Jane
Malia veía como Zara jugaba con uno de los niños de nuestra antigua manada, esos niños solían amarla y al parecer eso no había cambiado en absoluto. Todos parecían estar relajados, al menos eso trataban de aparentar pues sentía el aroma de todos los miembros de sus manadas a nuestro alrededor, ellos se mantenían alerta de todo.
- ¿Por qué hacen un día en la piscina cuando pueden atacarlos en cualquier momento? - Preguntó Cass sentándose a mi lado, mis ojos recorrieron su cuerpo que sólo estaba cubierto por un bañador.
- Petición de los niños de las manadas. Zara no se puede resistir ellos. - Me encogí de hombros mientras me ponía mis lentes de sol, era un buen día e iba a aprovecharlo.
- Jane, ¿Por qué tus padres no están aquí? - Mis manos se envolvieron en un puño inmediatamente mientras mi cuerpo se tensaba.
- Eres muy débil. - Mi padre me miró con decepción. - Eres una beta, pero aún así tienes la fuerza de un omega. No, me equivoco eres como un sucio humano.
- Lo siento. - Murmuré bajando la mirada.
- ¿Crees que un lo siento cambiará el hecho de que eres una decepción?, Jane venimos de un linaje de fuertes betas que han servido a esta manada y tú no eres capaz de asesinar un puma.
- Pero yo no quiero matarlo.
- No es por ti, es por nuestro Alfa. - Él tomó mis hombros sacudiendome. - Nada es por ti, tú sólo eres un peón del rey.
- Pero yo no quiero matar a otros, ni siquiera a los animales. No cuando lo hacen por diversión. - Murmuré y me arrepentí de inmediato, él me dio un fuerte puñetazo derribandome.
- ¿Crees que esto es un juego?
- Déjala, Jeff. - Mi madre apareció con el puma en sus hombros. - Ya tenemos el puma para Castiel, vámonos.
- Ella tenía que cazarlo, Victoria. - Él gruñó.
- Ella apenas puede matar a una araña, - Bajé la mirada ante su burla. - es una inútil como lo era tu familia.
- Mi familia viene de...
- Me da igual, la mía siempre ha sido la mano derecha de sus Alfas. - Ella rio. - Vámonos. - Él cuando iba a agarrar mi brazo me aparté rápidamente, sabía que si volvía a casa me castigarán. No quería dormir en el calabozo de nuevo.
- ¿Qué intentas?
- Me voy. - Empecé a retroceder, pero mi cuerpo se congeló al ver sus ojos tan fríos.
- ¿Y a dónde planeas ir, mocosa?
- Lejos de todos ustedes. - Ellos rieron.
- Eres tan idiota, si quieres irte vete. Quiero ver como sobrevives siendo tan estúpida, - Mi padre seguía riéndose. - de seguro volverás arrepentida a casa mañana. - Ellos me dieron la espalda empezando a caminar a la manada.
Por un momento quise seguirlos, pero no lo hice. Me fui de las tierras de la manada lo más rápido que pude, yo no conocía muy bien el mundo exterior, pero si sabía leer mapas y en los libros siempre me encantó leer sobre ciudades de Inglaterra.
Pasaron días y el deseo de volver a casa era más tentador, llevaba al menos 5 días sin comer algo, no quería robarle a la gente de aquel pueblo, yo no sería como ellos. Me senté en la calle agotada, no me quedaban muchas fuerzas, al menos el frío no me afectaba gracias a mi entrenamiento. Mi cuerpo estaba agotado y mi estómago sonaba, decidí dormir un poco, eso ayudaría.
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Hija de la luna
RandomZara tiene una nueva oportunidad para ser un Alfa y poder llevar una vida normal junto a su mate, o al menos intentarlo. Los rumores empezaron a circular en el mundo sobrenatural haciendo que nuevos ojos se pusieran en la Alfa tan conocida, trayendo...