Capítulo 9 (1/2)

139 3 0
                                    

 Novena regla del fútbol americano:

El objetivo del equipo atacante es avanzar la mayor cantidad de yardas para llegar a la zona de anotación y conseguir puntos. Hay dos maneras de avanzar: mediante el pase (lanzando el balón a otro jugador) y mediante la carrera (correr con el balón).

~~~~~~~~~~~


¿Quién diablos estaba llamando a la puerta de su casa un viernes a las tres de la madrugada? Fuera quien fuese no parecía estar dispuesto a dejar de insistir y Kai se planteó la posibilidad de llamar directamente a la policía. Pero se abstuvo porque vivía en las afueras, en una casa que había pertenecido a su abuela y que estaba lejos de las carreteras principales y cerca del bosque. En más de una ocasión había tenido que auxiliar a algún excursionista, y también hubo esa vez que se averió un camión allí cerca y el conductor le pidió ayuda porque no le funcionaba el móvil. La cara de todas esas personas cuando veían que la persona que les abría la puerta era el capitán de los Patriots solía pasar de reflejar sorpresa a incredulidad, para terminar con vergüenza y gratitud. Él siempre insistía en que no tenía importancia y, aunque se había resignado a que la gente no lo mirase con normalidad, a veces lo echaba de menos, especialmente en situaciones como esa.
Salió de la cama. Se había acostado solo con los pantalones del pijama y cogió la camiseta de camino a la puerta para ponérsela al vuelo.
El timbre volvió a sonar.
—Voy. Un momento. —Se pasó las manos por la cara para despertarse del todo y abrió la puerta—. ¿En qué...? —Se quedó sin habla al verla.
_____ le golpeó el pecho con la caja de bombones y por el peso Kai notó que estaba completamente vacía.
—Me los he comido todos —dijo ella apartándolo de la puerta para poder entrar—. Son mis preferidos.
Kai cerró la puerta y se dio la vuelta despacio convencido de que la aparición de _____ era fruto de su imaginación y que cuando volviese a girarse descubriría que estaba solo en el salón.
No, ella seguía allí, ¿balanceándose? _____ estaba de pie frente a la chimenea y en una mano sujetaba una foto en la que aparecía Kai con uno de sus hermanos y con D.O. Tendrían unos diez u once años y se la habían sacado en un campamento de verano.
—D.O no lo sabe —dijo ____ sin darse la vuelta, y Kai pensó que ella arrastraba un poco las palabras. ¿Estaba borracha? ¿____ había bebido y había cogido un taxi para plantarse en su casa? ¿Por qué?
—¿El qué? —preguntó tras carraspear y sin acercarse a ella mientras intentaba encontrarle sentido a aquella visita.
______ se giró de golpe y lo miró a los ojos un segundo que a Kai le pareció eterno y después, sin ningún disimulo, le recorrió el cuerpo con la mirada. Deslizó los ojos por el torso, los detuvo un segundo en la cintura y luego siguió con las piernas. Cuando terminó, volvió a mirarlo directamente a los ojos. A Kai le costaba respirar.
No, ____ no estaba borracha, esos no eran los ojos de una mujer que no sabía lo que hacía, pero tampoco eran los ojos de la mujer sensata y contenida que solía ser ____ Lobato.
—¿Qué es lo que no sabe D.O? —repitió Kai tras pasarse la lengua por el labio inferior. Gesto que no escapó a la mirada de ____
—Que mis bombones preferidos son los de chocolate y menta. De hecho, creo que mi exprometido ni siquiera sabe que sufro de una leve adicción al chocolate.
—¿Leve? Pero si siempre pides postres de chocolate. Seguro que D.O también lo sabe —añadió al darse cuenta de lo que implicaban sus palabras; que se había fijado en ella.
—Sí, D.O sabe que me gusta el chocolate, pero no sabe que estos bombones de esta pastelería en concreto son mis preferidos. —Movió la cabeza de un lado al otro—. No lo sabe.
____ bajó entonces la cabeza y desvió la mirada hacia el dedo donde había llevado el anillo de compromiso que D.O le había regalado. Kai no sabía qué había pasado con ese anillo, probablemente ella se lo había devuelto a D.O el día que él le dijo que se iba, o quizá lo tenía guardado en una cajita en su casa. O tal vez lo había tirado por el retrete. A él le daba completamente igual. Lo único que sabía en aquel preciso instante era que
______ ya no lo llevaba, y que no quería que ella pensara ni en el anillo ni en el hombre que se lo había regalado.
—Da igual, eso no tiene importancia —señaló Kai con la voz ronca volviendo al tema de los bombones.
