Capítulo 5 (2-2)

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—Mike...


—Yo te necesito, Mac.
—No es verdad.
—Sí que lo es. —Mike suspira—. Mira, Mac, sé que estos últimos meses han sido muy difíciles para ti con la boda de D.O y... —Se queda en silencio. ¿Qué diablos cree saber Mike?—. En fin, eso ahora da igual, ¿no?
—No sé de qué estás hablando.
—Aprovecha las vacaciones para ordenar la mente. Relájate. Vete de viaje. Haz lo que quieras —refunfuña—. Pero llama a tu maldito agente y dile que este año no vas a retirarte.
—Me lo pensaré.
—Hazlo.
Me cuelga antes de que pueda decirle algo más. Mike es el entrenador más peculiar que he conocido jamás. Es toda una institución y es famoso por su mal carácter.
¿Por qué ha dicho eso sobre la boda de D.O? ¿Acaso ha pretendido insinuar que lo he pasado mal porque D.O y _____ iban a casarse? ¿Lo he pasado mal? ¿De verdad es tan obvio?
Llego al lugar donde he aparcado el coche y lo abro. Lanzo la bolsa del gimnasio encima del asiento del acompañante y me pongo tras el volante.
Conducir me relaja y el camino hasta casa me permite pensar en lo que ha sucedido estos últimos días.

Perdimos la Super Bowl.
____ a se preocupó por mí en L'Escalier.
D.O y ____ no van a casarse.
_____ tiene una peca en un pómulo y otra en la espalda. ¿Cuántas más tendrá?
Piso el acelerador al llegar a la carretera que se aleja de la ciudad. Mi todoterreno pasa por delante del restaurante donde D.O me obligó a cenar con él y con _____ hace casi un año. El día que ____ empezó a odiarme e iniciamos nuestra guerra particular.
La única relación que me vi capaz de mantener con ella sin volverme loco.

Bistró Meatpack un año atrás.


No sé por qué _____ insiste en ponerse estos trajes tan sobrios y tan aburridos. Claro que a D.O parecen gustarle. Mucho, en realidad, a juzgar por como la sujeta por la cintura.
Pero ella mantiene las distancias. ¿Por qué no se relaja?
Tengo que dejar de mirarla, ella ha empezado a juntar las cejas, seguro que de un momento a otro me insultará.
Menos mal.
Así podré hablar con ella.
D.O lleva semanas pidiéndome que cene con ellos dos porque dice que quiere presentármela. Al parecer se ha olvidado de que ya la conozco, de que estaba con él el día que le pidió que saliera con él por primera vez. Me habría negado, si hubiese encontrado una excusa plausible.
—Si me disculpáis, voy a saludar a esa pareja —nos dice ____—. Ella es una de las maquilladoras de la cadena.
—Por supuesto —accede D.O con mucha formalidad.
Y _____ le sonríe.
Y a mí me ignora.
¿Por qué me ignora? Yo ya me he rendido, no le he dicho nada a D.O ni a ella. Estoy dispuesto a quedarme en un rincón, pero no pienso soportar que finja que no existo.
Eso jamás.
—Esta chica me gusta, Mac —me dice D.O sujetando la cerveza en una mano—. Y nos llevamos muy bien.


—Me alegro —le digo porque qué otra opción me queda.
—No se parece en nada a Amanda —sigue D.O—. Con ella siempre discutía.
—Estabas loco por Amanda —le recuerdo—. Querías pasar el resto de tu vida con ella.
—Sí, ya ves. —Se encoge de hombros y bebe un poco—. Tal vez lo pasaré con ____. ¿No crees que con ella estaré mejor que con Amanda?
Estoy a punto de decirle que sí, de soltar una frase hecha de esas que no significan nada, como por ejemplo que ha madurado y que ahora está preparado para tener una relación formal, pero justo entonces veo a _____ reflejada en un espejo que hay colgado al final del restaurante.
Se está acercando hacia nosotros y me está mirando. Está tan concentrada mirándome la nuca y la espalda que ni siquiera se ha dado cuenta de que la he pillado.
¿Me mira cuando cree que nadie la ve? ¿Pero quién se ha creído que es?
Si quiere mirarme, que me mire a la cara.
Me suda la nuca y puedo sentir los ojos de ella recorriéndome la piel, los hombros. Ladeo un poco la cabeza para quitarme de encima esa sensación.
Es extraña y no me gusta cómo me hace sentir.
Casi ha llegado a la mesa, estoy seguro de que si levanto un poquito la voz podrá oírme sin ningún problema.
—No, no lo creo —le contesto a D.O y acto seguido subo ligeramente el volumen—: ____ es una farsante estirada que parece más frígida que un témpano de hielo—. Ya está. Me ha oído. Se detiene en seco y me clava los ojos en la nuca, esta vez con odio. Puedo sentirlos. A ver si ahora también es capaz de ignorarme. Cierro los dedos alrededor del vaso de agua y vuelvo a hablar—: Una mujer que se esfuerza tanto por aparentar lo que no es no puede estar bien de la cabeza, D.O.
A ____ le tiembla la mandíbula un segundo. Es tan breve que creo habérmelo imaginado, aunque dura lo suficiente para que me sienta culpable. Y para que tenga ganas de ponerme de pie y disculparme con ella, pero entonces _____ reanuda la marcha hasta la mesa.
Ahora me insultará. Me gritará. Le exigirá a D.O que defienda su honor.
Y tendrá que mirarme.
No hace nada.
Absolutamente nada.
Bueno, se acerca a D.O, le da un beso en la mejilla y acto seguido ocupa su silla y coge la carta.
—¿Qué me recomendáis?
Las luces de la carretera parpadean y me veo obligado a concentrarme de nuevo en la circulación. Me ha ido muy bien recordar ese momento.
No puedo olvidarme de que a ____ yo no le afecto lo más mínimo. Lo mejor será que me limite a hacer lo que me ha pedido D.O, asegurarme de que ella está bien, y seguir con mi vida como hasta ahora...

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Las quiero mucho :D


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