Capítulo 6 (3-3) Fin del Maratón

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A la mañana siguiente, y con un poco de resaca, _____ decidió que empezaba una nueva etapa en su vida; la etapa definitiva. En el trabajo tuvo que soportar un par de miradas de condolencia y alguna que otra pregunta capciosa, pero sorprendentemente todo parecía haber vuelto a la normalidad con pasmosa facilidad. ¿No debería estar más triste, más hecha polvo? Tal vez, pero D.O estaba en París y lo suyo no tenía remedio, así que no tenía sentido darle más vueltas.
Sí, su vida había vuelto a su cauce.
Hasta que MacMurray se plantó una noche en el plató de televisión.
Como Kai sabía que llamarla no serviría de nada ni siquiera lo intentó, igual que tampoco se pasó por su apartamento; porque estaba convencido de que ____ habría dado instrucciones muy precisas al vigilante del edificio para que le prohibiese la entrada. Así que la única opción viable que le quedaba era ir a verla al trabajo. Nadie en la CBT, el canal de televisión donde trabajaba ____, se atrevería a echarlo de allí. Causaría tal escándalo que ya podía imaginarse los titulares: «Una economista despechada impide la entrada en la CBT al capitán de los Patriots».
No, _____ no tendría más remedio que hablar con él. Quizá ella no fuese exactamente como él creía, pero estaba dispuesto a jugarse su mano derecha a que no querría montar un escándalo en público.
Mac era zurdo.
Mac era un hombre metódico al que le encantaba planear cualquier cosa hasta el último detalle, desde una cena hasta una inversión pasando por la construcción de una casa; probablemente por eso era el mejor capitán que habían tenido nunca los Patriots. Dado que ____ aparecía solo en las noticias de la noche, Kai llegó a la conclusión de que ella no iba a la cadena hasta media tarde y que, por tanto, lo mejor sería llegar a mitad del programa, cuando ya estuviese en el plató, y esperar a que terminase. Si tenía cámaras grabándola no podría gritarle ni echarlo de allí sin escucharlo.
Sí, era un buen plan. Hasta que ella lo vio.

En cuanto Mac entró en el plató, después de saludar a un par de comentaristas deportivos que se cruzaron con él por el pasillo, lo fulminó con la mirada. Notó el preciso instante en que los ojos de ella se posaron sobre los de él porque se puso a sudar de repente. Lo disimuló, evidentemente, y esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
_____ apretó el bolígrafo que sujetaba en la mano y este terminó en el suelo. Mac le guiñó un ojo y ella tuvo que repetir una frase porque perdió el hilo.
Kai sabía que en cuanto terminase el programa era hombre muerto y que, probablemente, lo más sensato que podía hacer era dejar de provocarla, pero no pudo evitarlo; se quedó allí de pie y siguió mirándola como si fuesen dos grandes amigos y su visita no tuviese nada de especial.
Tampoco pudo evitar pensar que era preciosa.
Sonó la bocina que marcaba el final del programa y ____, junto con el resto de presentadores se pusieron en pie y se apartaron de la mesa. Kai la siguió con la mirada y vio que los de ella echaban chispas, literalmente.
¿Se le ponían los ojos verdes cuando se ponía furiosa? Él siempre había dado por hecho que adquirirían un tono negro, e intentó imaginarse en qué otras circunstancias le cambiaban de color.
—Buenas noches, ____ —la saludó cuando la tuvo cerca.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó ella furiosa, pero en voz baja.
—He venido a traerte esto. —Sacó la caja de bombones rellenos de menta que le había comprado de camino y que hasta ahora había ocultado detrás de la espalda.
«Eres un mentiroso. Has tenido que desviarte tres kilómetros para comprárselos.»
_____ se quedó atónita y sin habla.
—Son bombones de chocolate negro y menta —le explicó Kai al ver que ella no decía ni hacía nada. Él se había quedado sujetando la caja en el aire.
— Ven a mi despacho —farfulló y se puso a andar sin esperarlo.
Mac no tuvo más remedio que seguirla hasta el final de un pasillo. ____ se detuvo ante un puerta, la abrió y la sujetó para que Kai entrase. Después entró ella y cerró de un portazo. Una vez a solas, guardaron silencio.
Pasaron varios segundos. Él creía poder oír la respiración de ella, ¿o era la suya? No podían quedarse allí sin hacer nada con esa tensión flotando en el aire, uno de los dos tenía que ser el primero en reaccionar.

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