—Sí que la tiene —insistió _____ levantando por fin la cabeza—¿Cómo lo sabías? ¿O sencillamente los compraste allí por casualidad? — Se acercó a él y no se detuvo hasta que quedó a escasos centímetros de su torso.
«Di que los compraste por casualidad —pensó Kai —. Tiene que apartarse de ti o notará lo que te está pasando dentro del pijama.»
—En la boda de Quin dijiste que eran tus preferidos —confesó desoyendo sus propios consejos y sintió que el corazón le subía por la garganta.
—De eso hace más de ocho meses —aclaró ______rememorando la ocasión a la que se había referido Kai— y tú ni siquiera estabas en esa conversación.
—Debí de escucharlo por casualidad. ¿Por qué le estás dando tanta importancia? —Se cruzó de brazos y enarcó una ceja—. ¿Has bebido?
—Sí, Pamela y dos botellas de tequila han venido a visitarme esta noche, pero no estoy borracha, si es eso lo que te preocupa.

Pues claro que le preocupaba, no iba a tener esa conversación con ella, ni ninguna otra, en ese estado.
—Deberías irte de aquí, _____. —Mac se apartó un poco de la puerta y se giró dispuesto a abrirla—. Seguro que mañana te arrepentirás de haber venido y no quiero que los comentaristas deportivos de tu cadena empiecen a destrozarme en sus programas —dijo él en un intento de recuperar la normalidad entre los dos.
—En la boda de Quin llevabas un traje negro con una corbata gris y tenías un morado en el pómulo izquierdo recuerdo del último partido — habló rápido, sin respirar. Sin darse tiempo a cuestionarse el riesgo que estaba corriendo sincerándose así delante de él—. Durante la cena le contaste a Mike que no veías bien y que probablemente ibas a tener que llevar gafas. Tu vino preferido es el syrah y odias las ostras, pero finges que te gustan. Tu postre preferido es la piña. Y, aunque eres zurdo, utilizas los cubiertos como si fueras diestro. Y tienes un tic, siempre que estás nervioso te rascas detrás de la oreja derecha.
Kai apartó la mano con la que estaba haciendo justamente eso.
—¿Cómo sabes todo eso? —le preguntó mirándola a los ojos y con el corazón golpeándole tan fuerte que tuvo que sujetarse para no caer al suelo.
—No lo sé —confesó ella con los ojos brillantes—. No lo sé.
—Tú no me soportas —le recordó Kai.
—Y tú a mí tampoco, y, sin embargo, sabes cuáles son mis bombones preferidos y me has comprado una caja. ¿Por qué viniste a verme al trabajo?
—Ya te lo dije —masculló. Tenía que sacarla de su casa cuanto antes.
—Ah, sí, porque D.O te lo pidió. Podrías haberle dicho que no, él está en París y no puede obligarte a hacer nada que no quieras hacer.
_____ no le creía. La explicación que le había dado tenía lógica y si ellos dos hubieran tenido una relación cordial le habría parecido de lo más normal. Pero no la habían tenido.
Los dos llevaban más de un año lanzándose al cuello del otro a la menor oportunidad.
Aunque esa noche, en ese salón, ninguno de los dos era capaz de recordar por qué.
_____ dio otro paso y se pegó a Kai, y él se echó hacia atrás hasta que se golpeó la espalda con la puerta.
—¿Qué estás haciendo, _____?
—Comprobando una cosa. —Levantó la mano y le tocó la herida que se le había infectado en la ceja semanas atrás. Kai cerró los ojos y dejó escapar el aire entre los dientes. Tenía las palmas de las manos apoyadas en la pared y ____ se quedó un segundo fascinada por la fuerza que desprendía su cuerpo—. Siempre hueles a menta.
—Basta ____. —En un último acto desesperado apartó las manos de la pared y la sujetó por los hombros—. ¿A qué estás jugando? ¿Qué diablos pretendes demostrarme con todo esto?
—Cállate y bésame, Kai.
—¿Kai? —Su propio nombre le resultó prácticamente impronunciable.
—Sí, Kai. Bésame. —La mano que tenía todavía cerca del rostro de él se movió y le apartó un mechón de pelo de la frente—. Bésame, quizá así podré dejar de pensar en ti  

Las Reglas del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora