrazo de koala. Escuché su dulce risa en mi oído, era muy diferente a sólo hablar con ella por teléfono. Tomé su cara entre mis manos y la besé.

- Si van a enrollarce, no lo hagan frente a mí y menos en mi habitación. - Cuando iba a separarme Malia lo evitó iniciando de nuevo un beso. - Eh, hola soy una loba con problemas de amor.

- Oh, cierto. - Malia se separó de mi con una pequeña sonrisa antes de dejar que mis pies tocaran una vez más el suelo. - Mhh... yo creo que sigas los consejos de Malia, ellas se conocen. - Miré a mi amiga que volvió a gruñir.

- Okay, vete con tu novia y hablen. - Ella me miró seriamente y yo entendí rápidamente el mensaje.

Malia no sabía nada acerca de lo que me estaba ocurriendo últimamente. Aquel verano ambas habíamos estado ocupadas, pero sobretodo ella. Garret estuvo entrenandole y estudiandola, tenía un doble entrenamiento como Banshee y como licantropo mientras que yo debía estudiar como liderar una manada correctamente.

Mis hermanos habían comprado casas en el pueblo para vivir cómodamente con sus mates, al menos los mayores pues los gemelos seguían sin conocer a su mate, o al menos eso me han dicho. Al recibir a sus mates mi manada había crecido, y según Garret pronto otros iban a querer unirse así que debía saber llevar algo así. Cuando ella empezó a controlarse y Garreg me lo permitió le pagué un campamento de Artes pues eso era lo que gustaba, y fue una buena distracción de mi reciente asma y alergias.

Estabamos en mi habitación compartiendo algunos besos y caricias, ella se veía más hermosa que nunca.

- Mía. - Murmuré delineando las facciones de su cara.

- Completamente. - Ella tomó mi mano dándole un pequeño beso. - Muchas gracias por el campamento de Arte, ha sido genial. Ni siquiera sabía que existían esas clase de cosas.

- Por nada, me gusta hacerte feliz. - Besé su frente. - Además será un buen antecedente para Julliard. - Ella rio dulcemente.

- Cariño, el arte me gusta, pero yo quiero estudiar medicina. - Eso si que no me lo esperaba.

- Oh, buen dato para evitar sobornar al director de Julliard. - Ella volvió a reír.

- Eres una tonta.

- Hablaba en serio. - Hice un puchero.

- Me das diabetes de lo dulce que puedes ser. - Ella sonrió y me quedé mirándole, ella debía saber lo que me estaba pasando.

- Debo decirte algo. - Me separé levemente para mirarle mejor, su mirada cambió rápidamente y parecía preocupada.

- ¿Ha pasado algo? - Asentí. - Okay.

- Cuando tú te marchaste me empecé a sentir enferma.

- Se supone que nuestros amuletos evitan eso. - Yo asentí.

- Y lo hacen, pensamos que algo estaba fallando, pero tú estabas bien. Esto va más allá del asunto de los mate, esto es acerca del hecho de haber renunciado a mi Alfa por tu vida y que haya vuelto a hacerlo en menos de 24 horas.

- Dilo de una vez, Zara.

- Tengo los ojos de un Alfa y aún puedo hacer que mis betas me obedezcan, pero mi fuerza y habilidad es la de un Omega, y tengo características de un humano.

- ¿Cómo es eso? - Tomé las pastillas y mi inhalador de mi cajón.

- Tengo asma y alergias como a algunas flores o a los perros, las pastillas me ayudan un poco.

- Espera, ¿En serio ahora eres alérgica a los perros? - Asentí. - Bueno, eso no es lo importante. ¿Garret sabe que es lo que está pasando?

- Eso estamos investigando, todo lo que esta pasando es algo inusual.

- No recuerdo haber leído nada en el Bestiario.

- Ni yo. Aunque Garret siempre que puede investiga en la biblioteca.

- ¿Biblioteca? - Tomé su mano y la guíe por la casa hasta la habitación que usabamos de biblioteca. - ¿Por qué no sabía de esto?

- No lo sé, nunca se me ocurrió mostrartelo. - Me encogí de hombros.

- ¿Todo se te ha presentado de golpe? - Negué.

- Primero fueron las alergias, luego el asma.

- ¿No te ha pasado nada más? - Ella recorrió el lugar antes de volver a mirarme preocupada.

- Por ahora no. - Ella se quedó en silencio. - ¿En qué piensas?

- En que quizás te estas debilitando.

- ¿Y por qué la luna haría algo así?

- Pues preguntemosle. - La miré confundida. - La invocaremos.

Hija de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora