Capítulo 7

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Séptima regla del fútbol americano:
Se puede bloquear el avance del jugador impidiéndole avanzar más u obligándolo a retroceder.

________
No puedo dejar de mirar la caja de bombones.
¿Por qué ha venido a verme? Sí, D.O se lo ha pedido, él mismo me lo ha dicho, pero D.O está en Francia y aunque estuviese aquí dudo que pudiese obligar a Kai a hacer nada.
Abro un cajón y guardo la caja de bombones dentro. Cuando me vaya la tiraré a la basura. Flexiono los dedos de la mano derecha, todavía me escuecen de lo fuerte que le he pegado. Me ha gustado, lo reconozco, aunque durante un segundo he tenido que apretar los dedos para no acariciarle la mejilla.

Ya tendría que estar acostumbrada a los insultos de Kai; sé de sobra que cree que soy frígida y una estirada. Pero él no es nadie para juzgarme. Me pongo en pie y camino decidida hacia el bolso que guardo en uno de los armarios nada más llegar al trabajo. Busco el móvil y llamo decidida. Suena un par de veces.

—¿______? ------La voz de D.O me deja completamente indiferente.
—¿¡Cómo diablos te atreviste a contarle a Mac lo de la piscina!? Eres un cretino. Eso era algo entre tú y yo. —Le oigo balbucear algo, pero sigo adelante—: Yo no le he contado a nadie que nos hemos pasado los últimos meses sin hacer nada. ¿Y sabes por qué?
—Yo... ______...
—¡Porque no es asunto suyo! Es, era —me corrijo— algo entre tú y yo. No le incumbe a nadie saber si hacemos piruetas en la cama o si llevamos meses sin ni siquiera besarnos. Creía que lo sabías, D.O. —Aprieto el móvil—. Creía que lo sabías.
—Lo siento.
—¿Sabes una cosa, D.O? Vete al infierno. ¿No te has planteado nunca que quizá ese día no quise acostarme contigo en esa piscina por los mismos motivos por los que tú te has pasado meses sin querer acostarte conmigo? Tal vez yo no soy la clase de mujer que te impulsa a cometer locuras, pero tú no eres la clase de hombre que me impulsa a desnudarme y hacer el amor en una piscina.
Silencio. Dios mío, qué estúpidos hemos sido los dos.
—Sí, _____, me lo he planteado —dice él y lo noto cansado. Y me doy cuenta de que una parte de mí se preocupa por él, como amiga.
Pero todavía estoy furiosa y no voy a decírselo.
—No tendrías que habérselo contado a Mac —le digo un poco más calmada.
—Tienes razón. Lo siento. —Otro silencio y le oigo respirar—. ¿Cómo estás?
—No pienso contártelo.
—Está bien, supongo que me lo tengo merecido.
—Supongo. Este es definitivamente uno de los momentos más raros de mi vida.
—Te echo de menos, ____ —dice de repente D.O—. Echo de menos hablar contigo.
Algo se mueve dentro de mí, es como si uno de los nudos que tengo en el estómago desde hace días se aflojase. Como si una pieza de mí se colocase justo donde se suponía que tiene que estar. La frase de D.O ha sonado sincera, pero es la frase de un amigo, no la de un hombre que está enamorado. Al menos, no de mí.
—¿Por qué me pediste que me casara contigo?
Me imagino a D.O apretándose el puente de la nariz, siempre hace eso cuando está incómodo.
—Porque pensé que contigo lograría creerme que no sigo enamorado de Amanda.
—No tendrías que haberte conformado conmigo, D.O. —Aprieto el móvil—. Y no tendrías que haberme utilizado como sustituta. Yo me merezco algo mucho mejor.
—Tienes razón.
—Lo sé.
—Pero tú también me utilizaste a mí —me dice y noto que sonríe.
—¿Qué quieres decir?
—Eres muy lista, _____, seguro que podrás deducirlo.
No me gusta lo más mínimo lo que está insinuando.
—Bueno, espero que encuentres lo que estás buscando, D.O. Dile a Mac que no tiene que venir a verme ni traerme más bombones.
—¿Kai te ha llevado bombones?
La incredulidad de es más que evidente, así que decido ignorarla.
—Tengo que dejarte, me están esperando —le digo y supongo que es verdad. En la emisora siempre hay alguien buscándome.
—Espera un segundo, ____, por favor. Necesito contarte algo.
Se me encoge el estómago un segundo. No estoy enamorada de D.O, ahora lo sé sin ninguna duda, pero esa frase me provoca escalofríos.
—Dime —accedo tras un suspiro.
—Tengo un hijo.
De todas las frases que creía que D.O iba a decirme, esa ni siquiera me había pasado por la cabeza.
—Un hijo —repito en voz baja.
—No lo sabía cuando estábamos juntos. Ni cuando te pedí que te casaras conmigo —se apresura a añadir—. Me enteré esa noche en L'Escalier.
El mensaje que recibió en el móvil.
—Te creo —afirmo convencida. Y es verdad, a pesar de todo lo que ha sucedido entre los dos sé que Tim me está diciendo la verdad. D.O no es de la clase de hombres que podría haber ocultado un hijo, se habría pasado todo el día presumiendo de él.
—Se llama Jeremy y tiene once años —me cuenta y en mi mente me lo imagino como todos esos padres que fanfarronean de sus hijos.
—Felicidades. —Es lo único que se me ocurre decirle.
—Gracias —suspira aliviado—. No lo sabe nadie, solo Kai. Él me exigió que te lo contase.
¿Kai se lo exigió? ¿Por qué?
—Tengo que irme —recurro a la misma excusa que antes.
—Claro, gracias por llamar, ____.
—He llamado para insultarte.
Le oigo reírse y entiendo lo que D.O ha dicho antes sobre que me echa de menos. Yo también echo de menos charlar con él.
—Te llamaré cuando vuelva —dice él.
—No —le corrijo. Tal vez podamos volver a ser amigos, pero será cuando yo quiera—. Te llamaré yo.
—De acuerdo —accede—. Adiós, ____.
Cuelgo y me siento en la silla del escritorio. Dejo el móvil encima de la mesa y con la misma mano abro el cajón donde he guardado la caja de bombones.
Alguien llama a la puerta.
—Adelante —contesto cerrando el cajón.
—Hola, _____. —Es Parker, uno de los abogados de la cadena. Nos conocemos desde hace tiempo y siempre que pasa por la redacción entra a saludarme—. He venido a ver a Joe y me ha dicho que estabas por aquí, ¿puedo pasar?
—Claro —le sonrío al verlo de pie bajo el dintel—. ¿Cómo estás?
Parker me devuelve la sonrisa y entra relajado en mi despacho. Es un hombre muy atractivo y se nota que lo sabe. Desprende autoridad y seguridad en sí mismo sin necesidad de decir o hacer nada.
—Bien, ¿y tú?
—¿Yo? ¿No ves las noticias, Parker? Acaban de dejarme plantada — bromeo, estoy harta de que la gente se sienta incómoda a mi alrededor.
—Me alegro.
—¿Qué has dicho?
Me sonríe de nuevo, pero esta vez es una sonrisa muy distinta.
Depredadora.
—He dicho que me alegro.
—¿Por qué?
—Porque ahora puedo invitarte a cenar.


Kai Macmurray

No puedo dejar de flexionar los dedos de la mano con la que la he tocado.
Me quema.
¿Por qué diablos dejé de tocar a _____?
Dios, cuando la he tenido cerca de mí, el corazón me ha latido tan rápido que he temido que ella pudiera a oírlo. Y si se hubiera pegado más a mí se habría dado cuenta de lo excitado que estaba.
Y entonces me habría echado antes de su despacho.
Cuando D.O me preguntó si _____ me interesaba tendría que haberle dicho que sí.
Bajo furioso por la escalera de la emisora y me dirijo de nuevo a mi coche. Venir aquí ha sido un error.
Comprarle una caja de sus bombones preferidos ha sido un error.
Pensar que siento algo por _____ es un error.
Sentir algo por ____ es un error.
Perdí ese derecho cuando hace más de un año le dije a D.O que no me interesaba. Y me he pasado un año peleándome con ella.
Es absurdo pensar lo contrario.
Y ella me odia. ______ piensa que soy el peor hombre del mundo, está convencida de que soy tan despreciable como para aprovechar la excusa de ir a verla para seducirla, para echar un polvo con ella. Sin más. Sonrío y me paso una mano por el pelo, aunque fuese capaz de contarle lo que me está pasando, no me creería. Jamás me creerá.
Por suerte llego al lugar donde está aparcado mi coche, entro y lo pongo en marcha. Tengo que salir de allí cuanto antes.
_____ no me creerá y yo no sé si quiero que me crea. Esto que estoy sintiendo ahora no es agradable, me ahogo, aunque los pulmones se me llenen de aire y estoy continuamente al borde del infarto.
Odiarla es mucho más fácil y tengo mucha más práctica.
Volveré a hacerlo. Se me retuercen las entrañas y aprieto el volante. O intentaré olvidarla


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Ese dedito Kai 7u7

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