Capítulo 13 (1/3)

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Decimotercera regla del fútbol americano:

Gol de campo: si un equipo llega a un cuarto tiempo y se encuentra cerca de la zona de anotación rival, entonces tiene la opción de buscar un gol de campo pateando el balón para introducirlo entre los postes de la portería.

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_____ se había planteado no volver al dormitorio. Se había planteado salir en bata de su apartamento y esconderse en el vestíbulo hasta que Mac se fuera. Se había planteado encerrarse en el baño. Ella no podía tener una relación con Kai MacMurray.
El abandono de D.O le había hecho daño. Si Kai la abandonaba, la destrozaría. Solo tenía que fijarse en cómo era el sexo con él; con D.O ella nunca se había sentido morir, nunca había tenido la sensación de que si D.O no la poseía no querría seguir respirando. Con Kai, se veía capaz incluso de matar a cualquiera que intentase impedir que la besara. Ella no era así, ella no tenía esa clase de relaciones. Ella era una chica normal y tranquila que lo único que quería era tener un buen trabajo, una familia y un futuro estable. Y Kai MacMurray era de todo menos estable.
Pero tampoco era una cobarde, se dijo, ni una mojigata ni una remilgada.
Ella era perfectamente capaz de tener una aventura con Kai. Además, él nunca le había insinuado que quisiese algo más serio con ella. Tal vez se estaba agobiando innecesariamente. Tal vez él solo quería acostarse con ella. Sí, seguro que Kai solo quería sexo, era imposible que él quisiese algo más. El que los dos hubiesen perdido la razón y fuesen incendiarios en la cama no implicaba que hubiesen dejado de caerse mal. Podían ser amantes hasta que uno de los dos se aburriese del otro, decidió, y sacó el pastel del horno.
Salió de la cocina decidida a volver al dormitorio a contarle a Kai que estaba dispuesta a ser su amante, pero entonces sonó el teléfono y recordó que lo había dejado en la barra de la cocina mientras preparaba el pastel, así que giró sobre sus talones y fue a buscarlo.
Era Pam.
—¿Sí? —contestó.
—Hola, ____. ¿Qué estás haciendo?
____ se sonrojó solo con pensarlo.
—Acabo de sacar un pastel del horno.
—¡Y no me has invitado! —exclamó ofendida su amiga—. No importa, estoy a menos de diez minutos de tu casa.
Oh, Dios.
—¡No, no vengas!
—¿Por qué? ¿Acaso tienes compañía, pillina?
—No, estoy sola.
—¿De verdad?
—Pues claro que estoy sola, ¿con quién quieres que esté?
—No sé, ¿con el capitán de los Patriots?
—No digas tonterías. No hace ni dos meses que rompí con D.O. No estoy con nadie y no quiero estar con nadie.
—Vale, vale, no te pongas a la defensiva.
_____ oyó un ruido en el pasillo y se dio media vuelta. Kai estaba vestido y plantado en la puerta de la cocina. El modo en que le brillaban los ojos y en que apretaba la mandíbula le dejaron claro que lo había oído todo. Ella tapó el micrófono del móvil y separó los labios para decirle algo, pero no pudo. Él asintió, giró hacia la puerta y salió del apartamento sin decir nada.
—¿____? ¿____?
La voz de Pam la hizo reaccionar.
—Perdona —dijo _____ tras carraspear—, me he distraído. ¿Qué me has dicho?
—Llegaré dentro de diez minutos, ¿vale?
—Vale.
Colgó y fue a ducharse, y el agua que tenía en el rostro no eran lágrimas.
Kai volvía a estar en la calle caminando sin rumbo fijo para ver si así conseguía entender qué demonios era lo que estaba sintiendo. Los minutos que había pasado tumbado en la cama de ____ esperándola a que volviese de la cocina habían sido probablemente unos de los más felices de toda su vida. Acababa de hacerle el amor a una mujer que lo fascinaba, que lo intrigaba y lo excitaba a partes iguales y que era increíble en la cama. Ella le había dicho que iba a volver y él había dado por hecho que dormirían un rato y que después volverían a hacer el amor y ya planearía cómo pasar el resto del día. En su mente, saciada y eufórica por el sexo, Kai los visualizaba claramente a los dos en uno de sus restaurantes preferidos tomándose un plato de pasta y una copa de vino juntos.
Y entonces sonó el maldito teléfono móvil y Kai volvió a la realidad.
Él solo había oído a _____, pero las respuestas de ella le sirvieron para entender toda la conversación. El interlocutor de ____ le había preguntado si estaba sola y ella había contestado que sí. Un claro y rotundo sí. Y no solo eso, _____ además había dejado claro que no tenía intención de estar con nadie en un futuro cercano, que su corazón seguía dolido por el abandono de D.O. A pesar de que su cuerpo se hubiese olvidado de él con pasmosa facilidad, pensó dolido Kai .
Apenas recordaba haberse puesto en pie e ir a por su camiseta. Se abrochó los vaqueros y salió del dormitorio sin molestarse en pasar por el baño. No quería verse la cara, porque no quería reconocer el dolor y la rabia que sin duda vería reflejados en su rostro. Caminó por el pasillo y se detuvo justo delante de la puerta de la cocina para ver si _____ intentaba detenerlo. Evidentemente, no lo hizo. Como tampoco intentó justificarse o disculparse.
¿Por qué estaba tan enfadado y tan dolido? ¿Acaso quería que _____ proclamase a los cuatro vientos que estaban juntos? Él todavía no sabía si lo estaban, así que no era lógico que pretendiese que ella lo supiese. No, pero tampoco hacía falta que fuese tan rotunda al asegurar que no estaba con nadie y que no tenía intención de estarlo. Habría podido inventarse cualquier excusa y decirle a la persona que la había llamado —Kai estaba convencido de que era Pam— que no estaba sola, o podría haberlo dicho que no quería que fuese a verla. Si hubiesen estado en su casa y lo hubiesen llamado a él, Kai se habría inventado cualquier excusa con tal de que nadie los interrumpiese, habría dicho que tenía la peste si hubiese sido necesario. Pero a _____ no le importó mentir, no le importó decir que no había nadie. Y Kai dedujo que eso significaba que quería que se fuese. Si ella hubiese querido que se quedase se habría deshecho de esa llamada o no la habría contestado.
Por eso estaba dolido, porque él había empezado a hacer planes para pasar un día romántico con ella, y ella había decidido pasarlo sola.
Probablemente ni siquiera había tenido intención de volver a la cama con él.
—Asúmelo, Kai, solo has sido un polvo.
Retomó el camino hasta el garaje donde esa mañana había aparcado el coche para ir al despacho de su abogado, y una vez allí condujo hasta su casa.

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