Silbó de nuevo, y me resistí a las ganas de tirarle el jarrón, que casualmente estaba justo arriba de su cabeza.
—Milla, ¡no voy a silbar más!
Gracias al cielo.
—¡Baja ya!
—¡Deja de gritar!
Escuché cómo resopló y posó pesadamente el puño en, supuse yo, la barra.
El conocido sonido de Bandit acercándose me alertó.
—Con cuidado, cariño. ¿Cómo has subido?
No me respondió, sino que se limitó a mirarme mientras ceñía el saco a mí.
—Lo vas a ahogar, mamá.
Sólo reí. Una risa floja y llena de inseguridad.
—No, corazón. No puedo ahogarlo haciendo eso.
—Qué bueno.
Acaricié su cabeza.
—¡Millaray!
Noté que ambas nos sobresaltamos.
—Anda, bajemos, ¿quieres?
Tomó mi mano, me coloqué las zapatillas y salimos de la habitación.
Juro que nos tomó casi diez minutos bajar. Y, por supuesto, Gerard se limitó a observar.
—Qué linda familia tengo, ¿a que sí? —susurró, diciendo ''familia'' con un tono venenoso. Mi corazón se oprimió, y él esperó a que Bandit fuera un poco más adelante para decir:— Una hija con las piernas destrozadas y una esposa embarazada, con una cosa rara dentro de ella.
Masculló en un tono más bajo lo último; pude escucharlo, sin embargo.
Atticus, que venía siguiéndolo, lo miró horrorizado, pero no dijo nada. Me ayudó a ir hacia el auto, y tomó a Bandit con la mano que tenía libre.
Hubiese preferido estar casada con él, que no hablaba demasiado bien el inglés y tenía setenta años, que con el hombre que ahora era mi esposo.
—Suba con cuidado, señora Milla —susurró.
Luego fue donde Bandit y la ayudó también.
Gerard estaba demasiado ocupado llamando por teléfono, así que no notó cuánto tiempo nos llevó subir al auto, y no nos presionó para nada.
Fue un alivio.
Hasta que subió al auto.
—¿Ya? —preguntó desesperadamente—, ¿ya podemos irnos?
—Sí.
Encendió un cigarrillo, y expulsó el humo intencionalmente frente a mí.
Tosí.
—No tienes que hacer eso.
—¿Y qué si quiero?
Preferí callarme.
—¿Puedes poner música?
La miró por el espejo retrovisor a pesar de que ni siquiera habíamos salido de la cochera, pero sólo la ignoró.
Le dediqué a Bandit una mirada consoladora..., y ella desvió la suya.
Gerard gritó como psicópata cuando le dije que Bandit se quedaría, y peleamos de nuevo cuando Atticus llegó por ella y se la llevó a casa.
—¿Es demasiado necesario ir a esa estúpida fiesta, reunión, o la mierda que sea?
—Si no quieres, puedes quedarte.
Obviamente no lo dijo en serio, y lo supe por el tono tan lindo que usó, el apretón de manos que me dio y la risotada que soltó al ver mi rostro decepcionado.
—Vamos de una maldita vez.
—No todos los días me eligen para ser el vicepresidente, Millaray —musitó luego, mientras una sonrisa arrogante le partió el rostro.
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Mine | Gerard Way
Fanfiction❝Yo..., yo no sé con precisión qué diablos somos, pero sí, que tú eres mía.❞