Día 23: Enfermería

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¿Debería decirle a Potter cómo me siento?

Llevo debatiendo esa pregunta conmigo misma desde ayer. Es más, esta noche apenas he dormido por culpa de Potter. ¡Es imposible que me guste! ¡Se supone que lo odio!

Pero las señales eran más que claras. Cada vez que me cruzaba con él en los pasillos durante este día mi corazón iba anormalmente más rápido y sólo quería salir corriendo de allí para no verle a la cara. ¡Ayer nos besamos otra vez! 

Vale, tranquila Lily. Respira. Que no te afecte que justo ahora Potter te esté mirando desde el otro extremo de la clase.

Pociones era una clase que pedía un cien por ciento de concentración ya que si te distraes apenas un segundo puedes llegar a echar algo que no debe de ir en la poción y ésta explotar.

Justo lo que ha pasado ahora.

Toda la clase hizo silencio y se me quedó mirando, inclusive el profesor. Con toda mi cara sonrojada aún más que mi pelo y éste recubierto de una pasta negra y mocosa, me escondo un poco en mi asiento. Chloe, que estaba a mi lado, por suerte se había apartado a tiempo y, al menos, sólo se había manchado su túnica. No estaba segura de si el maestro me quitaría puntos por esto o haría que limpiase todo, pero de lo que si estaba segura era de que si antes me intimidaba James ahora, que estaba cubierta de una especie de moco, aún más. Y a esto le añadimos que toda la clase se ha quedado muda mirando el desastre que he armado. Bueno, todos menos Sirius, que estaba tirado en el suelo partiéndose de la risa como el idiota que es. Y mi gran amiga, al notar lo incómoda que estaba, lo primero que hizo fue que la atención de la clase se desviara a otra persona. Sirius, que ahora flotaba boca a bajo del techo gracias a un conjuro de Chloe, se llevaba las miradas de todo el mundo y, ahora sí, la gente reía. Ambas sabíamos que esto iba a acarrear un castigo tanto para Chloe, por haber lanzado el hechizo, como para Sirius, que estaba también involucrado por haberse reído, y por último, para mí, por haber empezado todo el lío. 

Y así, fue como he acabado en una sala encerrada con Chloe y dos merodeadores. Y digo dos, porque efectivamente, el estúpido de Potter había decidido ayudarnos a limpiar y no me había dejado ni siquiera quejarme de su presencia. 

Sin duda, una grandísima forma de pasar la tarde eh.

Froto el trapo por enésima vez en la quinta mesa. El cansancio es notable en mi cara ya que Chloe me ha recordado varias veces, como la gran amiga que es, que me veía horrible. Por suerte, Potter no se ha acercado en casi todo el rato que llevamos limpiando. Se ha mantenido en la otra punta de la clase, ayudando a Sirius, que por cierto, no estaba haciendo absolutamente nada por ayudar. Se encontraba sentado sobre la mesa del profesor mientras que jugaba con algunos papeles. Hacía bolas de papel o aviones y los terminaba lanzándolos al suelo. A Chloe ya se le habían cruzado los cables varias veces y había intentado maldecir a Sirius, pero, por suerte, James siempre intervenía en esos momentos y no me sentía yo obligada a separar a esos dos críos.

—Evans, te ves horrible. —dice está vez Black. Paro de frotar el trapo con la mesa y le lanzó la mirada de odio más horrible que pude poner. ¿¡Es qué acaso todos estaban dispuestos a recordármelo!?

—Ya lo sé idiota.

—No, enserio. Estás súper pálida. Deberías ir a la enfermería. —dice ahora Chloe.

Miro de reojo a Potter que, aunque sigue limpiando, noto que está al tanto de nuestra conversación.

—De veras, estoy completamente bien. —sonrío falsamente y continúo limpiando con pereza. No se me pasa por desapercibido, la mirada que James me lanzó después de eso. Acto seguido, camina hacia mí y me agarra suavemente de un brazo.

30 días para enamorarme (Jily) (Editando) #MundialesQD2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora