Capítulo 5

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Zara

- Entonces tu nombre es Gwen Collen. - Ella asintió con una pequeña sonrisa. - ¿Cómo has encontrado a Zara?  - Chris siguió con su interrogatorio.

- Tengo un buen olfato y sentido de la orientación, estuve como un mes buscándole por todos los Estados. - Ella se encogió de hombros.

- ¿Cómo tiñes tu cabello?, sin duda amo ese color. - Rodee mis ojos divertida por el comentario de Jane.

- Es mi color natural. - Sabía que ella decía la verdad, sus cejas eran rubias y el comienzo de sus largas pestañas también lo eran.

- Ya basta. - Estiré mis músculos. - Se supone que yo debería analizar si ella debería estar en mi manada. - Chris bajó la mirada. - ¿Qué tal una prueba física?

- Claro. - La chica se levantó entusiasta de la silla en la que estaba. - ¿Qué haremos?

- Trotar, sólo quiero medir tu resistencia. - Ella asintió alegre.

Luego de cambiarnos por algo más adecuado decidimos ir a trotar por toda la ciudad. Pero aquello fue una mala idea, ella definitivamente estaba bien cuando dabamos la tercera vuelta, pero yo ya no podía más y me costaba respirar.

- ¿Estás bien? - Ella parecía preocupada y yo sólo asentí.

- Adelantate y ve con los demás, iré a comprar algunas cosas. - Mentí tratando de hablar lo más claro posible. Cuando ella se alejó saqué rápidamente mi inhalador y empecé a controlar mi respiración.

Fui a la tienda de la madre de Malia quien me recibió con una gran sonrisa como siempre.

- Es bueno verte por aquí, Zara.

- Es un gusto volver a verle, señora Lynch. - Sonreí.

- Tú y tus hermanos son mis mejores clientes, para comer tanto me sorprende que no tenga diabetes. - Yo reí, si ella supiera. - ¿Qué llevarás hoy?

Luego de comprar demasiados dulces según la madre de Malia me dirigí de vuelta a casa, pero esta vez había decidido tomar un taxi. Cuando llegué a mi casa Gwen hablaba con Chris quien parecía no agradarle la idea de que esta chica se uniera a la manada.

- ¿Algún problema?

- Ninguno. - Dijeron ambos.

- He traído dulces. -Alce las bolsas.

- ¿La has aceptado? - Preguntó Chris.

- No veo una razón para no hacerlo, Christopher. - Lo miré seriamente. - Vamos a comer un poco.

Luego de "celebrar" la bienvenida de la primera persona externa a mi familia en unirse a mi manada oficialmente Garret me llevó a la veterinaria para hacerme más estudios.

- Sube a la balanza. - Le miré confundida. - Sube. - Terminé obedeciendo y ambos intercambiamos miradas. - Subiste un kilo.

- Eso es imposible. -  Bajé y volví a subir, seguía marcando lo mismo. - ¡Yo no puedo subir de peso!

- Pues al parecer lo que sea que tengas te está haciendo humana.

- ¿Cómo es eso siquiera posible?, sigo siendo un Alfa.

- No lo sé. - Admitió. - Nunca había visto algo así, pero creo tener una hipótesis.

- ¿Y eso sería?

- Ella te está castigando. - Le miré confundida sentandome sobre una mesa mientras el preparaba una jeringa para sacarme un poco de sangre.

- ¿Por qué me castigaría?

- Renunciaste a tu poder por tu mate, es honorable pero tonto y egoísta.

- ¿Egoísta?

- No pensaste en tus betas, ni en el resto de tu manada. - Él pasó la aguja haciéndome hacer una mueca. - Supongo que ella consideró el hecho de que renunciabas a algo especial por tu mate, pero también considero que sólo pensabas en tu felicidad.  - Yo bajé la mirada.

- Y si fuera así, ¿Cuándo me quitará el maldito castigo?

- No lo sé, es imposible contactarse con ella. - Me lo hubiera dicho antes de arruinar la alfombra. - Pero quiero creer que ella sabrá cuando hacerlo, por ahora no seas idiota y no hagas locuras.

- ¿Cómo cuales?

- Cualquier cosa que pueda arriesgar tu vida. Por ahora eres casi humana por lo que estoy notando.

- Una mierda.

Salí de la veterinaria mirando la bandita, nunca había necesitado una. Caminé a casa de Malia, necesitaba un poco de seguridad y ella siempre me daba seguridad cuando estaba entre sus brazos, cuando llegué noté entre los arbustos el blanco cabello de Gwen.

- ¿Qué hacemos? - Me puse a su lado y ella sonrió.

- Sólo me aseguro de que nada les pase.

- No te preocupes por eso, además Malia también es una beta fuerte.

- Si, pero siempre hay peligros mayores afuera. - Murmuró de una manera extraña, un escalofrío pasó por mi espalda y yo miré a Gwen, pero ella tenía una cara de serenidad. - ¿Tengo algo en la cara?

- No, tranquila. Iré con mi mate. - Ella asintió. - Oh, y Gwen no le puedes decir nada de esto a Taylor, ¿Bien?

- ¿Por qué no?

- Ella es la hermana de mi mate, prefiero que ella se lo diga, te aseguro será mejor. - Ella asintió.
Subí a la habitación de Malia con cuidado, me estaba dando algo de vértigo hasta que Malia abrió su ventana, entré con cuidado y ella me indicó que guardara silencio. Puse atención al ruido de nuestro entorno y entendí lo que ella estaba escuchando.

- ¿Tú también le has notado extraña? - Pude reconocer al sheriff hablando.

- ¿Será por Zara?

- No, esto no debe de tener relación a que salga con esa chica. Es algo de ella específicamente, esta distante.

- ¿Crees que deberíamos hablar con ella?

- No lo sé, Max. Sigamos observando la situación. - Miré a Malia que mordía su labio nerviosamente, me acerqué a ella con cuidado y dejé pequeños besos en su marca haciendo que su cuerpo se relajara.

- Cariño, ¿He cambiado? - Me alejé para mirarle mejor.

- Sin duda te has puesto mucho más linda luego de ir al campamento, pero por otro lado creo que tienes miedo. - Me senté en su cama y ella se sentó en mi regazo. - Tienes miedo de dañarnos, pero tienes que estar tranquila, nada pasará.

- Eso dijiste la última vez y casi te maté porque no querías dañarme intentando defenderte. - Empecé a dibujar patrones invisibles en su pierna.

- Pero lo controlaste al final, ¿No? - Ella asintió. - Sabía que lo harías al final, por eso no te detuve con violencia ni deje que los demás lo hicieran. - No era una total mentira, en serio creía en ella, pero no quería que nadie la hiriese.

- ¿Cómo estuvieron tus exámenes hoy?

- No tenemos que hablar de eso.

- Si que tenemos que hacerlo.

- En resumen, sigo igual. - Ella no debía tener más preocupaciones de las que tenía cuando la luna llena se acercaba. - Estoy cansada. - Nos acomodamos en su cama y ella se abrazó a mi transmitiendome su calor.

- ¿Zara?

- ¿Qué pasa, Malz?

- Quiero que para la luna llena me pongas cadenas o lo que sea necesario, por favor. - Yo no respondí, pero besé su frente.

Yo no podía verle así, pero Jane y Joe si.

Hija de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora