A la mañana siguiente, o mejor dicho, a la tarde siguiente, _____ llegó a la conclusión de que había cometido la mayor locura de toda su vida al ir a ver a Mac en plena noche.
Asumió toda la culpa de lo que había sucedido; él, al fin y al cabo era un hombre y solo había reaccionado del modo más natural y previsible posible. Lo que había sucedido entre los dos, la sangre quemándole las venas, los besos húmedos y ardientes, el sudor, la piel que buscaba la del otro... eso era el resultado de dos botellas de tequila, mucha frustración y toda la rabia que los dos llevaban meses conteniendo.
Él no la soportaba y ella a él tampoco... y al final los dos habían estallado del modo más inusual e impensable, pero lógico en cierto modo. Lo que tenía que hacer ahora era comportarse como una mujer adulta y decirle que lamentaba el incidente y que esperaba que todo volviese a la normalidad entre los dos. Es decir, que siguiesen ignorándose durante el resto de sus vidas.
Una mujer adulta lo llamaría y lo invitaría a tomar una copa o un café y entonces le diría con mucha sofisticación cómo estaban las cosas. ____ se consideraba una mujer adulta, a veces incluso demasiado, pero al parecer Mac tenía el poder de hacerla retroceder hasta la adolescencia porque al final fue incapaz de llamarlo y optó por escribirle un mensaje: «Lo siento. Ha sido culpa mía. No volverá a repetirse. Adiós, Susana.»
Le dio a la tecla de enviar y volvió a dejar el móvil encima de la cocina, que era donde estaba bebiéndose un café a pesar de que ya era hora de comer. Probablemente se pasó más de media hora mirando fijamente el dichoso aparato a la espera de recibir una respuesta de Mac. Y cuando esa media hora de silencio se convirtió en una y luego en dos y después en tres, ____ dio por hecho que él no iba a contestar. Tal vez para Mac lo que había pasado entre los dos había sido tan insignificante que ni siquiera se merecía un mensaje de vuelta.
¿Cómo era posible?
¿La había besado como si la necesitase para respirar y ahora era incapaz de contestarle un simple mensaje?
Mejor, eso era precisamente lo que ella quería, que las cosas volvieran a ser como antes. Mac (ya no era Kai) por fin volvía a comportarse como el energúmeno de siempre. Ahora ella tenía que volver a creer que la pasión y el sexo no tenían ninguna importancia en su vida.
Kai estuvo a punto de lanzar el móvil contra la pared del salón, pero se contuvo, aunque lo apretó con tanta fuerza que notó que la pantalla crujía entre sus dedos. Si ____ estuviese delante de él le demostraría exactamente la «culpa» que había tenido en lo de anoche.
Maldita fuese, cualquiera diría que había tenido que forzarlo. ¡Si no había tardado ni cinco minutos en terminar y apenas la había desnudado!
¿Y qué era exactamente lo que sentía? ¿Haberlo besado, habérselo tirado, haberse ido? A él siempre le había fascinado el modo de pensar de ____ —sí, ahora que había decidido reconocer lo que de verdad sentía por ella, ya no se molestaba en negarlo—, pero ahora mismo la cogería por el cuello y... la besaría hasta que dejase de pensar.
Y el «no volverá a repetirse», joder, parecía que estuviese disculpándose por haber llegado tarde al trabajo o por haber infringido el límite de velocidad. Una persona no se disculpa por haberle dado a otra el mejor orgasmo de toda su vida. Ni hablar.
Soltó el móvil y lo dejó encima del sofá en el que se había sentado para pensar qué iba a decirle a ____ cuando la llamase. El problema era que había tardado tanto en dar con la frase exacta (que al final iba a ser un «Hola, soy yo, ¿te apetece ir a cenar conmigo esta noche?») que ella se le había adelantado y le había mandado ese estúpido e impersonal mensaje cortando por lo sano y de raíz cualquier posible relación entre los dos.
Maldita fuese.
¿Qué podía decirle ahora?
Hasta que leyó ese mensaje, Kai creía que a ____ le había gustado tanto como a él lo de anoche. En su mente había justificado su abrupta partida diciendo que, probablemente, se había sentido abrumada por la intensidad del encuentro —al fin y al cabo habían hecho el amor de pie contra la puerta sin desnudarse—, pero que cuando durmiese un rato se tranquilizaría y vería las cosas con más calma.
Se había imaginado que la llamaría y que volverían a verse más tarde... y que se pasarían horas en la cama.
Qué estúpido había sido. A _____ no le abrumaba nada, sencillamente se arrepentía de haberse acostado con él y no quería volver a verlo. Él tendría que entenderlo mejor que nadie, en su juventud había hecho algo similar unas cuantas ocasiones; despedirse abruptamente de una mujer después de tener sexo con ella. Era justo incluso que le sucediese lo mismo precisamente con ______.
Pero a pesar de la lógica, o de lo que pudiese decirle su cerebro, Kai no podía dejar de recordar cómo lo había besado, y seguía convencido de que en esos besos había algo más que atracción.
No eran imaginaciones suyas.
No lo eran.
Y sí, él tampoco sabía exactamente qué estaba sucediendo entre ellos, pero quería averiguarlo. Sus entrañas se retorcían solo con pensar en la posibilidad de no intentarlo.
Sonó el móvil y tenía tantas ganas de que fuese ella que contestó sin mirar.
—¿Sí?
—Vaya rapidez —le dijo D.O desde el otro lado—. ¿Acaso estabas pegado el teléfono?
Kai tuvo que tragar saliva para encontrar la voz.
—Sí.
—¿Te pasa algo?
—No, que va —carraspeó. «Dile que te has acostado con _____. Díselo.»
—Te noto raro —insistió D.O.
—¿Qué tal van las cosas con Amanda? —le preguntó Kai para dejar de ser el centro de atención.
—Un poco mejor.
—¿En serio? —«Gracias a Dios. No quiere volver con _____.»—. Me alegro mucho, Tim.
—Bueno, de momento lo único que he conseguido es ir a cenar con ella y apenas me dirigió la palabra. Pero supongo que puede decirse que voy avanzando. Jeremy es otra cosa, creo que a él empiezo a gustarle.
Kai notó la alegría de su amigo y decidió que no era el momento de contarle que se había acostado con la mujer que había estado a punto de convertirse en su segunda esposa.
—Mándame una foto, si puedes. Me encantaría ver a mi sobrino, espero que se parezca a su madre —bromeó.
—La verdad es que se parece mucho a mí —le explicó D.O, y en su voz se palpó el amor que ya sentía hacia su hijo.
—Bueno, podría ser peor, supongo.
—¿Has visto a _____ ?
—No —mintió—. ¿Por qué?
—Ayer me llamaron de la agencia de viajes para confirmarme que me ingresaban el importe de la luna de miel y pensé en ella.
—Creía que no ibais a iros de luna de miel —recordó Kai.
—Sí, pero unas semanas antes de la debacle convencí a ____ para que se tomase unos días. Íbamos a ir a Hawái. Esa chica trabaja demasiado —suspiró—. Supongo que, aunque me he dado cuenta de que no estoy enamorado de ella, le tengo mucho cariño. Y estoy preocupado por ella.
A Kai le habría gustado decirle que no hacía falta que se preocupase por _____, que ya estaba él para hacerlo. Pero no lo hizo, y no por D.O, ni por él, sino porque ____ le había mandado ese maldito mensaje disculpándose por lo de anoche. Seguro que la primera vez que se acostó con D.O no le mandó ningún mensaje al cabo de unas horas diciéndole que se arrepentía.
No, seguro que con D.O se quedó a pasar la noche y durmieron abrazados.
Le entraron ganas de dar un puñetazo a su amigo. Al mejor amigo que había tenido desde la infancia, una de las pocas personas que siempre habían estado a su lado.
No podía seguir así. Esa mujer iba a volverlo completamente loco. Ella tenía razón. Lo de la noche anterior no iba a volver a repetirse. Él no iba a permitirlo, bastante complicada tenía la vida como para que _____ jugase con su cabeza. Tenía que cortarlo de raíz, igual que había hecho ella.
—______ está bien —dijo entre dientes—. Si me enterase de algo, te llamaría, pero ella tiene a sus amigos y a su familia. Y tú ahora ya no formas parte de ella.
«Y yo tampoco.»
—Tienes razón, Kai. Supongo que me siento culpable.
Eso sí que podía entenderlo. D.o era muy buena persona, y seguro que le carcomía haber dejado a _____ de la manera en que lo había hecho. Respiró hondo y le dio cancha a su amigo.
—Quizá cuando vuelvas podréis volver a ser amigos —sugirió—.
¿Cuándo volverás, por cierto?
—Todavía no lo sé. Aún faltan varias semanas antes de que empiecen los entrenamientos, así que no he tomado ninguna decisión al respecto.
—Mantenme informado, Doman.
—Eso haré, Kai. Cuídate.
Después de colgar, Kai se quedó mirando el maldito teléfono durante unos minutos.
O tal vez una hora.
Al cuerno. Él no era un cobarde. Jamás lo había sido. Siempre había intentado mantenerse fiel a sí mismo, para conseguir sus sueños sin dejarse arrastrar por los de su familia. E iba a seguir haciéndolo. Su mayor habilidad consistía en saltarse las reglas sin que nadie se enterase, en la vida, en el fútbol y ahora con ______. Sí, nadie podría definir nunca su relación como «normal», pero no estaba dispuesto a perder la oportunidad de averiguar todo lo que podía hacerle sentir aquella mujer solo porque se hubieran lanzado el uno encima del otro después de pasarse meses discutiendo.
Cogió el móvil y tecleó: «Ni hablar». Se lo mandó a ____ y lanzó el móvil contra la pared para asegurarse de que no recibía ningún estúpido mensaje más.
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Las Reglas del Juego
Fanfiction*ANTES QUE NADA* Esta historia NO ES MIA! debi pedir permiso a la autora pero la verdad es que lo lei en otros fics y ya ni se de quien es ;-; si la verdadera autora lo lee, que me mande un mensaje y quiere que lo siga subiendo o que lo borre defini...